Mi hijo me miraba con reproche y en el fondo de sus ojos podía notar cierta preocupación, con el pasar de los años había aprendido la habilidad de leer las emociones que Nicolás mostraba de una forma peculiar.

_ No te preocupes mi amor _ le sonreí _ ya tomaré medicina para bajar la fiebre, tú ve a hacer lo que te estoy diciendo y recuerda saludar a tu abuelito junto con la señora Dalton.

Nicolás asintió y subió tranquilamente por las escaleras, Paola que se encontraba de pie en medio de la cocina me sonrió, Ania la acompañaba y decidió ir a la parte trasera de la casa a jugar; mi amiga se acercó y puso sus manos encima de las mías mientras me sonreía con dulzura.

_ Ahora si, dime qué pasó _ ella me miró atenta _ pensé que ibas a estar feliz porque tus padres se encuentran aquí pero al parecer me equivoqué por completo, te miras con un cansancio enorme y siento que ahora cargas más peso que antes.

_ Martín se encuentra en Londres y gracias a que mi madre abrió su boca sabe que Nico es