Estimadas lectoras y lectores Aria será quien decida el último destino de Leonardo, si alguien puede hacer lo correcto, será ella.
Un regalo especialValeria se encontraba totalmente concentrada en una joya que ella misma estaba preparando, llevaba días levantándose a altas horas de la mañana para poder trabajar tranquilamente. Marco normalmente se levantaba a cuidar a los bebés en caso de que el monitor le avisara, no quería que nada interrumpiera la concentración de Valeria.- Cielo, ¿Cómo vas? - Dijo Marco colocando una taza de café sobre su escritorio.- Bien amor, solo estoy colocando estas piedras en el centro, creo que es lo más complejo hasta el momento.- Debes descansar mi vida, yo sé que es importante, pero debes descansar, aún falta tiempo. - Dijo Marco, preocupado por su esposa.- ¡Tranquilo, mi vida! Solo es cuestión de unos días, esto debe quedar perfecto, se lo prometí a Paloma y no pienso fallar. Dame un minuto…Marco vio cómo su esposa ponía toda su atención en aquella exquisita joya. Esta sería un regalo para la boda que se aproximaba, por lo que no podía darse el lujo de descansar.Todos estos
Sebastiano, últimamente, frecuentaba un café que se encontraba dentro de la zona universitaria, no había día que no estuviera en la tarde a la misma hora tomando un café americano en ese lugar.La verdad era que, no se trataba del mejor café, no era que el lugar fuese el de moda, la verdad era que había conocido a alguien ahí. En el lugar laboraba una chica de ojos azul profundo y mirada cautivadora.La chica encargada de preparar el café se había convertido en la chica de su interés, él solo había visto sus ojos, lo demás se mantenía oculto por el cubrebocas que usaba mientras trabajaba; sin embargo, una noche al salir del café, se topó con ella, ya no llevaba nada que cubriera su verdadera belleza.Desde esa noche, Sebastiano no había logrado dejar de pensar en aquella joven de ojos azules. Razón por la que, todas las tardes, acudía al mismo café, pedía siempre lo mismo y se estaba ahí hasta muy entrada la noche.El joven no le era indiferente a la chica, la cual lo miraba todas las
- ¡Piensa Almendra! ¡Piensa! ¡Piensa! ¿Dónde demonios voy a dormir? – Decía Almendra al ver su situación, olvidando completamente al chico que tenía a su lado.- Si gustas… Puedes dormir en mi apartamento… - Dijo Sebastiano mirando a la chica llena de preocupación.- ¿De verdad? ¿Cómo es que confías en mí? Apenas y me conoces… - Dijo Almendra un poco nerviosa.- Bueno, básicamente es mi culpa por la que te quedaste fuera, es lo mínimo que puedo hacer. – Dijo el joven un tanto apenado.- ¿Mmm? ¡Dios! ¡Dios! ¿Qué hago? – Decía ella intentando analizar sus posibilidades. - ¡Al demonio! Está bien, solo porque tú prácticamente eres el culpable de que esté en esta penosa situación. ¿Dónde vives?Sebastiano se sorprendió del cambio en aquella “indefensa” mujer.- Mi casa queda a dos cuadras de aquí, podemos ir caminando. – Dijo Sebastiano, un tanto sorprendido.- ¡Bien! Solo te digo una cosa, Sebastiano Di Stefano… Si intentas abusar de mí, no te seré una presa tan fácil, sé escabullirme y pu
Franco Amato hijo, finalmente se había despertado, solo para encontrarse con una terrible realidad, Leonardo podría parecer el hombre más indefenso dentro de la cárcel, ya que, para su edad, el juez Moretti había sido duro con el castigo y no había aceptado el arresto domiciliario. No después de conocer las atrocidades perpetradas contra Alessia Amato, quien, por años, vivió bajo la sombra de su abuelo y suegro, y que además este último fuera quien abusaba de ella.Franco despertó y pudo sentir cómo el cuerpo le dolía, no recordaba bien lo que había sucedido, solo le llegaban vagos recuerdos de una riña en la celda, un dolor intenso a la altura del abdomen y ver sus manos manchadas de mucha sangre.- Franco Amato, ¡Qué bueno que has despertado! Creíamos que ya se nos había adelantado… - dijo un oficial que lo vigilaba muy atentamente.- ¿Dónde estoy? ¿Qué hago aquí? – Dijo Franco tratando de moverse.Franco intentaba levantar su cuerpo, pero este parecía que le había pasado un tren enc
Massimo miraba a su familia y era todo lo que de niño había imaginado; sin embargo, aún tenía algo que le robaba su tranquilidad y eso era su Luciano. Si bien, el joven no lo tenía en alta estima, a Massimo le dolía solo recordar a su niño chiquito, recordar cómo entraba a su habitación, cuando era un bebé, levantarlo para cargarlo, sentirlo en sus brazos, ver sus pucheros, escuchar sus balbuceos, ver cómo el pequeño le tomaba su dedo le llenaba el alma cuando tenía un mal día.Hoy día lo recordaba más, ya que al ver cómo Pietro estaba disfrutando su etapa de papá, le recordaba las diminutas cosas que vivió con Luciano de bebé.Debía reconocer, que de momento sentía rabia. Leonardo y Franco le habían robado la oportunidad de ser padre, pero sabía que no solo eran ellos los culpables. Él, en gran medida, tenía culpa, cargaba con la culpa que le producía haberse dedicado más a la empresa que a su hijo. De haber puesto más atención en su familia, estaba completamente seguro de que muchas
Massimo ese mismo día salió directo para la oficina donde sabía que encontraría al juez Moretti, después de saber el resultado de su búsqueda, no podía dejar pasar más tiempo sin tener respuestas, por un lado, estaba Alessia Amato y su estancia en Francia, por otro, que era lo más importante, era la ubicación y relación entre su hijo Luciano y Antonio Moretti.Al llegar a su oficina se anunció con su secretaria, ella le comentó que el juez no podría atenderlo, pero una vez que vio la insistencia del hombre, tuvo que entrar en la oficina del juez, este a su vez, puso los ojos en blanco, ya que el hecho de tener a Massimo D’Angelo fuera de su oficina, solo significaba dos cosas, le reclamaría sobre la muerte de Leonardo Pellegrini o le preguntaría sobre su hijo, aunque se inclinaba más por lo segundo.- Señor, ¿El señor D’Angelo no parece ser que quiera irse? Dice que es importante hablar con usted… - Dijo la secretaria, apenada por no poder deshacerse del hombre que estaba fuera.Antoni
El sol se colaba por las cortinas de la habitación, con movimientos torpes pero un poco más notorios, Alessia trataba de sostener la sabana para cubrirse de aquellos rayos de sol que se colaban con un ladrón.- Hermosa… ¡Me da gusto que estés despertando! Hoy vendrá el médico para tu terapia… - Dijo el señor Bouygues.- Pierre… Ya estoy cansada, ¿Acaso no podemos parar? De verdad, yo siento que no vamos a avanzar más de lo que ya hemos avanzado. – Dijo Alessia tratando de sostener la sabana.- El doctor dijo que has tenido un muy avance, además del hecho de que pudieras mover una mano, nos dio la pauta para que investigáramos que tan afectados estaban tus nervios. - Dijo Pierre con mucha calma.- Solo siento que cada día me vuelvo más torpe… Ya no quiero seguir con estas terapias, si me hubieras dejado morir… Ya estaría descansando por fin de todo este martirio.- Alessia, yo solo quiero regresarte un poco de felicidad, ¿Por qué no puedes entenderlo? - Dijo Pierre acariciando el delica
Valeria miraba cómo su esposo jugueteaba con sus hijos mientras ella tomaba una taza de café, por su lado, Marco no se percataba de que ella lo miraba. Ella no solo lo miraba, recordaba, se perdía en un pasado juntos o separados, un pasado que, si se iba desde su niñez, la cual le dolía al igual que si recordaba su adolescencia.Toda la vida que pasó junto a su padre no había sido más que un completo recordatorio de que ella vivió, pero su madre murió. En ocasiones se ponía a pensar si su padre seguía avivo, ¿Qué habría sido de el? ¿Habría vuelto a hacer su vida? ¿Tendría más hermanos? Eran preguntas que nadie podía contestarle o al menos eso ella pensaba.Si lo analizaba bien, dejando atrás todo lo relacionado con Massimo, su vida había cambiado por completo, Pietro era importante para ella por el simple hecho de que le devolvió su libertad, inicialmente. El que él haya cuidado de ella cuando estaba embarazada de su propio hermano, era algo extra, lo que más valor le dio, fue que a l