Estimadas lectora y lectores Antonio Moretti no reconoce sentir aprecio por aquel joven que es el favorito de su esposa e hija, pero, aun así, lo mantiene vigilado para que no cometa errores que le cuesten muy caros en un futuro. ¿Almendra podrá ayudarlo a cambiar?
Massimo miraba a su familia y era todo lo que de niño había imaginado; sin embargo, aún tenía algo que le robaba su tranquilidad y eso era su Luciano. Si bien, el joven no lo tenía en alta estima, a Massimo le dolía solo recordar a su niño chiquito, recordar cómo entraba a su habitación, cuando era un bebé, levantarlo para cargarlo, sentirlo en sus brazos, ver sus pucheros, escuchar sus balbuceos, ver cómo el pequeño le tomaba su dedo le llenaba el alma cuando tenía un mal día.Hoy día lo recordaba más, ya que al ver cómo Pietro estaba disfrutando su etapa de papá, le recordaba las diminutas cosas que vivió con Luciano de bebé.Debía reconocer, que de momento sentía rabia. Leonardo y Franco le habían robado la oportunidad de ser padre, pero sabía que no solo eran ellos los culpables. Él, en gran medida, tenía culpa, cargaba con la culpa que le producía haberse dedicado más a la empresa que a su hijo. De haber puesto más atención en su familia, estaba completamente seguro de que muchas
Massimo ese mismo día salió directo para la oficina donde sabía que encontraría al juez Moretti, después de saber el resultado de su búsqueda, no podía dejar pasar más tiempo sin tener respuestas, por un lado, estaba Alessia Amato y su estancia en Francia, por otro, que era lo más importante, era la ubicación y relación entre su hijo Luciano y Antonio Moretti.Al llegar a su oficina se anunció con su secretaria, ella le comentó que el juez no podría atenderlo, pero una vez que vio la insistencia del hombre, tuvo que entrar en la oficina del juez, este a su vez, puso los ojos en blanco, ya que el hecho de tener a Massimo D’Angelo fuera de su oficina, solo significaba dos cosas, le reclamaría sobre la muerte de Leonardo Pellegrini o le preguntaría sobre su hijo, aunque se inclinaba más por lo segundo.- Señor, ¿El señor D’Angelo no parece ser que quiera irse? Dice que es importante hablar con usted… - Dijo la secretaria, apenada por no poder deshacerse del hombre que estaba fuera.Antoni
El sol se colaba por las cortinas de la habitación, con movimientos torpes pero un poco más notorios, Alessia trataba de sostener la sabana para cubrirse de aquellos rayos de sol que se colaban con un ladrón.- Hermosa… ¡Me da gusto que estés despertando! Hoy vendrá el médico para tu terapia… - Dijo el señor Bouygues.- Pierre… Ya estoy cansada, ¿Acaso no podemos parar? De verdad, yo siento que no vamos a avanzar más de lo que ya hemos avanzado. – Dijo Alessia tratando de sostener la sabana.- El doctor dijo que has tenido un muy avance, además del hecho de que pudieras mover una mano, nos dio la pauta para que investigáramos que tan afectados estaban tus nervios. - Dijo Pierre con mucha calma.- Solo siento que cada día me vuelvo más torpe… Ya no quiero seguir con estas terapias, si me hubieras dejado morir… Ya estaría descansando por fin de todo este martirio.- Alessia, yo solo quiero regresarte un poco de felicidad, ¿Por qué no puedes entenderlo? - Dijo Pierre acariciando el delica
Valeria miraba cómo su esposo jugueteaba con sus hijos mientras ella tomaba una taza de café, por su lado, Marco no se percataba de que ella lo miraba. Ella no solo lo miraba, recordaba, se perdía en un pasado juntos o separados, un pasado que, si se iba desde su niñez, la cual le dolía al igual que si recordaba su adolescencia.Toda la vida que pasó junto a su padre no había sido más que un completo recordatorio de que ella vivió, pero su madre murió. En ocasiones se ponía a pensar si su padre seguía avivo, ¿Qué habría sido de el? ¿Habría vuelto a hacer su vida? ¿Tendría más hermanos? Eran preguntas que nadie podía contestarle o al menos eso ella pensaba.Si lo analizaba bien, dejando atrás todo lo relacionado con Massimo, su vida había cambiado por completo, Pietro era importante para ella por el simple hecho de que le devolvió su libertad, inicialmente. El que él haya cuidado de ella cuando estaba embarazada de su propio hermano, era algo extra, lo que más valor le dio, fue que a l
Luego de un viaje de una hora, Valeria estaba llegando a casa de los Pellegrini, el mayordomo la llevo a la sala, en lo que Paloma bajaba de su habitación. Para su sorpresa, al estar en la sala, se encontró con Celeste, era la primera vez que se veían solas, luego del hospital.Celeste, al verla, le sonrió y la saludó amablemente.- Valeria, ¡Hola! ¿Cómo estás? - ¡Hola, Celeste! Bien, vine a ver a Paloma… - Dijo Valeria un tanto nerviosa.- ¿Oh, ya le avisaron que estás aquí? - Pregunto la mujer amablemente.- Sí, me dijeron que en un momento viene… ¿Cómo están tus bebes? Supe que se te adelantó el parto por muchas semanas.- Si bastantes semanas, de hecho, fueron 13 semanas de adelanto, fueron unos días complicados, pero ahora las niñas ya están mejor. - Dijo con sinceridad Celeste.- ¡Qué bueno! ¡Me alegra saber que están bien! ¿Ya les pusieron nombre?- Ya, una bebé se llamará Martina y otra bebé, se llamará Fiorella.- Una se llamará como la madre de Pietro… - Dijo Valeria recorda
Valeria miraba a aquella chica, la verdad era que, sí, efectivamente, en algún momento pudo sentir un poco de celos, pero ahora que entablaba conversación con ella, era claro que aquella mujer no tenía nada de malo, al contrario, era pura dulzura. Aquello era una cosa extraña en Pietro, ya que de joven, le conoció una larga lista de chicas y ninguna era como ella, incluso si se incluía, ella tampoco se parecía en nada a las chicas con las que el salía.- Sé que suena un poco extraño, pero sí, hemos construido una vida allá, tenemos nuestros recuerdos ahí, nuestra casa, nuestros negocios, sé que suena duro, pero aunque las personas que lastimaron a mi esposo y su familia estén en la cárcel, este lugar es un constante recordatorio de lo que algún día sucedió. - Dijo Valeria, siendo completamente sincera.Por qué hacía aquello, ella misma no lo sabía, pero algo era seguro, Celeste le daba confianza, ahora bien, al saber que ella estuvo también en su pasado, le cambiaba su perspectiva.-
De pronto, Fiorella se comenzó a mover y poner inquieta, era como si supiera que Pietro necesitaba un momento a solas con Valeria. Celeste se disculpó un momento y llevo a su hija a revisar el pañal, Valeria, al ver cómo se marchaba, se sintió nerviosa, ya que el hecho de que ella no pudiera estar con Pietro nunca, no quería decir que no sentía algunas cosas en lo más profundo de su ser.- Valeria… ¿Podemos hablar? – Pregunto Pietro con suma tranquilidad.Valeria, un tanto incrédula, no podía decir que no.- Sí, dime… - Dijo ella con un poco de preocupación.- ¿Qué fuimos tú y yo? – Pregunto Pietro con curiosidad.- ¿Por qué la pregunta? – Respondió Valeria un tanto sorprendida.- Quiero ser completamente honesto contigo, he ido tratando de trazar mis recuerdos, he platicado con Celeste, con mi hijo, con Enzo, Paloma, Massimo e incluso con Marco, pero hay un único hueco que no he podido llenar. Ese hueco que aún está en el aire eres tú y ahora, aprovechando que estás aquí, quiero saber
Luego de que Pietro dejara sola a Valeria con su hija, la segunda tomó asiento a un lado de su madre, la abrazó y, con aquel abrazo, sintió cómo la calidez del cuerpo de su madre la invadía.- ¡Mami! No sabes cuánto te extraño… - Dijo Paloma completamente segura.- Paloma, hija… Estoy cerca, tú puedes hablarme y cuando necesites que venga, pues lo puedo hacer. De igual manera, puedes ir a casa como antes, sé que no debes manejar en tu estado, pero siempre un chofer te puede llevar. – Dijo Valeria mirando cómo a su hija se le inundaban los ojos de lágrimas.- ¡Perdón, mamá! El embarazo me tiene toda chillona, mírame, yo no soy así y tú lo sabes… - Dijo Paloma entre lágrimas.Valeria debía reconocer que lo que decía su hija, era verdad, Paloma era una chica fuerte y madura, pero ahora se veía tal como si fuese una chiquilla indefensa.- Mi niña, si necesitas de mamá, nunca dudes en buscarme. Siempre te escribo y me dices que estás bien, te he llamado y lo mismo, sé que andas chillona, yo