Estimadas lectoras y lectores Imaginen lo que sentirá Aria al saber que su hijo está vivo, que pasara por su cabeza.
- Creo que hay lago que usted debe saber…- ¿Saber qué? ¿Qué está muerto? ¡Lo sé! Hace ya tiempo que lo sé y, créeme, no hay día que no rece por él, no hay día que en mis oraciones no esté mi hijo, no hay día que no piense en cómo debió ser… Pero ¿de qué me sirve pensarlo y añorar algo que nunca fue…?Me dolió darme cuenta de que llegué muy tarde, me dolió darme cuenta de que lo dejé solo por años, nunca fui lo suficientemente fuerte para luchar por él… No hay día que no me culpe, si yo hubiera hecho algo más, si hubiera escapado, si hubiera encarado a mi padre…Massimo, créeme, aunque no pude conocerlo, ni tenerlo cerca de mí, mi corazón se rompió el día que Leonardo me llevo a su tumba. – Dijo Aria con la voz quebrada y el rostro cubierto de lágrimas.Aria se había tenido que sentar en una banca que por ahí estaba, aquella escena le pareció muy dolorosa a Massimo, ya que le recordó cómo se sintió cuando la noticia de que Pietro había muerto llegó a sus oídos.El hombre se puso en cuc
Massimo, al ver cómo aquella mujer pasó de la incredulidad a la súplica, le provocó empatía, él tal vez no vivió lo mismo, pero ahora mismo, él vivía la incertidumbre de no saber de su hijo primogénito.- Podemos irnos ahora, mi auto está del otro lado del puente, usted dígame en qué momento nos vamos y lo hacemos… - Dijo Massimo tratando de sonar tranquilo.El hombre por dentro estaba hecho una bola de nervios, si lo pensaba bien, el Pietro, con los recuerdos de ahora, ni siquiera sabía que no eran hermanos de la misma madre. Al saber que Aria estaba viva, no se detuvo a pensar en aquel pequeño detalle, así que en el camino, él explicaría aquello, para que Aria no fuese tomada por sorpresa.Aria se levantó de la banca y caminó rápidamente hacia la recepción…- ¡Daniela…! ¡Daniela! Hija, tengo que salir de aquí, voy a ir a Lazio, debo ir… ¡Mi hijo! ¡Mi hijo! ¡Él está vivo! ¿Lo escuchas? ¡Está vivo! – Dijo Aria, hecha un mar de nervios y lágrimas.- Aria… Espera… Espera, ¿Cómo que tiene
Massimo condujo por alrededor de dos horas, cuando finalmente llego a casa, tenía claro que antes de llevar a Aria a conocer a su hijo, él debía tener una larga charla con su hermano. El hombre bajó del auto e instó a sus tres invitadas a descender, para ello, durante el camino, ya le había escrito a Magnus, quien, al ver a Aria, quedó sorprendido.Magnus jamás hubiera imaginado que Leonardo hubiese mantenido con vida a la madre de Pietro, él imaginaba que, tal como en el presente, las acciones de aquel hombre fallecido fueran desastrosas y espantosas.Ver o tener a Aria en casa, mostraba un lado que nadie más conoció, solo aquel, cuyas cenizas reposaban en la habitación de Massimo, conocía la historia entre la madre de Pietro y el propio.Massimo presentó a Aria, Daniela y Ele a Magnus, el hombre se portó amable con las 3 invitadas, pidió al personal que prepararan habitaciones donde pudieran descansar, luego de ello, se reunió con Massimo en el despacho.- Así que, ¿Ya tenemos a la m
Massimo, al abrazar a su hija, sintió una extraña sensación, su calor, su pancita, ver a su hija de 21 años, embarazada, lo hizo imaginar cómo debió ser para la madre de Pietro, el miedo que debió vivir, la pérdida, todo… todo aquello lo llevo a recordar porque está ahí.- Mi niña, voy a ver a Pietro, debo revisar un tema con él, ¿Crees que puedas ayudar a Emma a cuidar de las nenas?- ¡Claro, papá! Sin problema…- Gracias…Paloma y Massimo caminaron hasta el jardín trasero, se toparon con Chéster a la salida, el hombre vio a su hermano, el cual lucía radiante, parecía como si hubiera rejuvenecido algunos años. No cabía la menor duda de que, Pietro realmente necesitaba vivir algo así, necesitaba lo que estaba viviendo, sabía que el conocer a Aria, vendrá a completar la ecuación.- Pietro… - Dijo Massimo nervioso.- Massimo, ¡Qué sorpresa! No me avisaste que vendrías… - Dijo Pietro mientras abrazaba y mecía a su hija.- No, acabo de llegar… ¿Cómo están las niñas? – dijo Massimo acercánd
Massimo sacó su móvil y pidió a Magnus que llevara a Aria, su padre sabía que todo saldría bien, así que se había adelantado. El llevaba consigo a las 3 invitadas, ya que Daniela, un tanto desconfiada, se negaba a dejar sola a la mujer que por casi 10 años la había acompañado y que había adoptado como madre.- Aria, es momento de que conozcas por fin a tu hijo, su nombre es: Pietro Pellegrini. – Dijo Magnus anticipándose a cualquier detalle que su hijo hubiese olvidado mencionar.Aria sintió como si las rodillas se fueran a desguanzar, de repente se sentía mareada, pero se aferraba asiento, su corazón latía ferozmente, 48 años sin su hijo, 48 años sin conocerlo, eso era mucho tiempo, de repente estaba por entrar en pánico.- ¿Y si no me acepta? ¿Y si me culpa de todo? ¿Si solo quiere verme para conocer a la mujer que lo dejó ir? – Comenzó a lanzar preguntas la mujer.- ¡Aria… querida! Tranquila, ya estás aquí, ahora vamos a abajar, con esa misma determinación con la que saliste del pue
- Massimo, ¿Qué sucedió? No entiendo… - Dijo Celeste con cara de preocupación.- ¡Vamos! Celeste en unos minutos conocerás a la verdadera madre de Pietro, es una larga historia, vamos, sé que Pietro está nervioso y ansioso, por lo que acaba de salir tan rápido que nadie pudo detenerlo. Vamos al recibidor, que ahí seguramente es donde debe estar…- ¡Sí! Vamos…- Ya después habrá tiempo para contarte toda la historia, por el momento es importante que tú estés a su lado… - dijo Massimo, viendo cómo Celeste no entendía nada de lo que ocurría.- ¡Gracias, Massimo! – dijo Celeste tratando de parecer tranquila.Pietro llegó al recibidor, casi se le iba el aliento cuando miró hacia la sala, en ella estaba una joven mujer y una menor, de espaldas hacia él estaba Aria, quien al escuchar unos pasos detrás de ella, volteó.Los ojos de la mujer se llenaron de lágrimas, su mentón comenzó a temblar, el hombre de las fotografías la observaba con detenimiento.El pecho de Pietro subía y bajaba, era ell
Pietro sintió como si el tiempo se detuviera, apoyo su mejilla en la cabeza de Aria, su abrazo era fuerte, pudo ver cómo todos los demás abandonaron la sala, pero en ese momento, no importaba, él se sentía tan bien en los abrazando a aquella mujer.No lo había dicho, pero constantemente tenía un sueño, podía ver la silueta de una mujer, su mente le jugaba una mala pasada, porque él creía que sus recuerdos le querían traer a la mente a alguien, pensaba que tal vez podría tratarse de Guadalupe y lo que vivieron, pero no, la sensación era diferente.Cuando, finalmente, escuchó cómo la mujer que estaba en sus brazos lo llamaba hijo, sintió como si un toque de energía recorriera todo su ser, esa sola palabra le confirmaba que ella, si ella, era la mujer que veía en sueños. No, no era nadie más, de eso estaba seguro, ya que toda su vida la había soñado, no recuerda desde que edad, pero estaba claro que los pocos recuerdos que tenía ahora le decían que, desde niño, podía verla en sueños.- Ma
Pietro y Aria estuvieron largo rato abrazándose, a ella aún no le cabía en la cabeza que esto estuviera sucediendo, habían sido tantos años, toda una vida, mejor dicho. Era una vida la que tenían que contarse y eso no lo harían en unas horas, no lo harían en una noche, lo harían a lo largo de todos los días que venían, este era el mejor de sus días y querían dejar atrás las lágrimas, para Aria el dolor, el dolor de no haber visto jamás a su hijo.- Mamá, quiero que conozcas a toda tu familia… - dijo Pietro levantándose y sosteniendo su mano para llevarla al jardín.Aria asintió y se levantó, Pietro sujetaba su mano firmemente, tal como si no quisiera que el viento se la fuese a robar.Al salir todos, todos estaban ahí, Massimo había llamado a Aldo para que a su llegada no entrara por la puerta principal, ya después ahondaría en los detalles. Por otro lado, había pedido al chofer que llevase a Laura y todos los niños, ellos debían conocer a una nueva integrante de la familia.Pietro pud