Estimadas lectoras y lectores El momento llego, hay mucho de qué hablar, madre e hijo deberán hablar por mucho tiempo, necesitaran su espacio para poder conocerse.
Pietro sintió como si el tiempo se detuviera, apoyo su mejilla en la cabeza de Aria, su abrazo era fuerte, pudo ver cómo todos los demás abandonaron la sala, pero en ese momento, no importaba, él se sentía tan bien en los abrazando a aquella mujer.No lo había dicho, pero constantemente tenía un sueño, podía ver la silueta de una mujer, su mente le jugaba una mala pasada, porque él creía que sus recuerdos le querían traer a la mente a alguien, pensaba que tal vez podría tratarse de Guadalupe y lo que vivieron, pero no, la sensación era diferente.Cuando, finalmente, escuchó cómo la mujer que estaba en sus brazos lo llamaba hijo, sintió como si un toque de energía recorriera todo su ser, esa sola palabra le confirmaba que ella, si ella, era la mujer que veía en sueños. No, no era nadie más, de eso estaba seguro, ya que toda su vida la había soñado, no recuerda desde que edad, pero estaba claro que los pocos recuerdos que tenía ahora le decían que, desde niño, podía verla en sueños.- Ma
Pietro y Aria estuvieron largo rato abrazándose, a ella aún no le cabía en la cabeza que esto estuviera sucediendo, habían sido tantos años, toda una vida, mejor dicho. Era una vida la que tenían que contarse y eso no lo harían en unas horas, no lo harían en una noche, lo harían a lo largo de todos los días que venían, este era el mejor de sus días y querían dejar atrás las lágrimas, para Aria el dolor, el dolor de no haber visto jamás a su hijo.- Mamá, quiero que conozcas a toda tu familia… - dijo Pietro levantándose y sosteniendo su mano para llevarla al jardín.Aria asintió y se levantó, Pietro sujetaba su mano firmemente, tal como si no quisiera que el viento se la fuese a robar.Al salir todos, todos estaban ahí, Massimo había llamado a Aldo para que a su llegada no entrara por la puerta principal, ya después ahondaría en los detalles. Por otro lado, había pedido al chofer que llevase a Laura y todos los niños, ellos debían conocer a una nueva integrante de la familia.Pietro pud
Para los Pellegrini saber que existía alguien tan importante como la madre de Pietro, fue un gran motivo de alegría, era curioso ver cómo de ser una familia de 4 hombres, ahora eran una numerosa familia llena de mujeres, las cuales les superaban por mucho.Luego de una cena en familia, donde tuvieron que improvisar lugares para todos, incluyendo a los D’Angelo, estos últimos, abandonaron la mansión, dejaron descansar a toda la familia. Hoy había sido un largo día y era importante descansar, aunque para Aria y Pietro la vida apenas comenzaba como madre e hijo.Una vez que Pietro llevó a descansar a sus pequeñas y acompañó a Celeste a su habitación, el hombre se escabulló a la habitación de su madre.La cual, al verlo entrar, sintió una gran emoción, aún no podía creer como era posible que su hijo no hubiese muerto, no podía creer que lo tenía ahí cerca, podía abrazarlo, podía sentir su calor, aquel hijo que solo sintió en su interior, hoy día estaba ahí, abrazándola con la ternura que s
A la mañana siguiente, Pietro, después de echar un vistazo a sus pequeñas y darle un beso a la madre de estas, fue a la habitación de su madre. Se sentía nervioso, tenía miedo, era un miedo infundado por 48 años de ausencia, aquellos años de sueños esporádicos, de sueños borrosos, lo cuales no los recordaba todos, pero había algo común en ellos, en ellos, siempre estaba ella.Al abrir la puerta, sintió alivio, al ver la silueta femenina acurrucada en un lado de la cama, dormía plácidamente, la luz del día se colaba por las cortinas e iluminaba aquel rostro cansado, su madre aunque mayor, era bella, su madre era una mujer muy bella.Tomo aire y suspiro, entro casi a hurtadillas, procurando no hacer ruido, tomo asiento en una silla que estaba cerca de la ventana, la observo con detenimiento y se perdió en un pensamiento.En otra vida, su madre pudo haber sido dueña de su vida, en otra vida, ella no conoció a Leonardo, en otra vida, ella junto a su madre escaparon de su padre, rompieron a
- Señor Moretti, ¿Recuerda que nos pidió vigilar al joven Sebastiano? – Dijo el asistente de Antonio Moretti. - Sí, ¿Qué sucede con él? – Pregunto Moretti con cara de molestia. - Detectamos algunos movimientos un tanto extraños en su computadora… - Dijo su asistente un tanto nervioso. - ¿Qué movimientos? – Antónimo mostraba impaciencia, no le gustaban los rodeos. - El joven ha estado buscando a Franco Amato, lo ha hecho a través de la web oscura… - Finalmente, el asistente le contó lo que habían detectado, obviando que aquello, no le agradaría a su jefe. - ¿Y? – Moretti respondió, causándole gran sorpresa. - Pues lo encontró… - Dijo el asistente preocupado. - Maldito escuincle, ¿Qué demonios quiere? – Pregunto Moretti que para entonces ya se había levantado de su escritorio. - Venganza… ¿No lo cree? – Respondió el asistente tratando de dar explicación a lo sucedido. - Ese Franco Amato nada más no puede morirse tranquilo… - Pensó en voz alta el juez mientras veía hacia el venta
Massimo había cumplido con algo que el mismo se había encomendado y que la final se había vuelto, la última voluntad de Leonardo Pellegrini, todo había sido un torbellino lleno de emociones, era claro que la llegada de la verdadera madre de Pietro era un motivo de alegría, pero aún tenía un pendiente más.Luego de un largo rato de meditarlo, decidió aceptar la propuesta o consejo que Diana le había dado. Tanto él como Pietro, no querían tener más contacto con un hombre que al final los quiso dañar, si bien, Pietro no recordaba nada, lo que su hijo le había contado, le bastaba para querer decir no, por lo que él, como, se despedirían de Leonardo, no había sido discutido.Massimo había externado a Diana el problema, por lo que ella le dio una idea que no parecía descabellada, al final, si había alguien que aún quería o respetaba a Leonardo, esa era, Aria Bellucci, si alguien podía darles un mejor uso a sus cenizas, esa sería ella. Así que, ya sin pensarlo más, llamó a su hermano para ext
Un regalo especialValeria se encontraba totalmente concentrada en una joya que ella misma estaba preparando, llevaba días levantándose a altas horas de la mañana para poder trabajar tranquilamente. Marco normalmente se levantaba a cuidar a los bebés en caso de que el monitor le avisara, no quería que nada interrumpiera la concentración de Valeria.- Cielo, ¿Cómo vas? - Dijo Marco colocando una taza de café sobre su escritorio.- Bien amor, solo estoy colocando estas piedras en el centro, creo que es lo más complejo hasta el momento.- Debes descansar mi vida, yo sé que es importante, pero debes descansar, aún falta tiempo. - Dijo Marco, preocupado por su esposa.- ¡Tranquilo, mi vida! Solo es cuestión de unos días, esto debe quedar perfecto, se lo prometí a Paloma y no pienso fallar. Dame un minuto…Marco vio cómo su esposa ponía toda su atención en aquella exquisita joya. Esta sería un regalo para la boda que se aproximaba, por lo que no podía darse el lujo de descansar.Todos estos
Sebastiano, últimamente, frecuentaba un café que se encontraba dentro de la zona universitaria, no había día que no estuviera en la tarde a la misma hora tomando un café americano en ese lugar.La verdad era que, no se trataba del mejor café, no era que el lugar fuese el de moda, la verdad era que había conocido a alguien ahí. En el lugar laboraba una chica de ojos azul profundo y mirada cautivadora.La chica encargada de preparar el café se había convertido en la chica de su interés, él solo había visto sus ojos, lo demás se mantenía oculto por el cubrebocas que usaba mientras trabajaba; sin embargo, una noche al salir del café, se topó con ella, ya no llevaba nada que cubriera su verdadera belleza.Desde esa noche, Sebastiano no había logrado dejar de pensar en aquella joven de ojos azules. Razón por la que, todas las tardes, acudía al mismo café, pedía siempre lo mismo y se estaba ahí hasta muy entrada la noche.El joven no le era indiferente a la chica, la cual lo miraba todas las