Estimadas lectoras y lectores Creo que las cosas se van a ir acomodando para Adrien y Laura, de diferente modo, pero se irán acomodando. Adrien podría verse tentado ante una nueva oportunidad de crecer, pero ¿será mas importante su hija o su crecimiento personal?
Un día más pasó en la casa de los D’Angelo, la familia se reunía para desayunar, Diana correteaba por toda la casa, ya que se le hacía tarde para ir a trabajar. Massimo mal aconsejaba a su futura esposa para que no se preocupara tanto, pero era inevitable, Diana era demasiado respetuosa del tiempo de los demás y hoy tenía una junta a primera hora.- Ya me voy… Nos vemos por la tarde, corazón… - Dijo Diana, dándole un beso apresurado y tomando un poco de pan como desayuno.Massimo anticipando la pereza de su mujer, ya le había puesto en el auto café y un poco de pan francés. Diana, al subir a su auto, lo notó y sintió una extraña sensación de calidez. Desde su auto le dijo:- ¡Te amo!Massimo se despidió con la mano y sonrió, una vez hecho aquello, entró a la mansión, todos estaban en casa, reunidos en la mesa. El ruido abrumador de Maurizio y Paolo, junto a los gritos y balbuceos de Adele volvían locos a Magnus y Matteo, quienes preferían salir a tomar un poco de aire en el jardín, sim
Tal como si el destino quisiera que todo se moviera, la hora llegó. Laura, Luciano, en compañía de Massimo salieron de la casa. Los hijos menores los vieron salir, aunque no tomaron mucha importancia, ya que, últimamente, habían estado saliendo sin decir a dónde, por lo que ahora creyeron que sería igual. Laura estaba nerviosa, incluso más nerviosa que cuando fue a hablar con Adrien. Sabía que esta plática definiría muchas cosas, mostraría la verdad de la situación. Si bien, ella estaba segura de que su hermano elegiría a su familia sobre aquella dolorosa verdad, Paolo era un adolescente y cuando se está en esa etapa poco se sabe. - Laura… ¡Tranquila, hija! – Dijo Massimo viendo desde el retrovisor. - ¡Estoy tranquila, papá! – Dijo Laura evadiendo la mirada de su padre. - Lau, hermana, todo va a salir bien, solo trata de calmarte y escuchar. Laura suspiró y trató de pensar en otra cosa, el café desde casa se tardaría unos 40 minutos con el tráfico, lo que le dio tiempo de pens
Adrien suspiró cuando vio alejarse de aquella mujer, poco después estaba llegando a su casa, el ama de llaves, al verlo llegar, lo ayudó a descender. - Señor… ¿Cómo está? Yo juraba que regresaría más tarde… ¡Nos tenía preocupados! - ¡Tranquila, Hilda! Solo fue un golpe, afortunadamente solo fueron algunos puntos en la cabeza y ya… - Dijo el joven mientras cruzaba la puerta de su casa. - Bien, señor, creo que no podrá irse a descansar tranquilamente. - Dijo la mujer mortificada. - ¿Por? - Preguntó Adrien con curiosidad y cansancio a la vez. - Hay alguien en casa… Tenemos visitas, señor… - Dijo el ama de llaves nerviosa. - ¿Quién? - Yo… Adrien Bianchi… - Dijo Giuseppe Giorgi, levantándose mientras se apoyaba de su bastón. - Señor… ¿Qué le trae por aquí? - Primero que nada, ¿Qué demonios fue lo que te ocurrió? Y quiero la verdad… - Dijo Giuseppe seriamente. - ¡Nada…! ¡Abuelo, aquí no pasó nada…! - ¿Cómo demonios te atreves a hablarme así, escuintla malcriada? – Dijo el abuelo f
--- Actualmente --- Adrien recordaba la plática, pero no tenía mucho que pensar, era tendedora la oferta, sin embargo, él sabía lo que realmente quería y esa era su hija. Ya una vez había cometido el error de anteponer lo que dirían en la escuela, en su familia y la gente que lo rodeaba por la vida, a lado de alguien que podría darle algo de mayor valor. Esta vez, aunque no fuera muy certero, prefería quedarse con su hija y lo que viniera. Lejos de aquel drama familiar, el cual vendría a cambiar muchas cosas en la vida de Laura D’Angelo, la familia estaba llegando al café donde Massimo había quedado de verse con Pierre. Al llegar, el café era un lugar acogedor y les habían reservado una mesa discretamente acomodada. Laura llevaba un revoltijo de emociones, sabía que de esto vendría todo lo que en el futuro acontecería. - Vamos, hija, todo va a salir bien, ya verás. Massimo tomó la mano de su hija, pudo sentir el nerviosismo de esta y decidió apretar su mano para que ella sintiera
Luego de la charla entre Pierre, Laura, Luciano y Massimo, era momento de hablar con Paolo; sin embargo, a consideración de Massimo, él creyó pertinente hablar de padre a hijo con él.Entendía perfectamente que Laura quería tomar partida, pero esto, esto definitivamente, era algo que solo Massimo podía y debía hacer y que, como padre, no podía deslindarse o dejar que sus hijos tomasen partido.Massimo fue a su habitación, sus hijos solo vieron como un hombre que lucía derrotado, caminaba por el pasillo sin emitir comentario. Hoy no estaba Diana en casa, lo cual le dejó oportunidad para pensar las cosas.Finalmente, el hombre terminó saliendo a su balcón. La noche y la oscuridad de su habitación lo rodeaban, sacó un cigarro, algo que ya casi no hacía; dejó caer su cuerpo en una silla que acompañaba la pequeña mesa de jardín que estaba en su balcón. Por un momento cerró los ojos y comenzó a fumar, mentalmente hizo un recorrido por toda su vida. No le cabía la menor duda de que todo esto
--- Meses atrás (Las Maldivas) ---- ¡Anda, papá! ¡Apresúrate…! - Dijo Paolo al llegar al aeropuerto mientras su padre pasaba la aduana.- Paolo, espera, ya solo deja firmar y vamos. Si esta chica ya te ha esperado un tiempo, no creo que no pueda unos minutos más… - Dijo Massimo apresurándose para alcanzar a su hijo.Massimo y Paolo se hospedaron en el mismo bloque de islas donde Aldo había rentado toda una villa para ellos, durante su estancia.Paolo no había esperado a su padre, por lo que solo puso sus cosas en la habitación y salió al encuentro de Amina.Massimo sin otra opción, decidió cambiarse debido al calor. Entre el tiempo que usó para cambiarse y en lo que salió a buscar a su hijo, rápidamente se lo topó en la sala de estar.- ¿Paolo? ¿Hijo? ¿Qué haces acá? – Preguntó el padre intrigado.- ¡Déjame solo, papá…! - Dijo Paolo, viendo hacia ningún punto.Algo que llamó la atención de Massimo, era ver el vaso que tenía en las manos.- ¡Paolo! ¿Qué demonios haces? Tú no estás en e
- Quiero saber, ¿Qué fue esa mujer? ¿Dónde quedo? ¿Cómo fue que se separaron? ¿Ella no te amaba? - Pregunto Paolo con curiosidad.- Paolo, ¿podría mejor contarte cómo conocí a tu mamá…? - Dijo Massimo incómodo de solo pensar en aquel lejano pasado.- ¡No! Quiero saber quién fue la mujer a la que le rompiste el corazón… Por favor… - Dijo Paolo sin aceptar el cambio de tema.- ¿Te gusta saber del dolor ajeno? – Pregunta Massimo ante su insistencia.- Solo quiero saberlo, eso me ayuda a no pensar en lo que vi…- Paolo, eso suena muy convincente, pero no quiero que tomes mi ejemplo…- Papá, sé que hiciste mal, pero al final, mírate, hoy día tienes a una buena chica…- ¿Diana?- Sí, ella me cae bien, además tú y mamá, esto seguro que ya no se querían… - Dijo el joven con mucha seguridad.- Paolo, yo siempre voy a querer a tu mamá… Ella te trajo a ti al mundo, trajo a tus hermanos al mundo, ¿Cómo no la iba a querer? - Dijo Massimo sorprendido por la declaración de su hijo.- Siempre discutía
Luego de que Massimo tomó un baño, salió, se puso la pijama y fue a la cama, miró la hora en su reloj, ya tan pronto era media noche, ya era un poco tarde para marcarle a Diana, por lo que solo le envió un texto deseándole buenas noches y mandándole un beso.Massimo entró a la cama, se recostó y puso su mano en el lado de la cama que normalmente usaba Diana. El hombre realmente extrañaba a la que sería su esposa, pero esa era la vida de una CEO exitosa y él lo sabía perfectamente.Poco a poco se fue quedando dormido y al hacerlo, una persona apareció en sus sueños, más bien un momento de su vida apareció en sus sueños.--- Santorini (Hace 23 años aproximadamente)Massimo llevaba cargando a Guadalupe mientras la chica trataba de seguirle el ritmo a sus besos.Era evidente que la chica poco sabía sobre cómo besar, ya que los únicos labios que en su vida había besado habían sido los de Massimo y Pietro, pero lo vivido con Pietro, era algo que se llevaría a la tumba.El hombre no quería ad