La puerta de entrada se abre abruptamente y la cabeza de Franchesca asoma con expresión de reproche.—¿Es que me habéis olvidado? Mirad qué tarde es, ya casi cae la noche —su voz lleva un tono de indignación.—Perdóname, abuela —responde James.—Ay, muchachito, entiendo que necesitéis recoger sus cosas, pero recuerda que ella está aquí para hacerme compañía, no para que satisfagas tus impulsos.—Lo siento, Franchesca —digo, con una sonrisa apenada—. Mi ropa estaba tan vieja... Y James se ofreció a renovarla.—Mía, tú y yo, tendremos una charla más tarde —dice, haciéndose a un lado para dejarnos pasar.Al cruzar el umbral, James me susurra:—Dejaré las bolsas en tu habitación.—Gracias. Yo empezaré con la cena.—No te preocupes por eso, pediré algo para cenar. Quédate con mi abuela.—Mejor que vayáis a daros una ducha. Después, veremos una película los tres mientras disfrutamos de la cena —ordena Franchesca.—Mía, si quieres, puedes usar mi baño para ducharte y estrenar tu pijama nuevo
—¿Se puede saber que haces en mi cama? —exclamo, horrorizada.—Oí tus gritos en la noche, me acurruqué a tu lado, esperando calmarte, y sin darme cuenta, me quedé dormido.—La próxima vez, despiértame. No hace falta que te metas en mi cama por una pesadilla.—Era mi plan, pero, entonces me abrazaste como si fuera un oso de peluche gigante. Te tranquilizaste al instante, y no quise ser el villano que interrumpe tu sueño. Además, dicen que los abrazos son el mejor remedio para las pesadillas.—Agradezco tu ayuda, pero ya puedes marcharte.—Si quieres que regrese, estaré encantado de velar tus sueños.—Venga, superhéroe, vete a dormir a tu guarida.—Buenas noches, princesa.—Buenas noches, James.Por su culpa, no he podido volver a dormir. La imagen la tengo grabada en mi mente, los dos, estábamos abrazados, y hasta puedo decir que su cercanía me estaba gustando.Me levanto de la cama. El día ha amanecido lluvioso, es lo que tiene vivir en Rosehills, un día te asfixias bajo un sol abrasa
Camino hacia mi club con pasos pesados, sintiendo cada metro como si fuera un kilómetro. El cansancio se acumula en mis hombros, y mi paciencia se ha agotado.—Ya es suficiente —me digo a mí misma.—Mía —la voz de James me sobresalta, y giro sobre mis talones para enfrentarlo. Allí está él, dentro del coche, con esa mirada arrebatadora.—Lárgate. No quiero verte más. Prefiero vivir en la calle antes que aceptar cualquier cosa de ti.—No digas tonterías, hace frío — gruñe, deteniendo el coche con un movimiento brusco.Lo miro con intención de quejarme, pero en lugar de eso, continúo mi camino sin decir palabra.—Súbete, por favor —insiste, estirando el brazo para abrirme la puerta del vehículo.—Te he dicho que te largues de aquí —sigo caminando, no pienso detenerme. —¡Por Dios, Mía, quieres parar ya! —exclama James. Se baja rápidamente, bloqueando mi camino—. Te estás comportando como una niña pequeña —Me agarra del brazo, y tira de mí hacia él.—¡Suéltame ahora mismo! —exclamo, inte
¡Increíble! ¡Me acaba de hacer la cobra! Me ha rechazado. Bajo la vista al suelo, no sé dónde meterme. ¡Dios mío, qué vergüenza!—Mía, no puedo, lo siento, perdóname, por favor.El primer hombre al que me atrevo a besar me rechaza, y sé que cuando mis amigas lo sepan, no podrán contener la risa.—Regresaremos andando, estamos cerca de casa, mañana volveré por el coche —dice, mientras me agarra de la mano.—¿Te importaría soltarme? Sé caminar sola.—Prefiero no arriesgarme.Comenzamos a caminar por las calles desiertas bajo la lluvia. De repente, empieza acariciar mi mano con su pulgar y me provoca un torbellino de emociones, y no en el buen sentido. Me acaba de rechazar y ahora estamos haciendo manitas pero ¿Este hombre es gilipollas o qué?Y justo cuando estoy a punto de decirle cuatro cosas al condenado, a lo lejos veo la figura de Richard en el porche de madera. Cuando estamos lo suficiente cerca, por su cara puedo adivinar que nos hemos metido en un gran lío. Al vernos cruza sus r
Me quedo paralizada por un segundo, asimilando sus palabras. Su revelación me ha hecho sentir como si estuviera flotando. Y tengo que admitir, que me ha encantado.—Mía, tenemos que dejar las cosas claras entre tú y yo —dice él, mientras camina por la habitación nervioso.—Te escucho.—No sé qué es esto, pero sé que no puedo ignorar lo que siento por tí. Te tengo en mi cabeza todo el día.Sus ojos no se apartan de los míos, y en ellos veo reflejada mi propia confusión, mi curiosidad, mi deseo de explorar lo desconocido. Por un momento, el mundo exterior desaparece, y solo quedamos él y yo, y la posibilidad de un comienzo.—Estoy seguro de que tú sientes lo mismo, aunque te resistas a reconocerlo. También sé, que ha pasado demasiado rápido. Pero, sabes que tengo una relación. ¿Qué te parece si resuelvo mi situación antes de que nos permitamos explorar lo que podría surgir entre nosotros?Lo miro, boquiabierta, incapaz de ocultar mi sorpresa. Tengo mariposas, elefantes y hipopótamos bai
La pelirroja acaricia la mano de James con ternura, y él, le devuelve una sonrisa cómplice. De pronto, siento su mirada dirigirse hacia mí, actúo con rapidez, escondiéndome detrás de un árbol.¡Madre mía, madre mía! susurro para mis adentros, con la esperanza de pasar desapercibida. Al girar la esquina, me topo con un grupo bullicioso de excursionistas. Sin perder un segundo, me mezclo entre ellos, camuflándome. Con cada paso que doy, la tensión en mi cuerpo va desapareciendo.Finalmente, cuando estoy lo suficientemente lejos, respiro profundamente aliviada. Ya que no puedo pasear tranquilamente, decido dirigirme a mi negocio para ver a mi amiga Jud. Al llegar al club, veo a una de las chicas de la limpieza que está afuera, distraída en una nube de humo de su cigarrillo. Me aproximo discretamente, y noto cómo su semblante cambia al reconocerme. Un destello de nerviosismo cruza su rostro, y no puedo evitar sonreír.—Buenos días, señorita Crawford.—Buenos días, Casandra.—Acabo de sal
¡Qué cabreo tengo! y no precisamente porque él no haya terminado con su novia. Entiendo que Julie es su pareja, y quizás se haya arrepentido de sus palabras. ¡Oye! Qué lo entiendo. No va a dejar una relación larga por otra chica que acaba de conocer, sin embargo, que me confiese que le gusto y luego, al día siguiente la trae a la casa para cenar.... eso me demuestra que tengo delante de mí, a un gilipollas, engreído y, para colmo, demasiado guapo el condenado. Por eso, me voy a ceñir al plan, necesito con urgencia las clases de seducción de Jud, para salir cuánto antes de esta casa y perderlo de vista cuánto antes.Me dirijo hacia el dormitorio de Franchesca con una bandeja con té y unos pastelitos. Doy varios golpecitos suaves a la puerta de madera con mis nudillos, poco después la abre.¡Lo sabía! Al verla, puedo comprobar que ha estado llorando, se aparta de la puerta, para dejarme pasar, entro despacio para evitar que el té caliente se derrame. Avanzo con cuidado, deposito la band
JamesAgarro a Mía del brazo para que vuelva a caminar. Si permanezco un minuto más en la sección de lencería acabaré tirándome de los pelos, y comprando todos los sujetadores de la tienda para ella ¡Pedazo de cuerpo que tiene esta mujer! Y su abultado pecho, lo bien que lo oculta con esas camisetas holgadas, todavía no sé cómo me he contenido en el probador, me han entrado unas ganas locas de arrancarle toda la ropa y verla completamente desnuda. Cada día que pasa, la encuentro aún más hermosa. Sacudo la cabeza, intentando deshacerme de esa imagen que se ha grabado en mi mente.Caminamos juntos, hasta que finalmente llegamos a la sección de perfumes. Comienzo a buscar uno para mí. Un frasco llama mi atención, por su diseño simple pero elegante. Al probarlo en mi piel, puedo decir que es perfecto para mí, las mujeres no se podrán resistir.Cuando veo a Mía contemplando un estuche de belleza. Está repleto de cremas corporales, geles y un millón de movidas para mujeres, que no sé ni pa