¿Debo sellar nuestra nueva amistad con un beso? ¡Ay, madre! Comienzo a sudar y no puedo negarme, debo empezar a conquistar a este hombre. Pero, ¿un beso en la mejilla o en los labios? Espero que sea en la mejilla, porque yo nunca he besado a nadie. —Está bien, pero solo será un beso.Con el corazón latiendo a un ritmo frenético, observo a James levantarse de su silla, camina hacia mí y se inclina, me quedo paralizada, solo deseo que esto acabe rápido. ¡Dios mío! El sudor comienza a brotar de mi frente. Deposita su beso, rozando la comisura de mis labios. Nerviosa, lo alejo de mí. Me levanto rápidamente de mi silla y salgo disparada al salón.Un rato después, escucho la voz de James llamárme desde la cocina, con cautela, me incorporo del sofá, aún sintiendo un leve dolor, camino despacio hasta llegar a la cocina y me llevo una grata sorpresa, la mesa está servida con sencillez, aunque ha preparado un plato básico, espaguetis con atún, lo ha preparado para mi y agradezco el detalle. M
James se acerca lentamente a mi, cierro los ojos, esperando ansiosa el roce de sus labios. Sin embargo, en lugar del esperado beso, siento un leve pellizco en la piel.—¡Lo tengo! Te he salvado de una picadura —exclama triunfante—. No tengo ni idea de qué insecto es, pero ya no podrá molestarte. Me debes una.Mis ojos se abren de golpe, y mi mirada se dirige a su mano abierta. La frustración me invade, ansiaba un beso. Este hombre me tiene tonta perdía, ¿Desde cuando yo he querido que un hombre me bese? La culpa es de él, por ser tan jodidamente guapo y por su repentina amabilidad.Avergonzada, vuelvo a centrar la mirada en el paisaje, para ocultar mi vergüenza. Siento el calor subir a mis mejillas, y se perfectamente, que mi rostro está adquiriendo el tono intenso de un tomate.Minutos después, llegamos al puente River Hills, James, le entrega un billete al taxista, y tras darle las gracias, nos bajamos del vehículo. Caminamos en silencio, bajo su estructura de acero. El lugar está d
La puerta de entrada se abre abruptamente y la cabeza de Franchesca asoma con expresión de reproche.—¿Es que me habéis olvidado? Mirad qué tarde es, ya casi cae la noche —su voz lleva un tono de indignación.—Perdóname, abuela —responde James.—Ay, muchachito, entiendo que necesitéis recoger sus cosas, pero recuerda que ella está aquí para hacerme compañía, no para que satisfagas tus impulsos.—Lo siento, Franchesca —digo, con una sonrisa apenada—. Mi ropa estaba tan vieja... Y James se ofreció a renovarla.—Mía, tú y yo, tendremos una charla más tarde —dice, haciéndose a un lado para dejarnos pasar.Al cruzar el umbral, James me susurra:—Dejaré las bolsas en tu habitación.—Gracias. Yo empezaré con la cena.—No te preocupes por eso, pediré algo para cenar. Quédate con mi abuela.—Mejor que vayáis a daros una ducha. Después, veremos una película los tres mientras disfrutamos de la cena —ordena Franchesca.—Mía, si quieres, puedes usar mi baño para ducharte y estrenar tu pijama nuevo
—¿Se puede saber que haces en mi cama? —exclamo, horrorizada.—Oí tus gritos en la noche, me acurruqué a tu lado, esperando calmarte, y sin darme cuenta, me quedé dormido.—La próxima vez, despiértame. No hace falta que te metas en mi cama por una pesadilla.—Era mi plan, pero, entonces me abrazaste como si fuera un oso de peluche gigante. Te tranquilizaste al instante, y no quise ser el villano que interrumpe tu sueño. Además, dicen que los abrazos son el mejor remedio para las pesadillas.—Agradezco tu ayuda, pero ya puedes marcharte.—Si quieres que regrese, estaré encantado de velar tus sueños.—Venga, superhéroe, vete a dormir a tu guarida.—Buenas noches, princesa.—Buenas noches, James.Por su culpa, no he podido volver a dormir. La imagen la tengo grabada en mi mente, los dos, estábamos abrazados, y hasta puedo decir que su cercanía me estaba gustando.Me levanto de la cama. El día ha amanecido lluvioso, es lo que tiene vivir en Rosehills, un día te asfixias bajo un sol abrasa
Camino hacia mi club con pasos pesados, sintiendo cada metro como si fuera un kilómetro. El cansancio se acumula en mis hombros, y mi paciencia se ha agotado.—Ya es suficiente —me digo a mí misma.—Mía —la voz de James me sobresalta, y giro sobre mis talones para enfrentarlo. Allí está él, dentro del coche, con esa mirada arrebatadora.—Lárgate. No quiero verte más. Prefiero vivir en la calle antes que aceptar cualquier cosa de ti.—No digas tonterías, hace frío — gruñe, deteniendo el coche con un movimiento brusco.Lo miro con intención de quejarme, pero en lugar de eso, continúo mi camino sin decir palabra.—Súbete, por favor —insiste, estirando el brazo para abrirme la puerta del vehículo.—Te he dicho que te largues de aquí —sigo caminando, no pienso detenerme. —¡Por Dios, Mía, quieres parar ya! —exclama James. Se baja rápidamente, bloqueando mi camino—. Te estás comportando como una niña pequeña —Me agarra del brazo, y tira de mí hacia él.—¡Suéltame ahora mismo! —exclamo, inte
¡Increíble! ¡Me acaba de hacer la cobra! Me ha rechazado. Bajo la vista al suelo, no sé dónde meterme. ¡Dios mío, qué vergüenza!—Mía, no puedo, lo siento, perdóname, por favor.El primer hombre al que me atrevo a besar me rechaza, y sé que cuando mis amigas lo sepan, no podrán contener la risa.—Regresaremos andando, estamos cerca de casa, mañana volveré por el coche —dice, mientras me agarra de la mano.—¿Te importaría soltarme? Sé caminar sola.—Prefiero no arriesgarme.Comenzamos a caminar por las calles desiertas bajo la lluvia. De repente, empieza acariciar mi mano con su pulgar y me provoca un torbellino de emociones, y no en el buen sentido. Me acaba de rechazar y ahora estamos haciendo manitas pero ¿Este hombre es gilipollas o qué?Y justo cuando estoy a punto de decirle cuatro cosas al condenado, a lo lejos veo la figura de Richard en el porche de madera. Cuando estamos lo suficiente cerca, por su cara puedo adivinar que nos hemos metido en un gran lío. Al vernos cruza sus r
Me quedo paralizada por un segundo, asimilando sus palabras. Su revelación me ha hecho sentir como si estuviera flotando. Y tengo que admitir, que me ha encantado.—Mía, tenemos que dejar las cosas claras entre tú y yo —dice él, mientras camina por la habitación nervioso.—Te escucho.—No sé qué es esto, pero sé que no puedo ignorar lo que siento por tí. Te tengo en mi cabeza todo el día.Sus ojos no se apartan de los míos, y en ellos veo reflejada mi propia confusión, mi curiosidad, mi deseo de explorar lo desconocido. Por un momento, el mundo exterior desaparece, y solo quedamos él y yo, y la posibilidad de un comienzo.—Estoy seguro de que tú sientes lo mismo, aunque te resistas a reconocerlo. También sé, que ha pasado demasiado rápido. Pero, sabes que tengo una relación. ¿Qué te parece si resuelvo mi situación antes de que nos permitamos explorar lo que podría surgir entre nosotros?Lo miro, boquiabierta, incapaz de ocultar mi sorpresa. Tengo mariposas, elefantes y hipopótamos bai
La pelirroja acaricia la mano de James con ternura, y él, le devuelve una sonrisa cómplice. De pronto, siento su mirada dirigirse hacia mí, actúo con rapidez, escondiéndome detrás de un árbol.¡Madre mía, madre mía! susurro para mis adentros, con la esperanza de pasar desapercibida. Al girar la esquina, me topo con un grupo bullicioso de excursionistas. Sin perder un segundo, me mezclo entre ellos, camuflándome. Con cada paso que doy, la tensión en mi cuerpo va desapareciendo.Finalmente, cuando estoy lo suficientemente lejos, respiro profundamente aliviada. Ya que no puedo pasear tranquilamente, decido dirigirme a mi negocio para ver a mi amiga Jud. Al llegar al club, veo a una de las chicas de la limpieza que está afuera, distraída en una nube de humo de su cigarrillo. Me aproximo discretamente, y noto cómo su semblante cambia al reconocerme. Un destello de nerviosismo cruza su rostro, y no puedo evitar sonreír.—Buenos días, señorita Crawford.—Buenos días, Casandra.—Acabo de sal