Poco después de que mi querida Olesia se marchara comenzó una terrible lluvia, era un aguacero sin precedentes, la tormenta causaba que el edificio entero se sacudiera violentamente, casi como si el mismísimo diluvio estuviera intentando cubrir la tierra con agua, gracias al cielo esto no era así, pero la intensidad me pareció algo casi diabólico, no podía dejar de pensar en las personas que no poseen casa y en lo desprotegidas que se encuentran. Mientras me quedaba viendo fijamente al techo junto al sonido incesante en todas partes del monzón, decidí que jugaría un poco de videojuegos antes de dormir, tenía una importante misión que completar en un juego de rol, seguro que eso me haría olvidar el desplante que mi amada CEO me había hecho, tome el control, encendí el televisor y justo al mismo tiempo la consola, cuando ingrese al mismo para cargar mi partida escuche el teléfono repicar, pero decidí ignorarlo, unos minutos sin prestarle atención no causarían ningún problema.El desafi
El fénix es la analogía más valiosa que se puede percibir en la vida, es el ejemplo perfecto de cómo podemos levantarnos tantas veces como queramos, solo movidos por la fuerte convicción del individuo. Es a lo que nos podemos aferrar cuando creemos que todo está perdido a la certeza de que, así como lo conseguimos una vez, lo tendremos nuevamente.Tras despertarnos por la mañana pude ver en los ojos de mi madre una convicción renovada, una señal de que su voluntad se mantenía intacta, tristemente la de mi abuelo no estaba cerca de eso, se le veía apagado, lúgubre y honestamente desanimado, nadie quería presionarlo, era obvio que necesitaría tiempo para recuperarse emocionalmente, porque eso era lo más importante, lo de adentro debía alzarse para que lo de afuera pudiera materializarse.—Bueno, empecemos a ordenar esta situación —Suspiró Olesia mientras cocinaba un delicioso desayuno, eran huevos revueltos, pan tostado y café.—¿Qué has pensado? —Cuestioné viéndola fijamente, ayudándol
Pensé que podría soportar sus comentarios, pero estos se volvieron incesantes, hasta un punto en el que la conexión entre mi abuelo y el mundo había desaparecido por completo, entro en un bucle donde solo existían las groserías. Era algo absurdo, si bien es cierto que la vida nos golpeó fuerte teníamos todas las posibilidades de nuestro lado para alzarnos de nuevo. Sin embargo, por más que se lo hacía saber esta volvía de nuevo con su retahíla.No estaba acostumbrado en lo absoluto a lidiar con ese tipo de conductas, incluso me llevo hasta las lágrimas cuando empezó a decir que nosotros habíamos arruinado su vida. Ese comentario dilapido mis emociones, yo no podía con eso, trate de ponerme a jugar, hacer otras cosas, tristemente el me seguía con sus palabras y yo ya estaba al borde del colapso, procedí a llamar a mi madre para que me sacara de esa terrible situación, gracias al cielo ya venía de regreso, con Olesia y por suerte con el psicólogo, allí descubrí mi poca paciencia y capac
En la vida llegamos a ciertos puntos donde no sabemos el porqué de las cosas, creemos que todo tiene una razón de ser, un motivo y por supuesto un destino, dejando de lado la posibilidad de que estemos inmersos en un pozo sin fondo, un callejón sin salida, tristemente esto es inevitable, a menos que tengas muy buenas personas para guiarte, las decisiones más importantes deben tomarse en solitario y nadie espera lograrlo bien de primeras.Olesia ha sido sin duda el camino más lógico que he tomado en mi vida, ahora mismo se ha convertido en mi salvadora y no puedo dejar de preguntarme ¿Por qué lo hace? ¿Qué ve ella en mí que valga tanto la pena como para entregarse de una forma tan dedicada? Esa interrogante a veces me escama la piel, no obstante perder el tiempo intentando dilucidar las razones de forma concisa es sin duda una muestra de flaqueza por mi parte, quizás ya debería conocerla y me gustaría que así fuera, desgraciadamente esto no ocurre. Cuando las cosas están más tranquilas
Conforme fue pasando la mañana me dedique a jugar en la consola y dormir otro poco, sabía que mi abuelo solo necesitaba la presencia de otro ser humano para no caer en la absoluta locura, no quería que hablaras con él, solo asintieras ante sus demencias, eso lo relajaba, por lo que a veces mientras yo descansaba el comenzaba con su charla y ni siquiera le importaba se lo oía o no, eso era trivial. Desayuné y almorcé sin ningún inconveniente, cuando mi madre llego esta lo hizo más serena, sin mis mensajes depresivos la cosa era más a mena, venia acompañada de una mujer afroamericana de ojos hermosos, cuyos rasgos fuertes parecían un símbolo claro de su rudeza en el carácter.—¿Todo está bien? —Consultó ella con preocupación.—Esta horrible, solo que ya estoy aprendiendo a llevarlo —Indiqué riéndome un poco, cuando las cosas son tomadas con humor su dificultad va mermando lentamente.—Tranquilos, desde ahora yo me encargo —Mencionó la señora con seguridad en su mirada.Esta se puso a ch
Al rato de tenerlo todo a punto nos fuimos a la playa, tomamos la misma carretera que ante recorrí con mis compañeros de trabajo, en esa ocasión con mi familia, solo que antes tocaba hacer una pequeña parada, en un determinado sitio estaba Arturo, con una cara muy tranquila y despreocupada, sin imaginarse ni por asomo la situación que iba a tomar.—¡Hola bro! —Saludé desde la ventana.—Hola brother, oye, pero con esas pintas pareciera que fueran a una piscina —Comentó entre risas, abriendo la puerta del vehículo para ingresar en el mismo.—Allá es para donde vamos —Declaró mi madre entre risas, arrancando el automóvil.—¿En serio? Me hubieses avisado para traerme ropa más decente —Reclamó este viéndome con desgano.—Surgió sobre la marcha, pero no te preocupes, traje unas cuantas, de mis cosas, alguna te servirá —Alegué confiado.—Oye eso era antes, ahora que tienes más musculatura seguro que me quedan flojas —Habló desconfiado —Aunque bueno, eso ya da igual, la verdad es que esto es
No tenía idea de dónde venía ese repentino arrebato filosófico. Quizás se trataba de por fin poder meditar a solas, creo que ese era un aspecto perdido en la última semana, estaba rodeado de personas desde que me levantaba hasta que me acostaba y al hacerlo yacía tan cansado que no deseaba conversar conmigo, solo entregarme al sueño y rezar porque el día siguiente fuera mejor.Vi a los niños temerosos en la orilla y me di cuenta de que tenía que apoyarlos, deseaban adentrarse más profundo, pero sin su madre esto jamás pasaría, me fui aproximando despacio, eran tan pequeños, tan inocentes y tan animados, solo podía imaginar quien fuera capaz de dañar algo tan puro, solo la auténtica maldad lo haría sin duda, porque cualquier persona con una moral dudosa no se atrevería.—¿Quieren entrar más profundo? —Sugerí con una mirada confiada, notando como a ambos se les iluminaba los ojos.—¡Si! —Exclamaron al unísono, solo dos pequeños con necesidad de recibir algo de atención, pues sus padres
—¿Vamos a nadar? —Invité dándole la mano.—Claro, porque no… —Su cara temerosa me divirtió un poco, suponía que se trataba de mero teatro, mi sorpresa fue mayúscula cuando note sus piernas temblorosas al entrar en contacto con la corriente —Mejor me quedo —Dijo está viendo fijamente con sus profundos ojos al horizonte marino.—Oye relájate, yo estoy aquí, hace un momento tenías medio cuerpo en el interior ¿Qué te ocurre? —Consulté tomándola por ambas manos. Jalándola lentamente y ayudándola a reponerse del vaivén de las mareas.—Era diferente, mis hijos parecían estar en peligro y las madres nos volvemos locas cuando eso ocurre —Habló esta con total honestidad.—Pues ahora es cuando realmente lo disfrutas, nadie está en riesgo, solo somos tu y yo, en las aguas, disfrutando —Inquirí tratando de que se calmara del todo.—Si me sueltas y me ahogo… —Quiso amenazarme, pero yacía tan horrorizada que no encontraba las palabras correctas.—Me buscaras como fantasma y me harás la vida imposibl