Capítulo 4

Zoe.

Que feo ver como mi jefa está lamiendo los zapatos del Adonis sexi, es que todo es; ¡Sr. Ston! ¿Qué le ofrezco? ¡Verá que todo se arreglara! Me pregunto una y otra vez ¿Qué puta es lo que se arreglara?

El maldito atropello mi moto y por su culpa no tengo vehículo y lo más doloroso es que ese era mi bebé.

Siento que ese animal que le pico a mi jefa le está afectando hasta el cerebro, ya que nos acaba de ofrecer su propia oficina, ¡no dio su oficina! Mi jefa sale de la oficina como una loca desesperada, dejándome sola con el imbécil que destruyo mi moto. Su carro caritzimo, ¡¡¡¡CARITZIMO!!! Así les digo cuando se trata de autos completamente incansables de comprar, por lo menos yo no lo puedo comprar, pero eso no le da el derecho de aplastar a una motito como la mía.

Su enorme carro desbarató mi moto, me duele en el fondo de mi corazón, y lo único que quiero es llorar y llorar.

—Lo siento —masculló—, no puedo explicar exactamente lo que me paso.

—¡Yo sí sé! —chillo.

—¿Qué es lo que sabe? —traga grueso.

—Que eres un irresponsable y por ser un estúpido no te fijas que mi bebe estaba frente a tus narices —con furia en mis ojos me encamino hacia él, reclamándole.

—Lo siento —a tan solo un metro de distancia, él toma mi mano y la jala uniendo su cuerpo con el mío.

Instantáneamente mi nariz choca contra su traje fino. Mmm… huele muy bien.

¿Pero qué hace?

Elevo mi mirada para verle esos ojos azules transformarse en unos ojos azules oscuros e intensos. Es guapo y joven, es castaño tirando a rubio, desde luego es alto, le llegó a la altura de su hombro. Siento perder la compostura y volverme loca en tan solo segundos, mis nervios aumentan y es imposible reprimir la presión que emana este lugar.

¡Dios, como no tentarme con un hombre como el Adonis, imaginándomelo encima de mí!

—Tieeeeneeesss… —tartamudeo.

—No te prometo el cielo y la luna, pero si te prometo hacerte volar —susurra, el Adonis inclina su cabeza paseando su boca por mi oreja.

¡Me mato...!

Impresionada y altamente excitada, intento contestarle, pero mi bendito cuerpo me traiciona reaccionando, sintiendo como mi vientre se deshace. No culpo a la Diosa del deseo, puesto que este hombre me descoloca, me altera en un par de segundos.

El recorrido de sus labios se detiene frente a mis labios. Sin dejar de mirarme, saca su lengua metiéndola como toda una exploradora.

El deseo sexual incrementa, sintiendo una electricidad magnética. No me muevo.

¡NO PUEDO RESPIRAR!

Lentamente nuestros labios se separan, así como en cámara lenta, abro mis ojos para quedar completamente estática observando la ricura de esos labios matadores. Involuntariamente muerdo mi labio inferior al imaginarme a este sabroso junto a mí.

Aaahhh… me vuelve loca y eso que solo he dado una probadita. Dios no me imagino como será probar y saborear este bombón completito.

—Ya by ´yel tebya (me gustaria comerte) —siseo, como una perra en celo.

—No me provoques rusa, no te imaginas cuanto me excitas —masculla con voz ronca sobresaltando su toque sensual.

—No te ilusiones mucho, ya que solo eres un hombre para quitarme las ganas, pero de ahí a algo más… lo dudo —doy media vuelta dándole la espalda.

¡Oh, Dios! Que he hecho, ¿cómo pude decirle tal cosa?

«Sí que eres una tonta Zoe». ¡Cállate, diosa de mis deseos!

No puedo quitarme las ganas de primeras a primeras y más si es la persona que destruyó mi bebe.

«¡Al diablo tu bebe, y mejor ponte a pensar en mis necesidades carnales!»

Te quejas porque quieres, puesto que tienes a Rhino, Vagiyoga y variedades de consoladores que te han dado placer, pero lastimosamente lo único que haces, es quejarte.

¡¡¡Pero es que quiero un pene de verdad!!!

—Rusa… rusa… rusa… —escucho los gritos insistentes del Adonis sexi.

—¿Qué? —chillo.

—Te he estado hablando y tú como si nada —me reprendes.

Vez diosa de mis deseos y provocaciones, ahora el sexi adonis pensará que soy una loca sin remedio.

—Lo único que puedes hablar conmigo es lo de mi moto —le lanzo una mirada de hielo.

—Mi aseguradora se encargará de todo y todo es todo —dice cruzándose de brazos.

—Perfecto, pero ahora que haré yo, ¿cómo trabajaré y como me transportaré? —protesto.

—Esperemos lo que la aseguradora me dirá y ahí tomaré cartas en el asunto.

—Aja —bufo.

—Mientras tanto podemos conversar de algo más que la moto —jala la silla hacia él, para sentarse a frente a mí.

—¿Cómo de qué quieres hablar? —hablo con desdén.

—Iniciando por tu novio —murmura.

¿Novio?

—No te entiendo —arrugo el ceño.

—El chico es tu novio o tu amigo —pregunta con una pizca de curiosidad.

—Es mi exnovio— respondí— de golpe—. Ahora me toca a mí, ¿qué estabas pensando cuando atropellaste a mi bebe?

Por un momento guarda silencio para luego frotar sus sienes.

—Creo que mi mirada se perdió en el horizonte —aspira.

Doy dos pasos adelante, quedando a unos metros de él, sin quitar la mirada penetrante en el sexi, me inclino hacia delante, poniendo ambas manos al lado de los brazos de la silla, quedando mi cara con la suya.

—¿Ese horizonte era mi silueta pegado junto a la de mi ex? —logro que salga de mí una voz sensual.

—No pasa nada si te digo que te quiero follar aquí mismo —masculla.

Que hombre más cínico, mi corazón palpita como un condenado, y ahora más que veo que está tan deseoso como yo. Como diría mi hermana y la diosa que llevo dentro. ¡Quiero un pene que me penetre! Ambas tienen razón y no puedo negarme a una aventura, puesto que llevo casi dos años sin nada y eso es porque he querido y me he resistido de las tentaciones como la que tengo presente.

Soy de las personas que piensan que no hay necesidad de tener un pene porque uno mismo se puede dar placer. Aaah…, pero lo malo es que en este momento quiero un pene de verdad y eso es culpa de mi hermana la exhibidora y de mi diosa de lujuria.

—No pasa nada si te digo que eres un ofrecido y un urgido —susurro cerca de sus labios.

Tengo ganas de besarlo, morder esos labios carnoso, acariciarlo, tenerlo, poseerlo… Deseo que me folle encima de ese escritorio.

—No me molesta ¿y sabes por qué?

—No —niego con la cabeza.

—Porque yo no me enamoro, y eso no quiere decir que me revuelco con cualquiera que me abra las piernas —alza sus manos y toma de mi cintura—. Es la mujer que llame mi atención, y no te imaginas cuanto deseo tenerte junto a mí.

—Jamás me enamoraría de ti —alzo mi mirada para penetrarla en esos hermosos ojos—, porque no eres mi tipo y menos para algo serio, entonces tenemos casi el mismo pensar.

—A la m****a el amor —brama.

Se abalanza sobre mis labios, sus manos jalaron mi cintura hasta quedar mi cuerpo encima de él. Una mano la tiene en mi cintura, con la otra mano me agarra del pelo, tira hacia abajo para levantarme la cara y pega más sus labios a los míos. Gimo, lo que me permite aprovechar la ocasión para meter su lengua y recorrerme la boca. Nunca me habían besado así. Mi lengua acaricia tímidamente la suya y se une a ella en una lenta y erótica danza de sensaciones, de sacudidas y empujones.

—Mmm… —jadeo.

—Sr. Ston —dan dos toques a la puerta.

¡Mi jefa!

Inmediatamente abro mis ojos y me separo de esos labios adictos. Siento mis labios hinchados por ese tremendo beso.

—Pase —gruñe el papi sexi.

Al parecer el hombre sexi esta de mal humor, y quien no estaría con enfado dado que una diosa de la lujuria lo acaba de dejar con una enorme calentura. Mmm…

—El joven que anda con usted quiere hablar urgentemente —en par de segundos entra mi jefa mientras que yo trato de disimular y medio acomodar mi cabello que paso de un cabello lacio a un cabello sin remedio.

—Puede decirle que pase —dice sin ninguna emoción en su rostro.

Este hombre es bipolar o sabe esconder lo que su cuerpo desea.

—En un segundo —mi jefa asiente y en un rayo de luz sale de la oficina.

—¿Cómo le haces?

—¿Hacer que?

—Como le haces para que mi jefa te lame las suelas de tus zapatos —penetro la mirada.

—Mmm… Eres muy curiosa —ladea la cabeza.

—Jayden —el amigo del engreído sexi hace acto de presencia—. La aseguradora se acaba de llevar el auto y la moto.

¡¡¡Oh, mi moto!!!

—¿Y qué pasó?

—La moto esta completamente… —guarda silencio al verme—. Dicen que estará lista en un mes o más.

—¿Qué? —grito.

—Tranquila rusa —el sexi trata de tranquilizarme, pero eso es imposible—. Manda a traer uno de mis autos William.

—Ya lo hice —contestas.

—¡Perfecto! —se levanta y antes de dar un paso alisa su traje fino—. Zoe, quiero que vayas con William al auto mientras que yo me quedaré hablar con tu jefa, no quiero que trabajes el día de hoy en visto de lo ocurrido.

—Pero…

—No hay pero que valga.

—Lo siento mucho, pero tengo trabajo y luego —guardo silencia antes de seguir hablado de más.

—¿Luego qué? —pregunta con demasiada curiosidad.

—No hay necesidad que hable conmigo Sr. Ston, ya que la Zoe… —pausa mi nombre—, sé ira a su casa y mañana se puede presentar para otorgarle un nuevo puesto.

¿Qué m****a está diciendo? Será posible lo que mis oídos están escuchando, ¿le pasara algo a esta vieja? ¡¡¡Tiene que ir al psiquiatra!!!

—Entonces todo está arreglado —el sexi da un fuerte aplauso del que me saca de mi cara petrificada.

—Vaya Srta. Zoe, ¡es una orden! —enfatiza la última palabra.

Una orden, más bien veo que me está vendiendo o mejor dicho le está lamiendo más las zapatillas al sexi, hasta el nivel de tener esas zapatillas brillantes.

***

El sexi abre la puerta del copiloto de su Audi 4x4 negro y subo sin esperar que me lo diga o exija.

Enciende el motor, para luego ponerlo en marcha, abandonando el restaurante. Aspiro fuertemente y tranquilizo esa idea en la que mi hermana me vea con este sexi adonis.

(...)

—Gracias —bajo un poco la mirada.

Ambos estamos frente a mi casa, y el amigo decidió quedarse dentro del auto.

Puedo ser una chica; loca, prepotente, peros un poco agradecida y dije un poco por qué el tiene la culpa de que yo no tenga mi moto.

—Mañana vengo por ti —dice con tono surgente.

—No seas mandón —bramo.

—Zoe… —escucho los gritos de mi hermana, volteo a ver, en efecto, es ella saliendo de la casa en compañía de mi cuñado.

—Hermana —siseo entre dientes.

—Él es...—al acercarse mi hermana lo primero que hago es presentarle al sexi, pero para mi desgracia guardo silencio al no recordar su nombre, puesto que le puse el pronombre de… ¡El sexi adonis o el papi sexi!

—Jayden Ston —educadamente él extiende su mano para saludar a mi hermana y luego a mi cuñado.

Ash… ¡Demasiado serio el señor!

—Primera vez que veo que Zoe trae a alguien a su templo sagrado —habla entre risas.

—Que graciosa —le lanzo a mi hermana una mirada de muerte.

—Disculpe Sr. Ston, pero es cierto todo lo que dije —la estúpida me está retando y de paso se está vengando de todo lo que le he hecho.

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