Capítulo 2

—¡Rusa! —exclama sorprendido—Hay algo más que deba saber.

—No, no hay nada que deba decirle —doy dos pasos hacia atrás—. ¿Sabe por qué?

—No —niega.

—Porque usted no tiene poder sobre mí, así que págueme de una vez—insisto.

—Permítame —avanza hacia mí, me quita el paquete de comida.

Al ser liberada de esa carga comienzo a masajear mis nudillos. Por un momento me pierdo ante esa postal que se ve detrás de ese ventanal de vidrio, ¡Wao!

¡Qué hermosa es la ciudad!

—Kak milo (Qué lindo) —doy un fuerte suspiro.

Un insistente sonido del teléfono me saca del mundo de fantasía que estaba viviendo hace un momento, ¡VOLVIENDO A MI CRUDA REALIDAD!

—Como me dijo que se llamaba —masculla el hombre sexi con voz ronca.

—Me llamo, ¡La cobradora del servicio que va a consumir! —extiendo mi mano—Disculpe, pero no tengo su tiempo.

—Espere un momento —dice con tono surgente.

Los ojos azules se encamina a una mesa de vidrio que está cerca del gran ventanal, dejando el paquete de comida para luego tomar la llamada.

Él empieza a balbucear, aunque quiero agrandar mis orejas ¡No puedo! Como quisiera tener las orejas de Dumbo en este momento. Mi mirada se queda ante el movimiento de sus labios, moviéndose al compás de sus palabras. Después de un momento él me llama con la mirada.

—Si —digo descaradamente.

Me extiende el teléfono, con un poco de nerviosismo y miedo lo acepto.

—El Bufete Ston, acaba de pagar su servicio, así que te puedes retirar cuando quieras —habla mi jefa con un tono de felicidad—. Espera Zoe… —exclama—. Tienes el día libre, mañana te puedes presentar a laborar.

¿El día libre?

Que le ha picado a mi jefa, mmm… ¡Como deseara que ese animal milagroso le pique todos los días!

—Perfecto —asiento. Corto la llamada, para luego ver al Adonis.

—Se puede quedar tranquila ahora que he pagado.

—Gracias y no se preocupe que trataré de no venir a este lugar.

—No le he prohibido el paso, pero en otra toque antes de entrar o avise si quiere presenciar una escena candente—masculla con una voz ronca y sensual, mi cuerpo reacciona ante el deseo de este hombre, pero así como entro el deseo, entro mi lado prepotente.

—No se equivoque conmigo y mejor respete —chillo, la adrenalina empieza a bombear por todo mi cuerpo.

Dejándolo con la palabra en la boca salgo de esa oficina hecha humo. ¿Cómo pueden existir hombres tan insoportables?

«No sé por qué te quejas Zoe o será porque no eras la rubia de la que él estaba disfrutando y agregándole el placer que él provocaba en ella».

¡Cállate…! Nooo… no me juzguen, pero es que mi conciencia me hace perder los estribos.

—Y ni creas que volverás a pisar un pie en esta oficina y menos en este edificio —las patas de urraca empezó a escupir su veneno.

Cierro mis ojos, inhalo y exhalo, embozo una sonrisa e ignoro a las patas de urraca y me adentro al ascensor.

Nadie me quitará la felicidad que llevo, puesto que mi jefa me ha hecho feliz dándome la tarde libre, «aunque no sé que fue lo que le pico».

Salgo de ese edificio como alma que me lleva el diablo, la adrenalina la llevo al límite hasta sentir como mi cuerpo explota en mil sensaciones, hasta hacer perder mi cordura.

¡Qué día tan loco!

Por mi vida y la vida de mi hermana juro que este día no lo podré olvidar aunque lo anhele, ¿Quiero saber quien está dispuesto a olvidar a un hombre como el que vi o de como presencie una escena sexual?

Con una sonrisa fingida me despido del guarda de seguridad para luego dirigir mi mirada a mi único amor y transporte. ¿Amor? Sí, le digo amor al único vehículo que me saca de apuro, agregándole que me lo regaló mi hermana y yo soy de las personas agradecidas con lo que uno le regalan... «¡Y lo que se regala no se quita y menos regalar algo que te lo han dado con mucho amor!».

Saco mis llaves del bolsillo de mis vaqueros, me pongo mi casco, puesto que es obligatorio y es importante usarlo. «Nadie sabe con quién se topará».  Me subo a ella inclinando mi trasero y sentirme única y especial, con mucho amor inserto la llave para en un dos por tres ponerla en marcha, veo a ambos lados para tener más cuidado por el tránsito y la hora pico que se avecina.

Me dirijo a mi casita, es un barrio de clase media y no me quejo por vivir cinco años en esta hermosa ciudad, aunque siempre digo, «no aferrarse a lo material, pero tampoco anhelar algo que no puedes tener».

Soy clara y pelada, no me gusta andar con rodeos y menos soy de las personas que reciben y no dan o como de las personas que me buscan y me encuentran.

¡Despejado…! La pista es todo mía, aceleró sintiendo la brisa golpear mis mejillas y el frío adentrarse en mis poros, sin duda llegaré en tan solo veinte minutos o menos. El tiempo y menos el espacio son los que me dominan, puesto que son mis colegas.

Tengo un par de horas para descansar mientras se llega la hora para asistir a mis clases nocturnas, voy por mi tercer año y por nada del mundo dejaría a medias mi carrera de un sueño anhelado.

(…)

Veinte minutos después, parqueo mi moto frente a mi casa, me bajo de ella para poder abrir el portón del cerco de madera… ¡Sí! Es una casita humilde pero excepcional y única, porque en ella habita dos mujeres únicas y maravillosas. Antes de meter mi moto puedo notar que en el garaje está el auto de mi hermana y ¡Wao…! Volteo hacia la calle y lo que mis ojos ven es que el Ferrari rojo del novio de mi hermana que está estacionado al otro lado de la calle, y eso quiere decir que estos dos tórtolos están en la casa.

Con una media sonrisa en mi rostro me dirijo hacia mi moto para meterla al garaje, ¡corrección! No es que tache de malandrines y ladrones a todos los que viven en mi barrio, lo que pasa es que los ladrones entran a una zona sana.

Termine de estacionar mi moto, cierro el portón y me encamino hacia la puerta de mi casita, sacó las llaves y en un par de segundos la abro. Me quito el casco, de un jalón cierro la puerta para luego encaminarme a mi dulce y habitable casa.

¡Santa diosa de los Dioses! Pero ¿Qué estoy viendo?

¡Dios! Veo a mi hermana arrodillada como una puta sumisa, haciéndole sexo oral a su novio mientras que él está bien cómodo en silla del comedor, disfrutando de la mil sensaciones que mi hermana está provocando. Él posa ambas manos en su cabellera empujándola con ímpetu hasta que su pene sea penetrado por esa boca.

¡¡¡Viendo detalladamente cincuenta sombras en persona!!!

¡Uuufff! Mi hermana está desnuda, dejando ver su culo y su silueta perfecta, sus manos las posas en la rodilla de él. 

¡BASTA ZOE!

 ¿Por qué estoy viendo? Cierro mis ojos, no quiero seguir viendo porque es mi hermana.

Ella es mi hermana y él mi cuñado. ¡Oh, por Dios! He visto su aceptable pene, ¡claro! Él tiene lo suyo y no me quiero imaginar lo que ese tamaño puede hacer dentro de su… «¡Cállate Zoe, recuerda que es tu cuñado!».

¿POR QUÉ ME HACES ESTO DIOS? NO ES JUSTO QUE PRESENCIE DOS VECES EN UN DÍA, UNA ESCENA MMM… SEXUAL Y LO PEOR QUE EN PRIMERA FILA, AGRADÁNDOLE QUE... ¡¡¡COMEN DELANTE DE LOS POBRES!!!

«¡Dios, estás tentando a esta buena samaritana en que alguien le quite la calentura que se carga!».

—Sha… ra… —siseó en voz baja—. Por favor Shara—trago grueso al escuchar los gemidos de mi cuñado y los jadeos de mi hermana—¡¡¡SHARA!!! —gritó con toda la fuerza de mis cuerdas vocales.

—Zoe —escucho la voz de mi hermana—¡Madre mía! —grita mi hermana.

—No quiero interrumpir su momento mmm… sexual, pero como verán no quiero ser cada vez más partícipe de la tensión sexual que ambos emanan.

—¿Pero qué haces aquí? —vocifera—¡Tú tienes que estar trabajando!

—Si estoy aquí es porque también es mi casa y no me culpen por ver el miembro de mi cuñado y por ver las habilidades que tienes para hacer sentir a un hombre mmmm… —muerdo mi labio inferior.

—ZOE… —ambos gritan al unísono sorprendiéndome y a la vez divirtiéndome de solo imaginarme los avergonzados que deben estar.

—Ustedes son los culpables porque comen pan delante de esta pobre prójima, que lo único que ha hecho el mundo entero es calentarla… calentarla… y calentarla.

—¿Qué m****a te sucede? —siento unas manos posándose en mi brazo, sin pensarlo abro mis ojos.

Mi hermana está frente a mí, ¡obvio que ya no está desnuda! Lleva puesta la camisa de mi cuñado, su cara está que arde, aunque no sé si es de rabia, pena moral o de placer. Mis ojos van directo hacia sus labios ¡Wao! Los tiene rojos e hinchados, y eso me hace pensar que es buena mamad… ¡Ssshhh!

—No me sucede nada Shara —dejo mi pensamiento y enfrento a mi hermana—. No es justo que hace una hora presencie una escena casi igual a la de ustedes y ahora vengo a mi casa porque de milagro me dieron libre el resto de mis horas laborales para encontrarme a mi hermana foll…

—¡Cállate Zoe! —me reprende. No me dejo terminar la frase, pero en mi pensamiento si la puedo terminar.

«¡Te follaste por la boca el pene de tu hombre!».

 ¿Envidia? No me da envidia el hombre que tiene mi hermana porque lo respeto, pero no negaré que deseo quitarme esta calentura que emana mi cuerpo.

—Con su permiso y siga con lo suyo mientras que yo iré a quitarme esta enorme calentura —con una sonrisa en mi rostro me alejo de ellos encaminándome a mi habitación.

La manuela será mi compañera de consuelo y la que me quitara estas ganas que tengo. ¿Quién es la manuela? Es mi mano derecha, mi pañuelo de deseos, es la que me hace perderme en el mar de sensaciones.

Entrando a mi habitación coloco mi casco encima del mini sillón y mis llaves las dejo encima de la mesita de noche. Jadeo dejándome caer en mi suave y cómoda cama Queen size (“tamaño reina”) no lo digo yo, eso lo dicen en las casas comerciales y no tengo la culpa de creerme esa propaganda, extiendo mi mano tomando una almohada de osito panda, llevándolo hacia un lado de mi cara, dando un fuerte suspiro.

Mi habitación no es inmensa, pero es acogedora y es una parte de mi paz interior, dentro de mi templo hay una cama suave, un par de mini sillones, un closet, una mesita de noche, un escritorio y obviamente lo que no tiene que faltar es la ducha personal. Soy una chica exigente por eso me esfuerzo en trabajar y estudiar para darme todo lo que necesite.

—Zoe… Zoe… Zoe… —los gritos de mi hermana retumban por toda la casa—¿Explícame por qué no estás en el trabajo?

—Ya te lo expliqué Shara —resoplo, levantándome de mi zona de confort—, y no me repitas ¿Qué haces aquí? —enfatizó e imitando su voz—Quiero un pequeño relax para ir a la universidad.

—Deberías buscarte un novio para que dejes en paz a la Manuela —se suelta a reír.

«No se sorprendan porque mi hermana es de las que pertenece al club bipolaridad».

—No sabes lo que mi manuela puede hacer y también mi “Rhino” —embozo una sonrisa maliciosa.

¡¡¡CLARO QUE SOY UNA CHICA PERVERTIDA A MIL…!!!

—¿Quién es Rhino? —se cruza de brazos para prepararse de mis palabras de sesenta grados.

—Mmmm… No te imaginas quién es o de lo que puede hacer —muerdo mi labio inferior—, es más ni menos que mi “Dildo Rhino Cereza” —me suelto a reír a carcajadas dejándome caer sobre la cama.

La cara de mi hermana es todo un poema y eso es lo que me hace estallar de risa hasta una que otra lágrima salen de mis lindos ojos.

—A ese ritmo no tendrás ningún hombre detrás de tu lindo trasero —habla con tono surgente—, me preocupa que te quedes solterona y después cuando quieras tener un verdadero falo dentro de ti verás que nadie querrá mirarte porque ya estarás vieja. “Una vieja en apuros”.

—No insultes a las mujeres que no quieren tener un hombre a su lado —me suspendo de la cama y menos de dos segundos estoy frente a ella—, porque una mujer vale con o sin un hombre a su lado—masculló—. Shara, mejor preocúpate en casarte antes que pertenezcas a mi club.

—Lo siento Zoe, solo que prefiero un pene de verdad y no un Dildo —susurra—. Zoe, en este momento saldré con Daniel para darte la privacidad que necesitas con “Rhino” —dice entre comillas.

—Gracias por tu generosidad —doy un paso y alzo mis brazos para abrazarla—, y tú ve a terminar lo que empezaste porque estoy segura de que en el momento que Daniel me vio se le suspendió...

—Y todo por tu culpa —se queja.

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