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Capitulo 4 ´´ Desconocido´´

Leah se preparó para su último día de vacaciones, luego de preparar el desayuno y dejarlo listo; antes de salir le dio un beso a su pequeña en la frente y se despidió de la niñera.

Al revisar su teléfono vio un mensaje de su jefe.

Señor D: Disfruta tu último día de vacaciones, mañana al fin es el gran día.

Te exprimiré el doble. Pásalo bonito.

Leah no pudo evitar soltar una carcajada, sin duda siempre salió con unas locuras que solo el señor Damián podía decir, le respondió con un pulgar arriba. Detuvo el taxi y le dio la dirección del spa del nuevo hotel, sabía que se lo había dado para que disfrutara, pero sin duda quería que viera el control del nuevo lugar. Los últimos años habían sido un completo caos, pero algo siempre era seguro el cariño y la confianza de su jefe.

Al llegar al lugar bajo y pago al taxista y al entrar se dirigió al lobby y pregunto por su cupón, la atendieron inmediatamente guiándola al nuevo sector del hotel sin duda al mirar se sintió orgullosa de ser parte de aquel diseño fantástico, dándole unos masajes relajante y acupuntura, luego le hicieron el pedicuro y le arreglaron sus manos, se sentía relajada y el olor a vainilla impregnado en su cuerpo lo adoraba.

Al medio día le hicieron llegar el almuerzo, se deleitó con cada plato y postre. Tomó su teléfono y le escribió un mensaje a su jefe agradeciéndole por todo, no sabía cuánto necesitaba relajarse. Luego de quince días llenos de muchos saltos y carreras.

—Señorita, ¿Dónde encuentro la sauna? —le preguntó a una las chicas que pasaba.

—Al final al fondo, el de la derecha... Recuerde que no puede entrar con ningún tipo de artículos —le hizo recordar.

—Muchas gracias—se levantó luego de haber reposado lo suficiente para ir a su última parada para marcharse a casa, ya de cierta forma se sentía ansiosa sabía que Fabiano estaba en buenas manos mas no podía evitarlo, había dejado el teléfono en el pequeño casillero.

Se cambió enrollado el paño alrededor de su cuerpo. Cogió un pequeño paño para ponerlo en sus ojos, aquello era relajante pero aquel sentimiento no duró mucho hasta que vio una luz que parecía que salía de un objeto, se levantó viendo un hombre de espaldas. Aquello la enfureció.

—Esto es una completa estupidez, no voy a grabar— decía el hombre enojado, ella abrió sus ojos ligeramente.

—Oye! Pervertido ¿Qué crees que haces? —dijo enojada haciendo que el hombre se volteara, casi grito al darse cuenta que era el hombre que a veces perseguí sus sueños, el hombre de hace seis años atrás. Casi se sintió estúpida por pensar que era un buen tipo.

—No es lo que crees que es—dijo intentando explicar la situación maldecía su abuelo—. Estoy haciendo una revisión de estructura y verificando que el calor no se filtre, no lo entenderías.

—¿Me crees idiota? Eso no se hace, necesitas una autorización para ello y cuando el lugar este sin ningún personal—dijo enojadísima al pensar que le vería la cara de tonta—, Hahn hasta tienes la cara de mentir. Ayuda, ayuda hay un idiota grabando dentro del sauna.

Fabio la miro alarmado, apretó las manos sintiendo que todo se le escapaba de las manos. Era culpa de ese viejo.

Varias personas se acularon para ver lo que sucedía y rápidamente llegaron los trabajadores.

—Debería tener mejor control sobre la sauna, cualquier Pervertido puede entrar y grabar o que se yo— dijo quejándose —, deberían llamar a la policía, está prohibido por una razón, además está en el área de mujeres está claro lo que venía hacer— todos a su alrededor empezaron a murmura lo que decía la mujer tenía razón, no existía algún tipo de explicación para que el hombre estuviera allí.

—No soy un pervertido. Déjame explicarte....

Leah lo corto enojada riéndose.

—No es como si fueras admitirlo, tú de verdad no tienes vergüenza.

Él la miró con la boca abierta, y maldijo por dentro esto era culpa de ese vejestorio que tenía por familia, debería haberle dicho que revisara las instalaciones por el mismo, era su hotel después de todo, contuvo las ganas de decir que era el nieto del dueño, pero sin duda eso no le gustaría.

—Tu pienses de esa manera no se supone que lo sea, además —menciono intentando lograr calmar la situación, no quería terminar en la cárcel y al siguiente día en la prensa.

—Señor necesita acompañarnos y proceder con procesos—dijo un guardia llegando al sitio.

Fabio acompañó al hombre, pero antes de marcharse le dijo:

—No me olvidaré de esto, lo juro— le grito furioso y luego se quedó observándola por un momento se le hacía conocida—¿Nos conocemos?

—Lo esperare, que tengas un lindo día—le grito de vuelta, para luego levantar una de su ceja—, no, nos conocemos.

Fabio maldecía en el momento en que se cruzó con esa mujer, espera ansiosamente al viejo, no podía ser desde el primer día, sus ganas de tomar el primer vuelo a Inglaterra y pelear con su abuelo sobre su estadía. Había sido largos seis años en los que había puesto trabas una y otra vez.

—Señor necesitamos su identificación —le pidió el guardia de seguridad—, si no tendremos que llamar a la policía.

—Ya viene en camino, espero que se apure —dijo impaciente habían pasado más de veinte minutos. Todavía no podía entender que Berlín siendo tan grande tenía que chocar con una loca mujer.

—Hijo, ¿Qué ha pasado? — preguntó, él guardia de seguridad reconociendo a uno de los huéspedes más frecuentes del hotel.

—Me he topado con una loca, y por tu culpa me ha tachado de pervertido—se quejó mientras se levantaba del asiento y se acercaba donde su abuelo presentaba su identificación.

—No es como si fueras encontrarte otra vez con ella— bromeo riéndose de lo sucedido—, aunque fue mi error lo admito.

—Dios no lo quiera, eso me volvería loco—expresó aterrorizado de solo imaginar volver a toparse con la misma mujer.

—Está bien, vamos a comer. Y dejemos esto en el pasado.

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