CAPITULO XIV

Mielle observó a través de su cortina cómo el hombre salía de su auto luego de un largo día de trabajo y entraba a su casa, saludando a su esposa que estaba preparando la cena y dándole algunos besos mientras la abrazaba.

Había estado espiando durante unos días cuando descubrió quiénes eran sus vecinos y no tenía nada mejor que hacer, se sentía como una mirona pero era fascinante ver la vida normal de una familia perfecta.

Mientras seguía espiando a través de la cortina, Mielle no pudo evitar notar los pequeños gestos de cariño que Tristan compartía con su esposa, los cálidos abrazos y los pocos besos que le daba al llegar a casa del trabajo.

Era casi como si estuviera presenciando un cuadro perfecto de felicidad doméstica, una escena que parecía sacada de un sueño de felicidad conyugal. A pesar de sentirse como una voyeur, Mielle se encontró incapaz de apartar la mirada de la escena.

Los pensamientos de Mielle se vieron interrumpidos al ver al alcalde jugar con sus hijas gemelas en
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