Isabdiella despertó aún cuando la oscuridad reinaba en Palacio y dejándo un beso en la frente de Drew se marchó a sus aposentos. Como cada mañana tomó el café con su padre y hablaron animadamente, aseguró que aquella mañana pasaría por el colegio de chicas y luego la tarde en el hospital. Zabdiel intentó hablar sobre Hassan pero ella cortó el tema. Desayunaron alegremente y luego de eso cada uno se marchó en dirección a sus distintas actividades. Isabdiella, llegó a la habitación fucsia y unos minutos después lo hizo Drew. —¿Dormiste bien?— le preguntó besándo su frente. —Si, muy bien— dijo un poco ruborizada. —Me sorprendió no verte esta mañana. —Me fui cuando aún estaba oscuro. Ayer por la mañana el tío Zahir me vio salir de tu habitación, casi me mata del susto y al llegar a mi habitación me he encontrado con mi padre que me esperaba, ha sido bastante incómodo ya que estaba preocupado al no verme en mi cama.—¿Y que dijo?— la miró preocupado.—Afortunadamente ha asumido que est
—¡¿Qué?!— Vanessa se incorporó como un resorte y se llevó ambas manos a la cabeza intentando evitar el mareo que acababa de atacarla.— ¿Desde hace cuánto? —Dos días — dijo ruborizada.—¡Ay Dios mío, tu padre matará a mi hermano!— dijo la Reina preocupada— ¿Se volvieron locos?, Sé que soy la menos indicada para decir esto, aún recuerdo el día que me encontraste en la cama con Nael, pero. . .—Fue lo más vergonzoso de mi vida— aseguró Isabdiella— nunca podré borrar de mi memoria el magnífico trasero de mi hermano— dijo conteniendo la risa. —¡No te rías Isabdiella, esto es serio!—Lo sé, pero antes de que sigas, debo aclarar que no hemos hecho el amor, sólo hemos dormido. . .—¿De qué hablas?— la miró confundida.—Si, dormir. He sufrido de pesadillas y he corrido a él, me ha reconfortado y me he quedado a dormir entre sus brazos— se ruborizó— y anoche también. —¡Por Dios bendito! ,¡Oh, Alá!— Vanessa se dejó caer sobre las múltiples almohadas. —Igual tu padre lo mataría, verlos juntos
Aceptó aquella invitación movida por la necesidad de estar un poco más junto a Hassan, disfrutar de la calma, la paz. . . la indudable tranquilidad que obtenía a su lado.Al llegar a casa de Hassan, Isabdiella se encontró rodeada de mucho cariño sincero. Los guardias se quedaron en la puerta esperando a que su Princesa saliera, mientras que Mishah fue enviada a la cocina. La madre de Hassan era una hermosa mujer, con rasgos Norusakistanes; profundos ojos oscuros, una hermosa y larga cabellera negra como la noche. Su padre, todo un caballero, alto, robusto, dedicado al trabajo fuerte y con una hermosa sonrisa, tenía tres hermanos. Su única hermana mujer quien le seguía en edad, se había casado hacia un par de años, conformando así su propia familia, sus dos hermanos mejores guardaban mucha similitud con su hermano mayor. Isabdiella reconoció en Hassan la tierna mirada de su madre y la dulce sonrisa de su padre, sin lugar a dudas la combinación perfecta, ya que resultaban ser los rasg
Drew, entró a la habitación sintiendo un profundo peso en su pecho, sentía frustración por las incesantes miradas de tristeza que le dedicaron toda la noche las mujeres de la familia. Cuando ya no lo pudo soportar más, fue el primero en despedirse y marcharse a su habitación. Estaba confundido, triste, furioso pero sobre todo, los celos le consumían lentamente. Se quitó toda la ropa y caminó desnudo al baño, necesitaba ducharse para así poder relajar su cuerpo. Duró lo que pareció horas bajo la abundante y fría agua de la ducha, hasta que se sintió satisfecho con el inclemente frío que le calaba los huesos, se envolvió en el elegante albornoz y con una suave toalla secó su mojado cabello. Al llegar a la habitación, suspiró frustrado, se secó y se colocó un pantalón de pijama. Caminó hasta el enorme ventanal y contempló a lo lejos el desierto. Estaba completamente seguro de que debía presionar a Isabdiella para que decidiera, ya que no soportaría por mucho tiempo aquella situación qu
—Fue un viaje sumamente agotador— dijo Suseth— pero valió la pena viajar gran parte de la noche solo para llegar a tomar un café con ustedes— terminó con una enorme sonrisa.—Ésta vez el viaje se me hizo más largo— se quejó Matt— quizás sea porque cada día estoy más viejo.—Estás maravilloso, papito—dijo Vanessa.—Gracias, mi amor.—Yo estoy deseando dormir — dijo Suseth— ¿nuestras recámaras serán las de siempre?— preguntó mirando a Isabella y luego a Vanessa, quién miró de inmediato a la matriarca.—¡Oh no cariño, no me mires así!— rio ella— ¡Tú eres la Reina ahora, eres tú quien toma las decisiones!—Pero. . .— miro a Nael, quién le tomó una mano y sonrió con ternura asintiendo.—No temas ofenderme, cariño. Ahora tú eres la Reina y quien toma las decisiones en este hogar y créeme que me siento muy a gusto con ello— sonrió.—Es tu decisión— aseguró Vetty. Zabdiel y Zahir asintieron.—En ese caso si están a gusto en esa habitación, seguirá siendo la misma— zanjó el asunto.—Maravillos
Zahiry caminaba por Palacio, mientras se abanicaba aquel día estaba resultando increíblemente caluroso. Si bien, Norusakistan era ardiente, aquel día parecía estarlo el doble. Vagó largo rato, quizás debería quitarse el lindo caftán violeta y colocarse algo más occidental que le permitiese un poco más de frescura. Se detuvo al ver la puerta del salón azul abierta, caminó para entrar, seguramente su padre se dedicaba a la lectura. Se sorprendió al notar que quién estaba concentrado en un libro, no era otro que Shemir, el hijo de Haimir y Naiara. —Shemir, que sorpresa encontrarte aquí. —Alteza— el joven se puso en pie y la miró haciendo una leve reverencia. Zahiry, cerró de un solo movimiento el abanico, el cual hizo un sonido seco al cerrarse. —Vaya, si que has cambiado en todos estos años— dijo terminando de llegar hasta quedar frente a él y mirarlo directamente a los ojos— estás muy atractivo.—Gracias, Alteza— dijo sin una pizca de emoción en su cara.—¿Sigo sin agradarte?— le p
Nael sintió que su corazón se detuvo. ¿Qué. . . Qué estaba pasando?, Aquello no podía estar pasado, era la peor de las pesadillas que pudiesen vivir.—¡No puede ser!— gimió Vanessa a la vez que cubría su rostro. Todas las mujeres estaban impactados ante la noticia, Isabella cerró los ojos intentando no dejarse arrastrar por las sensaciones que aquel deja vú le provocaban. Ya había vivido ésta situación de ambos lugares; al recibir la noticia y al ser secuestrada por aquellos hombres, era horrible desde donde se apreciara. —¡Eso no puede ser!— dijo Nael poniéndose en pie.—¡No hay Bárbaros en Norusakistan!— aseguró Zabdiel— fue un logro de mi gobierno, ellos aceptaron el programa de inclusión de Isabella, solo queda un par y está pactado no atacar al pueblo— su respiración era agitada. —Debe haber una equivocación— los ojos de Zahir se tornaron más oscuros, grises como el plomo. —Lamento decir que no la hay — dijo Haimir triste— Rav, está muerto, su casa robada y se han llevado a s
—¿Qué puedo decir?— dijo burlona—ni siquiera tú que eres hombre' recalcó con sorna— Sabes organizar tu negocio.—Tienes una lengua muy afilada— tomó una daga y la desenvainó acariciando el filoso borde, intentando intimidarla— serías un insulto al Emir. Pero a uno de los jefes de clanes quizás le agrade domarte, serías una prostituta muy problemática, aunque nada que unos golpes no puedan resolver. —¡Maldito!— le dijo en un amenazador susurro.—Así me han dicho antes— rio burlón— aunque pensándolo bien, creo que sentiría placer domándote yo mismo. ¿Te apetece ser tomada ahora en el piso?, ¿con tu piel expuesta al frío del desierto? —Es algo que se esperaría de un ser despreciable como tú— escupió.—Me encantaría escucharte gritar por auxilio, llorar de miedo y rogar por piedad— se puso en pie y se acercó como un depredador acechando a su presa. Ahtziry, sintió terror pero se negó a demostrarlo. Ni un músculo de su cuerpo se movió. Ni siquiera cuándo él la tomó del cabello con fuerza