La mayoría de las veces podemos decir que cuando una cosa se soluciona y estas bien con esa persona, algo, por más que increíble que lo parezca, siempre sale mal por otro lado. Yo soy el vivo ejemplo de ello. Estoy bien, o mejor dicho, intentando solucionar los problemas con Misa, pero... ¿ven que siempre hay un pero? Esta vez es con Rachel, honestamente no sé qué le pasa. En estos días lo único que supo hacer fue tratarme mal, no hablarme y discutir por cualquier motivo conmigo.Todos se han dado cuenta del cambio de actitud que ha tenido ella. Es grosera, por absolutamente todo explota y grita a cualquiera. Misa y Liam me preguntaron qué le pasaba porque en la compañía parece estar más al borde. Siempre está molesta, estresada y resulta incómodo tratar de hablarle porque cuando lo haces, te ignora.Han pasado dos semanas desde que mi hermano y Edward se fueron para Chile. Los primeros 4 días estuvieron en contacto seguido, pero el resto del tiempo me enviaron emojis molestos, pensat
No me esperaba esa actitud de Misael, resultó ser un poco más amable y dulce de lo que aparenta. Aunque siendo sincera, él no aparenta ternura. Honestamente, no esperaba que tuviese un corazón. Lo que me tiene un poco descolocada es el hecho de que no les estoy diciendo a mis amigos que soy princesa. No sé hasta cuándo podré mantener mi secreto, el baile de coronación de mi madre se está acercando y con ello el cambio de custodios.Todavía no sé quién será mi guardaespaldas, pero si es Misa o Rachel, igualmente saldré perjudicada. Ya sea por el castigo que me dará la reina por ser descubierta, o, ser descubierta por mis amigos y quedarme sola después de eso.Intenté pensar anoche en todo lo que se me avecina, pero entre la película y Misael, digamos que no me dejaron pensar bien.—Emili, no te vayas a asustar, pero hay alguien que me está hablando en el oído —me volteo a verlo horrorizada, él me ve con miedo—. Creo... creo... que está detrás de ti, nena.Me volteo aterrorizada para ve
MisaelNo conozco a nadie que, enamorado en su adolescencia, haya tomado buenas decisiones. Yo no fui la excepción. A los 16 años, caí rendido ante la rubia más espectacular de mi colegio. Amelia era la chica popular, y yo, el futbolista al que todas perseguían. Lo tenía todo: amigos, familia, un futuro brillante. Pero por ella lo dejé todo. Me quedé sin amigos, me peleé con mis padres, discutía con Andrés por cualquier estupidez y lloré por las noches cuando nadie me veía. Liam la odió desde el primer momento, pero yo estaba cegado. Lo que sentía por Amelia me consumía. Por ella decidí ser militar. Sus gustos eran caros, y mi única opción para dárselos era enrolarme en el ejército. Nos casamos en secreto cuando tenía 22 años, sin la bendición de nadie. Y tres años después, llegó mi pequeño campeón. Mark. Mi razón de vivir. La única bendición real en toda esa historia de amor que pronto se volvió una pesadilla. Apreté la mandíbula y fijé la vista en la lápida, sintiendo la presenc
EmiliMuchas veces creemos que nuestros problemas son más grandes que los de cualquier otra persona. A veces no nos detenemos ni un segundo a pensar si el que está sentado a nuestro lado siente que el mundo se le cae encima. No voy a negar que he juzgado al vikingo más de una vez, pero jamás imaginé la tristeza que arrastraba en su corazón.No sé lo que es perder un hijo, y jamás podría comparar su dolor con el mío.—Pero mira lo que trajo la reina —pasa su lengua por los labios con una risa sádica pintada en su boca—. Esto lo vamos a disfrutar a lo grande. Bienvenida a tu encierro, princesa.—Si Alaric se entera de esto, perderás la vida. No tientes a la suerte —escupo con desprecio.El golpe en mi mejilla me deja aturdida.—¡Cállate, bastarda! —vuelve a golpearme. Me quedo arrodillada, seria, sin emitir un sonido—. ¿No te duele, muñequita? Tendré que subir la dosis —suelta una carcajada—. Tu hermano es tan imbécil que ni sospecha lo que pasa contigo. Jamás llegarán al trono —se colo
Hospital central.Buenos Aires – Argentina.30 de septiembre de varios años atrás.Verla reír. Hacerla feliz. Eso se volvió mi adicción. Creció en un ambiente hostil. Yo fui su salvación... y su perdición. Su punto débil. Y ella, el mío.No elegí a mis padres. Pero mientras me abría camino en el mundo, dependí de ellos. No soy el villano de esta historia, tampoco el héroe. Fui un hombre enamorado de la reina equivocada. Ella me entregó cinco años de su vida. Los mejores. Yo fui su primer amor... y su primera decepción.Había decidido renunciar a todo por ella. Vivía por ella. No podía soportar verla llorar. Cada cicatriz en su frágil cuerpo, cada marca en sus manos… Yo estuve allí, ayudándola a sanar. Mi madre también. Siempre que Emili llegaba a casa con un suéter demasiado grande, sabíamos que escondía algo más que frío.Yo estaba. Siempre. Pero ¿qué opción tienes cuando amenazan con matar a la mujer que amas?Preferí alejarme.Fui un cobarde. Y la dejé en manos de una bestia d
EmiliHace días que una sombra se posa sobre mí. No sé por qué, pero algo en mi pecho se aprieta con una insistencia que no se va, como si mi cuerpo supiera algo que mi mente aún no comprende. Lo intento ignorar, lo juro, pero el presentimiento persiste, aferrado como un mal recuerdo.Últimamente he estado más unida a Katherine y a Liam. Según me contó mi prima —entre suspiros y frustraciones mal disimuladas—, tienen una especie de relación sin etiquetas, una de esas donde se besan como si el mundo se acabara, pero no pueden prometerse nada porque hay demasiado en juego. Un reino, para ser exactos.A veces la escucho hablar de Liam como si fuera lo único que le queda por salvar. Y me duele, porque yo también tengo a alguien que me hace sentir viva, pero sé que eventualmente ese alguien también se irá. No por falta de amor, sino porque yo misma soy un secreto con fecha de vencimiento.Aunque, la verdad… lo que me tiene enredada no es eso.Es Misael.No tengo prisa, ni lo deseo ahora. Pe
A veces me sorprende mi capacidad para aguantar a una persona idiota. Alaric no me quiere decir quién es mi custodio. Hace días que no veo a Liam y tengo miedo de que la psicópata de Rachel sea mi nueva guardaespaldas. Sé que al menos me va a tirar por un puente tan pronto como quedemos solas.¿Cómo sigo del empujón que me dió Rachel? Bueno, me duele, mi labio inferior ya no está tan hinchado, aunque sigue algo roto con un poquito de molestia, y el dolor es más pasable… por ahora.¿El problema? Me llegó el período y siento que me muero de dolor. Los cólicos me están matando, junto con todos los malestares que lo acompañan. Incluso el vikingo, con su rostro de piedra, pensó que estaba loca por no querer salir.—Habíamos quedado en que íbamos a salir hoy a cenar. ¿Por qué cambiaste de parecer? Anoche querías salir conmigo —me pregunta confundido, como si el mundo entero estuviera en peligro por un cambio de planes.—Anoche quería comer una ensalada con pepino y papas —le respondí con de
Durante tres años viví pensando que el hombre que más amé en mi adolescencia y parte de mi adultez me había abandonado sin motivo alguno. Lo odiaba tanto que las lágrimas caían sin cesar, la impotencia me desgarraba por dentro. No podía dejar de desear que lo encontrara para destrozarlo a patadas. Romper promesas no era algo típico de él. Cuando se trataba de mí, bajaba hasta la luna con tal de verme sonreír. Pero dos meses antes de irse, algo cambió. Estaba distante, extraño, decaído. Por más que le insistía, le decía que podía contarme lo que fuera, él solo se encerraba en un mundo en el que yo no podía entrar. Se convirtió en el hombre que me mintió, que dejó de amarme. Y yo… ¿yo qué? Yo lo odiaba, pero no podía dejar de amarlo. —Emili, por favor, deja ya de beber —me pide Edward, preocupado. El imbécil, como siempre, aparece sin avisar, ni siquiera me dice dónde estaba. —No sabes lo que me pasa, así que no me pidas que deje de tomar, señor Blake —balbuceo, señalándolo con el de