Reconocía que estaba mal todo lo que comenzaba a sentir. Desde el primer momento atrajo su atención como lo haría cualquier otra persona que supiese valorar la belleza de la ojigris, algo que es totalmente lógico, pero los problemas de Juan empezaban a originarse cuando notaba poco a poco que le gustaba la compañía de Cristina, su sonrisa, su carácter, sus pequeñas bromas, etc. Frenarlo le parecía imposible, estar con Cristina nublaba su mente y hasta que no se alejaba de ella, no era consciente de sus acciones. -¿No deberíamos buscar a Nore? - preguntó Juan enderezándose y tratando de concentrarse exclusivamente en el trabajo. -No ha llegado, si lo hubiese hecho no estarían todos hablando con su competencia, la abordarían. -¿Tendremos que abordarla primero? - bromeó Juan aunque ya se imaginaba empujando a arquitectos junto a Cristina como en el mejor partido de rugby para llegar hasta la empresaria. -No vamos a caer tan bajo - sonrió con picardía. - No puede notar que
-¿Te duele, no? - preguntó Juan al notar la presión en su hombro y encontrar a Miranda a su lado apoyada. -Necesito que alguien venga a atracarnos como en las películas, así me los puedo quitar con la excusa de salir corriendo - miró con rabia a los tacones. - Hoy pienso robarte esas zapatillas que tienes con forma de tiburón para estar por casa. Eran uno de los tesoros de Juan, una de sus mejores compras de toda la vida. A primera vista podían parecer feas y horteras para alguien que no es amante del mar, hasta él mismo reconocía que no eran precisamente la envidia de una pasarela, pero cuando las mirabas bien de cerca, tenían su encanto. Con la textura y relleno del más abrazable peluche, Juan caminaba siempre por su casa compartida con sus dos pequeños tiburones que hasta aleta dorsal tenían, toda una coquetada. Comprendía que Miranda se las quisiese robar esta noche, desde que ella y Ricardo se las pusieron una vez, querían repetir siempre esa oda a la comodidad, pero Juan
Juan parecía estar a punto de desmayarse ante tanta presión y silencio, Ricardo trataba de decir algún comentario ingenioso, pero nada salía de su boca y Miranda apuraba su bebida cogiendo otra de una bandeja que traía un camarero solo para tener algo que hacer. Afortunadamente para ellos tres apareció un tipo alto y rubio, con un traje azul oscuro que a pesar de su mirada seria, la cambió a una sonrisa cuando divisó a Cristina dándole un corto abrazo que rompió toda la tensión del momento. -¿La conoces? - le preguntó Nore cogiendo la copa de champan que le había traído el chico. -Desde pequeño, la conozco de toda vida - respondió colocándose junto a ella. - ¿Os acabáis de conocer? -Sí, una agradable conversación - respondió Cristina y Juan tuvo ganas de buscar en Google el significado de "agradable conversación" y mostrárselo para hacerle ver que para nada lo fue. -Es Gabriel Lopez, su acompañante - le presentó Miranda al ver la mirada perdida de Ricardo y Juan. -
-Ha entrado, en el edificio. Ricardo se fue ahora y acaba de llamarme, la vio bajando de un coche - entró Juan, tocando a la puerta al mismo tiempo en que hablaba. -¿Y esa cara pálida? ¿Se te ha vuelto a bajar la tensión? - carcajeó Sharon girándose hacia él. - Parece que viene la parca. -Peor - murmuró Cristina. - Ve a preparar café Juan, si te la cruzas puedes hacerle hasta una reverencia. Aunque su tono era de broma por la preocupación del chico, Cristina también estaba nerviosa. Seguía confiando en ella misma, pero los pocos minutos que compartió con Nore fueron tan tensos que la presencia de la chica activaba la alarma en su cerebro. No podía permitirse ningún error ni ningún movimiento en falso. -¿Por qué a mí no me hacen una reverencia? - preguntó Sharon cuando Juan se fue del despacho. - ¿Y quién viene? ¿Otro subnormal con un contrato de mierda? -Nore, la CEO de Trivio - respondió Cristina levantándose y haciéndole un gesto a Sharon para que la imitase. - T
Acordó con Nore tres días a la semana para ir revisando y avanzando el proyecto, y sobre todo para que la chica pudiese ir sacando sus propias conclusiones de Cristina. Sabría que juzgaría cada mínimo detalle, trabajo, personalidad y valores, además de que debería ser totalmente sincera, no podría interpretar un papel durante tanto tiempo y si quería la confianza de Nore, sería trasparente. -No se arrepentirá de la oportunidad, señorita Amoroso - estrechó su mano cuando se levantaron. -Eso lo decidiré yo - respondió. - Y llámeme Nore, vamos a pasar juntas mucho tiempo. Viniendo de la empresaria, el que le concediese el permiso de tutearla ya le parecía un gran paso. Uno a donde jamás habría llegado su madre. -¿No te han dicho nunca que tienes una belleza así como escandinava? - le preguntó Sharon cuando estrechó su mano. -Soy francesa. -Voy a ser sincera contigo, suspendí geografía en su momento - chasqueó la lengua apoyándose en el escritorio de Cristina con c
Es comúnmente conocido que cuando un artista entra en un bloqueo donde no le surgen las ideas lo que tiene que hacer es salir a buscar inspiración, relacionarse y hablar con aquellas personas que le transmitan paz y armonía. Ese es uno de los poderes tan importantes y tan poco reconocidos que posee la población, el ser capaz de aliviar los pensamientos más negativos o enrevesados solo con la presencia de otra persona. Era el cuarto día que se reunían con Nore y si bien parecían entenderse, eran dos horas de total concentración que a cualquiera le costaría seguir el ritmo. Como siempre que la mente se le agarrotaba, demasiadas ideas sin sentido escuchando las voces de fondo de su hermano y Nore, la CEO de Tacarigua se encontró mirando hacia Juan, que tenía la boca entreabierta y una cara de pez fuera del agua imposible de disimular. Había incluso puesto la tapa al bolígrafo, aceptando que por más que escuchase no entendía ninguna de las palabras que soltaban ellos tres así que much
Aunque tuvieron que apurarse para comer rápido por la próxima reunión, pocas veces dejaron de hablar y reír, confirmándole a Cristina como si aún hiciese falta que le encantaba la compañía de Juan. Le recordaba bastante a una mezcla entre los principales protagonistas de libros que solía leer hace años, poseía un pequeño lado sarcástico y sonrisa problemática del típico chico malo de novela juvenil, pero para nada era borde o fumaba para hacerse el interesante y rompecorazones con pasado turbio; en cambio poseía esas características combinadas a las del mejor amigo de la protagonista, un chico torpe y adorable, altamente divertido. Ciertamente una mezcla que en su tiempo jamás había leído, pero le gustaba más que cualquiera. A pesar de la sonrisa que portaba aquella mujer al entrar a su despacho, Cristina no se esperaba nada bueno, después de tantas reuniones había aprendido a diferenciar un poco cuándo tras una cara sonriente se escondía una mala noticia. Mala noticia para Tacari
-Son el mejor estudio y conozco a Cristina muy bien, es lo que buscas, comparte tus ideales. - No le sorprendía el apoyo de Gabriel, pero también lo conocía lo suficiente para saber que es totalmente profesional como para no mezclar sentimientos con el trabajo. Si recomendaba a la ojigris, no es solo por su amistad. - Además tiene un buen equipo, ya les conociste en la gala, pero Ricardo López y Miranda tienen muy buenas referencia, y de mi hermana ni se diga, la élite. -¿Tu hermana? -Sí, Sharon, la abogada de Cristina. - Estaba segura de que su rostro no pudo disimular la sorpresa. - Es imposible que no la hayas conocido, siempre está con Cristina. -Sharon Lopez... ¿tu hermana? - repitió. -Si Nore, mi hermana - rió el rubio ante su sorpresa. - ¿No te dio una pista el apellido? -El apellido Lopez no es exclusivo tuyo, es tan común como Johnson en Inglaterra - se defendió. - Por los dioses ¿en serio es tu hermana? -Te lo juro. -Adoptada ¿cierto? -No - ca