Acordó con Nore tres días a la semana para ir revisando y avanzando el proyecto, y sobre todo para que la chica pudiese ir sacando sus propias conclusiones de Cristina. Sabría que juzgaría cada mínimo detalle, trabajo, personalidad y valores, además de que debería ser totalmente sincera, no podría interpretar un papel durante tanto tiempo y si quería la confianza de Nore, sería trasparente. -No se arrepentirá de la oportunidad, señorita Amoroso - estrechó su mano cuando se levantaron. -Eso lo decidiré yo - respondió. - Y llámeme Nore, vamos a pasar juntas mucho tiempo. Viniendo de la empresaria, el que le concediese el permiso de tutearla ya le parecía un gran paso. Uno a donde jamás habría llegado su madre. -¿No te han dicho nunca que tienes una belleza así como escandinava? - le preguntó Sharon cuando estrechó su mano. -Soy francesa. -Voy a ser sincera contigo, suspendí geografía en su momento - chasqueó la lengua apoyándose en el escritorio de Cristina con c
Es comúnmente conocido que cuando un artista entra en un bloqueo donde no le surgen las ideas lo que tiene que hacer es salir a buscar inspiración, relacionarse y hablar con aquellas personas que le transmitan paz y armonía. Ese es uno de los poderes tan importantes y tan poco reconocidos que posee la población, el ser capaz de aliviar los pensamientos más negativos o enrevesados solo con la presencia de otra persona. Era el cuarto día que se reunían con Nore y si bien parecían entenderse, eran dos horas de total concentración que a cualquiera le costaría seguir el ritmo. Como siempre que la mente se le agarrotaba, demasiadas ideas sin sentido escuchando las voces de fondo de su hermano y Nore, la CEO de Tacarigua se encontró mirando hacia Juan, que tenía la boca entreabierta y una cara de pez fuera del agua imposible de disimular. Había incluso puesto la tapa al bolígrafo, aceptando que por más que escuchase no entendía ninguna de las palabras que soltaban ellos tres así que much
Aunque tuvieron que apurarse para comer rápido por la próxima reunión, pocas veces dejaron de hablar y reír, confirmándole a Cristina como si aún hiciese falta que le encantaba la compañía de Juan. Le recordaba bastante a una mezcla entre los principales protagonistas de libros que solía leer hace años, poseía un pequeño lado sarcástico y sonrisa problemática del típico chico malo de novela juvenil, pero para nada era borde o fumaba para hacerse el interesante y rompecorazones con pasado turbio; en cambio poseía esas características combinadas a las del mejor amigo de la protagonista, un chico torpe y adorable, altamente divertido. Ciertamente una mezcla que en su tiempo jamás había leído, pero le gustaba más que cualquiera. A pesar de la sonrisa que portaba aquella mujer al entrar a su despacho, Cristina no se esperaba nada bueno, después de tantas reuniones había aprendido a diferenciar un poco cuándo tras una cara sonriente se escondía una mala noticia. Mala noticia para Tacari
-Son el mejor estudio y conozco a Cristina muy bien, es lo que buscas, comparte tus ideales. - No le sorprendía el apoyo de Gabriel, pero también lo conocía lo suficiente para saber que es totalmente profesional como para no mezclar sentimientos con el trabajo. Si recomendaba a la ojigris, no es solo por su amistad. - Además tiene un buen equipo, ya les conociste en la gala, pero Ricardo López y Miranda tienen muy buenas referencia, y de mi hermana ni se diga, la élite. -¿Tu hermana? -Sí, Sharon, la abogada de Cristina. - Estaba segura de que su rostro no pudo disimular la sorpresa. - Es imposible que no la hayas conocido, siempre está con Cristina. -Sharon Lopez... ¿tu hermana? - repitió. -Si Nore, mi hermana - rió el rubio ante su sorpresa. - ¿No te dio una pista el apellido? -El apellido Lopez no es exclusivo tuyo, es tan común como Johnson en Inglaterra - se defendió. - Por los dioses ¿en serio es tu hermana? -Te lo juro. -Adoptada ¿cierto? -No - ca
Todos la saludaban al llegar como si fuese una compañera más y es que en el bufete Lawtorm todos conocía a Cristina mucho antes de conseguir su reciente puesto de CEO gracias a su amistad con Sharon. Nadie la trataba con más admiración que antes al verla, no como en otros lugares que se quedaban observándola como si tuviesen a una estrella de cine justo enfrente, esa constancia de seguir siendo > le gustaba bastante. También había que añadir que para este séquito de abogados, la única a quien admiraban sin disimularlo era a su jefa Sharon Lopez y sí, a la ojiazul sí que le gustaba esa sensación. -Puede pasar, señorita Castillo - le indicó el secretario de Sharon nada más colgar el teléfono. -Gracias. El despacho de Sharon siempre le pareció como si hubiese arrancado una porción de su casa y la hubiese trasladado ahí. El color blanco y mármol de las paredes y suelo contrastaba con el negro de los muebles y la mesa principal de cristal oscura, todo al gusto d
-Yo qué coño sé, si tampoco entiendo una mierda de lo que estoy escribiendo - soltó el bolígrafo de golpe, totalmente hastiada y mirando el folio como si fuese la persona que más odiaba sobre la faz de la tierra. - Es más fácil si le hago un dibujo, quizás el emoticono del WhatsApp con las piernas abiertas. -Sharon no existe ese emoticono. -Recuérdame demandar a la compañía de WhatsApp por no saber expresar bien nuestras emociones con emojis. -Ya estás entrando en tu modo reina del drama - anticipó viéndola apoyar la cabeza en la mesa soltando un largo suspiro, tal que parecía que la estaban torturando. - Tengo que irme. -¿Me dejas en mitad de mi sufrimiento? ¿Qué clase de amiga eres? - se quejó levantando la cabeza con rapidez y antes de que le contestase, comenzó a formar una sonrisa maliciosa. - Es miércoles, tú vas a ver a Abasi, que nos conocemos. -No he podido ir antes por el proyecto de tu eterno rechazo - respondió esquivando una goma que le lanzó Sharon, -
No sintió su cuerpo temblar por el frío hasta que la mano de Cristina se posó en su pecho, erizándole de nuevo la piel a pesar del calor que le transmitía. Mentiría si dijese que no estaba de nuevo nervioso, su cuerpo se tensó sintiendo el toque de Cristina pasearse por su torso con tranquilidad, memorizándolo. El deseo le ganó de nuevo la partida a la cordura, inclinó su cabeza levantando con rapidez la de Cristina besándola con fuerza, con todas las ganas contenidas de tantos días viéndola tras una mesa de escritorio con su posición de jefa. Seguramente todo estaba mal, pero se sentía demasiado bien como para parar. El calor que circulaba por todo su cuerpo aplacaba el frío del agua que les rodeaba, golpeando sus muslos en advertencia, sobre todo a Cristina que no estaba con su mejor ropa para la playa. El corazón de Juan dio un vuelco cuando escuchó un profundo suspiro de la rubia en sus labios en el instante en que sus manos consiguieron tocar la piel de su cadera bajo su c
La suerte no es más que la habilidad de aprovechar las ocasiones favorables. - Orison Swett Marden Mentiría si dijese que no estuvo fastidiada toda la noche del viernes en su casa, viendo videos y artículos online sobre el pádel mientras Sharon asaltaba su frigorífico con la excusa de estar con ella ofreciéndole apoyo moral. No había podido asistir al Coderex para ver competir a Abasi, todo por su caprichoso orgullo que no la permitía perder ni un solo proyecto, metiéndola en problemas que no tenía. Contra todo pronóstico por su mal humor de ayer, una sensación de inexplicable anticipación la llenaba mientras conducía a la dirección que le había enviado Juan, aquel piso que compartía con sus otros dos compañeros de trabajo. Repasaba una y otra vez las normas del pádel que había aprendido, tal que cualquiera que la observase desde fuera, pensaría que estaba cantando dentro de su coche, nada más alejado de la realidad. Estoy abajo, Juan. Dos minutos, mi perro se ha llevado una