Por unos segundos trató de imaginarse en una relación con Gabriel, pasando el tiempo juntos en algo tan simple como ver una película, ambos estarían callados y a gusto prestando atención, algo que no le hubiese parecido tan mala idea de no haber experimentado la otra cara de la moneda: Sharon. No recordaba cuántas películas había visto con su novia, pero sí estaba segura que en todas había acabado poniéndole la mano a Sharon en la boca por no dejar de comentar y hacer preguntas a Nore como si ella supiese el final; contra toda lógica, amaba esas discusiones. -Desde que estoy con Sharon he comprendido lo que es amar, no es conformarme con lo correcto y lógico - volvió a rechazarle viendo su ánimo decaer. - Quiero sentir, Gabriel, es lo que llevo haciendo estos últimos meses, quiero a Sharon. Lo siento. Aunque su voz sonase serena y tranquila, no lo estaba pasando nada bien y lo único que ansiaba era salir de Trivio e ir a buscar a Sharon. Necesitaba un refugio, necesitaba calma
-Lo sé, stracciatella - habló cuando Cristina se sentó en una de las mesas. - No, yo invito, espera aquí. Se alegró como nunca al ver a Carmen, le dirigía la única sonrisa sincera que había visto en toda la tarde y aún sin haber hablado con la mujer mucho tiempo, más que un par de minutos cuando venía con Cristina, sintió una corriente de calor familiar inundarle, tenía una mirada la mar de maternal. -Está mal - fue lo primero que dijo Carmen al ver a Cristina sentada. - Es la primera vez que entra y no me saluda. -Me disculpo en su nombre, no está en su mejor momento. -No hacen falta disculpas - sonrió con cariño mientras negaba de forma graciosa con la cabeza, comenzando a preparar ambos helados sin Juan haberle dicho los sabores. - Cuídala, hay personas que necesitan más amor de lo que aparentan. -Se merece todo lo bueno - concordó. Por un segundo pensó que Cristina iba a dejarle tirado, mientras estaba aún con Carmen la vio levantarse de la pequeña mesa per
-Samir es el animal de compañía - bromeó recibiendo un pequeño golpe en defensa del rubio doctor. - ¡Era broma! A medias. Vale, sí, totalmente a broma. Y por experiencia sé que si a Gabriel le duele algo de verdad necesita tiempo. A ti te terminará perdonando, te quiere mucho. -Sí... sobre eso, creo que me quiere más de lo necesario - murmuró apoyando la barbilla en el torso de Sharon para mirarla directamente. - Me confesó que le gustaba. -Así que mi hermanito se declaró a mi novia, idílico. Ni Modern family tiene tanta trama. -¿Tú lo sabías? -¿Qué voy a saber yo? Si me costó darme cuenta de que estaba jodidamente enamorada de ti - cortó su risa al ver la mirada divertida de Nore, haciéndole repasar sus palabras. - Bueno, pero tampoco tanto, solo un poco. Vale, sí, mucho ¿podemos seguir hablando de Gabriel en vez de dejarme en evidencia? No era algo que no supiesen, pero ninguna lo decía de forma tan directa y les funcionaba así, al menos Sharon prefería la f
-¿Pasó algo? - preguntó sin hacer amago de irse. -Eres muy importante aquí, Juan - susurró y el miedo del ojiverde de que alguien les escuchase se instaló en él, pero barrió con la mirada a su alrededor y no había nadie cerca. - Me daría lástima tener que prescindir de ti. No quiero volver a ver una exhibición tan deprimente como la de hoy. Si no hay emoción, no hay dinero y no queremos eso, ¿verdad? -No, señor. -Bien - palmeó su espalda adquiriendo de nuevo esa sonrisa de jefe exitoso. - Igual que los clientes, Abasi Martinez, desde que entras en el Coderex, toda tu vida de puertas afuera, desaparece. -No volveré a distraerme - prometió y esta vez, no le frenó para entrar. No le molestaba que le regañasen, varias veces se había llevado regaños tanto de Hercules como de Diosdando, pero sí había sido la primera vez que había fallado en lo que mejor hacía. Lo que le había dolido era darse cuenta de que se estaba perdiendo a sí mismo. Habían veces que le gus
-¿No puedo hacerle una visita a mi hermano pequeño? - canturreó con fingida inocencia. - Vale, me ha dicho un pajarito que no estás contento con el juicio. Vengo a animarte, ¿quieres que vayamos a por unas hamburguesas luego? Para celebrar mi victoria. -Sé que tratas de provocarme, no voy a caer en tu juego y perder los modales en mi bufete. -Cierto, que lo de gritar y ser un completo estúpido es en Trivio, se me olvidaba - dio vueltas entre sus dedos a un bolígrafo que cogió de su mesa. - ¿Ya tienes preparada una buena defensa? La necesitarás. -Sí - mintió sin entender por qué Sharon sonreía. - La seguridad en exceso te puede pasad factura, Sharon. -Tranquilo, me aseguraré de que mi novia gane el caso - respondió antes de poner un gesto sorprendido. - Espera ¿me escuchaste? Dije "mi novia". Lo siento, se me olvidaba que no te gusta escucharlo. -¿Te lo ha contado? - preguntó aunque era obvio. - ¿Has venido a decirme que me aleje? - su voz estaba cargada de sorna.
-No voy a decir que no me sorprende, porque sí lo hace - confesó. - De verdad confié en ti, creí en lo que llamabas amistad, entre tú y Nore. -Lo era, lo es. Solo que... no lo sé, no sé qué me pasa - las lágrimas seguían cayendo de forma aleatoria por su rostro, pero su voz estaba nítida, dándole la oportunidad de explicarse, aunque no supiese cómo. - No quiero perderte, eres maravillosa y me haces muy feliz, pero no es justo para ti. -Necesitas tiempo, sin mí... sin esto - señaló a ambos. -No quiero eso, Miranda. -Yo sí lo quiero, Gabriel - respondió de forma dura antes de apartar la mirada de él y levantarse. - No puedo... estoy tratando de pensar con la cabeza, Gabriel. Sé perfectamente que los sentimientos no se pueden controlar y por eso soy incapaz de enfadarme contigo, pero no voy a estar aquí esperando a que te decidas. Estaba totalmente hundido, aceptando la ruptura sin poner más objeciones. La punzada en su pecho no era más producto de la confusión que se
-Yo no... ¿cómo...? - no controlaba el tartamudeo. -Un arquitecto por vocación se fija en los detalles, hasta los más minúsculos, como la cicatrices - comentó encogiéndose de hombros sin darle importancia. - Pero Juan González, debes saber que unos labios dicen tanta información como las huellas dactilares, si los tasas bien. Hubiese deseado mil veces que le gritase o le lanzase el lápiz, que demostrase algo de sentimientos, pero no era así. Sus ojos grises eran totalmente fríos y sin ápice de emoción, ni tristeza, enfado, decepción,... nada. Lo único que Juan tenía claro, además de que era un completo idiota, era que ahora mismo no estaba hablando con su novia Cristina, sino con Cristina Castillo, la CEO de Tacarigua. -Solo permíteme explicar... -Creo que especifiqué perfectamente que no saldrías de mi despacho hasta que me contases qué te pasaba, ahora que lo sé, puedes retirarte - interrumpió con un ligero movimiento de cabeza hacia la puerta. - No creo que sea nece
No supo si acababa de llegar o había estado esperando para hacer una entrada triunfal, el caso era que Héctor entró a paso forzado, recalcando cada pisada por el estrecho pasillo central acomodándose la chaqueta y las mangas, dejando ver aposta un reloj sumamente brillante y grande que cuando reflejaba la luz se convertía en un digno rival de un faro. -No te pago para que hables con el enemigo - bramó Héctor poniéndose al lado de su abogado, mirando a Nore como si tuviese cuchillas en los ojos. - Con una traidora. -También me da gusto verte, Héctor - ironizó. -Vamos a llevar esto con el mayor profesionalismo que podamos - pidió Gabriel con voz cansada, parecía que había repetido esa frase varias veces ya. -¿Me pides a mi profesionalismo? - carcajeó Héctor falsamente. - Ella fue quien estuvo actuando a mis espaldas, a nuestras espaldas - corrigió y Gabriel apartó la mirada de Nore. - Mientras la hacíamos llamar "amiga", no paraba de planear mi destitución con su insufr