-¿No puedo hacerle una visita a mi hermano pequeño? - canturreó con fingida inocencia. - Vale, me ha dicho un pajarito que no estás contento con el juicio. Vengo a animarte, ¿quieres que vayamos a por unas hamburguesas luego? Para celebrar mi victoria. -Sé que tratas de provocarme, no voy a caer en tu juego y perder los modales en mi bufete. -Cierto, que lo de gritar y ser un completo estúpido es en Trivio, se me olvidaba - dio vueltas entre sus dedos a un bolígrafo que cogió de su mesa. - ¿Ya tienes preparada una buena defensa? La necesitarás. -Sí - mintió sin entender por qué Sharon sonreía. - La seguridad en exceso te puede pasad factura, Sharon. -Tranquilo, me aseguraré de que mi novia gane el caso - respondió antes de poner un gesto sorprendido. - Espera ¿me escuchaste? Dije "mi novia". Lo siento, se me olvidaba que no te gusta escucharlo. -¿Te lo ha contado? - preguntó aunque era obvio. - ¿Has venido a decirme que me aleje? - su voz estaba cargada de sorna.
-No voy a decir que no me sorprende, porque sí lo hace - confesó. - De verdad confié en ti, creí en lo que llamabas amistad, entre tú y Nore. -Lo era, lo es. Solo que... no lo sé, no sé qué me pasa - las lágrimas seguían cayendo de forma aleatoria por su rostro, pero su voz estaba nítida, dándole la oportunidad de explicarse, aunque no supiese cómo. - No quiero perderte, eres maravillosa y me haces muy feliz, pero no es justo para ti. -Necesitas tiempo, sin mí... sin esto - señaló a ambos. -No quiero eso, Miranda. -Yo sí lo quiero, Gabriel - respondió de forma dura antes de apartar la mirada de él y levantarse. - No puedo... estoy tratando de pensar con la cabeza, Gabriel. Sé perfectamente que los sentimientos no se pueden controlar y por eso soy incapaz de enfadarme contigo, pero no voy a estar aquí esperando a que te decidas. Estaba totalmente hundido, aceptando la ruptura sin poner más objeciones. La punzada en su pecho no era más producto de la confusión que se
-Yo no... ¿cómo...? - no controlaba el tartamudeo. -Un arquitecto por vocación se fija en los detalles, hasta los más minúsculos, como la cicatrices - comentó encogiéndose de hombros sin darle importancia. - Pero Juan González, debes saber que unos labios dicen tanta información como las huellas dactilares, si los tasas bien. Hubiese deseado mil veces que le gritase o le lanzase el lápiz, que demostrase algo de sentimientos, pero no era así. Sus ojos grises eran totalmente fríos y sin ápice de emoción, ni tristeza, enfado, decepción,... nada. Lo único que Juan tenía claro, además de que era un completo idiota, era que ahora mismo no estaba hablando con su novia Cristina, sino con Cristina Castillo, la CEO de Tacarigua. -Solo permíteme explicar... -Creo que especifiqué perfectamente que no saldrías de mi despacho hasta que me contases qué te pasaba, ahora que lo sé, puedes retirarte - interrumpió con un ligero movimiento de cabeza hacia la puerta. - No creo que sea nece
No supo si acababa de llegar o había estado esperando para hacer una entrada triunfal, el caso era que Héctor entró a paso forzado, recalcando cada pisada por el estrecho pasillo central acomodándose la chaqueta y las mangas, dejando ver aposta un reloj sumamente brillante y grande que cuando reflejaba la luz se convertía en un digno rival de un faro. -No te pago para que hables con el enemigo - bramó Héctor poniéndose al lado de su abogado, mirando a Nore como si tuviese cuchillas en los ojos. - Con una traidora. -También me da gusto verte, Héctor - ironizó. -Vamos a llevar esto con el mayor profesionalismo que podamos - pidió Gabriel con voz cansada, parecía que había repetido esa frase varias veces ya. -¿Me pides a mi profesionalismo? - carcajeó Héctor falsamente. - Ella fue quien estuvo actuando a mis espaldas, a nuestras espaldas - corrigió y Gabriel apartó la mirada de Nore. - Mientras la hacíamos llamar "amiga", no paraba de planear mi destitución con su insufr
-Siento escuchar eso - parecía realmente apenada, pero Cristina no estaba para preocuparse, algo que habría hecho en otra ocasión. Si nadie miraba por ella, no tenía por qué hacerlo. - Quiero que sepas que Juan nunca quiso... -No quiero escuchar nada que no tenga que ver con Tacarigua - cortó su explicación tirando el vaso a una pequeña papelera que tenía a su izquierda. - Nos vemos el lunes en el trabajo, con permiso. No quería asistir al juicio, pero tenía que apoyar a Sharon, la única persona que realmente le quedaba y a Nore, la que había sido su socia y con la que aún comparte un proyecto. No le apetecía hacer absolutamente nada, lo único que parecía funcionarle era refugiarse en Tacarigua y sumergirse en planos y proyectos que mantuvieran ocupada su cabeza. Debía de estar acostumbrada, toda su infancia había sido similar, sin rastro de compañía y con la presión del trabajo, ya sea estudios o lecciones de su madre preparándola a ser CEO. Lo único que le recordaba que
-Nore me dijo que lo sabía, que te dio un plazo - habló de forma seria y Juan asintió especificándole que fue una semana. - Solo dime si ibas a contárselo, si Nore no te hubiese pillado. Su cabeza le gritaba que le dijese "sí", pero la mirada profunda de Sharon le tenía totalmente intimidado y acobardado, como si supiese exactamente cuándo mentiría y cuándo no. Por otra parte, estaba agotado de mentir y ya no tenía sentido, lo había perdido todo, había perdido a Cristina. -No - confesó viendo cómo se endurecía aún más la expresión de Sharon. - Iba a hacerlo pero cuando empezamos a salir dejó de venir al Coderex, fui estúpido al pensar que ya no nos afectaría y no quería que influyese en lo que teníamos. -Todos tenemos mierdas en el pasado, González - le respondió de forma furibunda. - Y cuánto más lo evitemos, peor. No te define, pero vuelve, siempre lo hace. -No es justo - dijo alicaído. - Cuando pensé que avanzaba solo... nada. Estaba en el mismo sitio. -Es una m
-Vayan a ver a mamá, sacos de pulgas - bufó la abogada soltando las correas y lanzando un suspiro de alivio al ni sentir más la presión. - Joder, seguro que ni Hércules tenía tanta fuerza. Nore ignoró el insulto a sus perros, sobre todo porque ya estaba segura de que Sharon les había cogido cariño. La CEO de Trivio dejó todos los papeles que tenía sujetos sobre la mesa, arrodillándose en el suelo para recibir a sus perros totalmente contenta con la pequeña sorpresa. De todos los años que llevaban con ella, era la primera vez que habían irrumpido en su despacho y no podía importarle menos dejar a un lado su trabajo solo por ellos. No creía que le hubiesen puesto problemas a Sharon por meterlos en el edificio, al fin y al cabo todo el mundo conocía por revistas a los galgos de Nore y no se atreverían a negarles la entrada, menos si era la abogada de Lawtorm quien los llevaba. -Les llevé al veterinario - contó Sharon sentándose en la mesa mientras les miraba, viendo cómo ambos tr
-Fuiste tú quien dijo que separásemos el trabajo de nuestra amistad - se exculpó sin mostrar arrepentimiento. - Solo hacía mi trabajo, defender a Héctor. -No procedía, ya me habían juzgado por ello y pagué una buena multa en compensación - volvió a protestar. - Fuiste mi abogado, dijimos que eso ya estaba enterrado. No fue mi culpa y aun así lo sacaste a relucir. Trataste de manchar mi carrera por un error inconsciente del pasado. -El desconocimiento de la ley no te exime de cumplirla - respondió de forma tajante. - Igualmente no conseguí nada, tu querida abogada me frenó los pies. No tienes por qué reprocharme nada, Nore. -Fue totalmente rastrero. -Tiene gracia que me digas eso, siendo novia de mi hermana - formó una sonrisa hipócrita. - Tan defensora de la igualdad y que todos tengamos las mismas oportunidades pero solo se lo permites a gente cuidadosamente seleccionada. -Sharon, Sharon, Sharon, tienes su nombre todo el día en la boca - replicó con cansancio. - ¿