-Señora Castillo, qué sorpresa verla - mintió Dylan levantándose cortésmente cuando llegó Sharifa a una de las mesas de picnic del parque donde había citado a Jorge. - El encuentro más descansado. -Interesante saber que tú eres la serpiente que está envenenándole la cabeza a mi hijo - entrecerró los ojos sin molestarse en disimular. - Lo mejor que hizo mi hija fue despedir a una sabandija como tú. Lárgate. -Ni cinco minutos y ya ha halagado a su querida hija Cristina - recogió Dylan el café helado que tenía sobre la mesa, - sin siquiera haber saludado a su hijo aquí presente. No soy yo el problema, señora Castillo. Buenas tardes. Jorge observó cómo su amigo caminaba con total seguridad a través del parque, alejándose de ellos y sin girarse ni una sola vez aunque estuviese seguro de que podía sentir la mirada fulminante de su madre clavada en la nuca. No tuvo esa sensación de nerviosismo que se instalaba en él cada vez que iba a hablar con su madre y contarle algún plan
Trató de imitar esa mirada fría que tenía Cristina, podía ver sus ojos grises bajo las gafas de sol marrón claro, como dos glaciares. No había rastro del cariño que le demostraba antes y lo prefería así, si este era el camino hacia el éxito y el reconocimiento, lo aguantaría. -Quería ver si ya has aceptado mi propuesta, pero veo que no - señaló con la cabeza a los de seguridad, a unos metros de ellos observándoles de forma atenta. - No puedes prohibirme entrar. -Puedo y lo he hecho, podemos resolver esto en juicio si quieres adelantar las cosas. No se dejaría tentar, si había algo que Dylan y él sabían muy bien es que tenían que evitar a toda costa un enfrentamiento en tribunales. La forma más sencilla de hundir a alguien era por repercusión mediática y a pesar de esa seguridad falsa que demostraba Cristina, era consciente que Jorge estaba ganándole terreno. -No eres una buena CEO si sacrificas Tacarigua por tu imagen - siguió hablando. - La empresa tendría que importa
Por la sonrisa dulce del chico sabía que su pregunta había sonado a una mezcla entre queja y súplica. No trató de excusarse, con la desastrosa tarde que estaba teniendo por Héctor, ver a Sharon hubiese mejorado por completo su ánimo. -Estabas con Héctor y tenía un juicio, casi me lanza la bolsa a la cara de la prisa que tenía, llegaba tarde - contó de forma divertida y a Nore no se le hizo difícil imaginar a su abogada lanzándole algo a la cara a su asistente. Había adquirido tal grado de confianza con Miguel que no le importó que estuviese presente y viese la pequeña sonrisa en la cara de Nore al descubrir la enorme caja de bombones que le había obsequiado Sharon, algo arrugada y con una nota que por la inconfundible mala caligrafía, no podía dudar que lo había escrito ella. Los compré cerrados, obviamente, pero me entró hambre y queda la mitad. Pero te dejé los más buenos. En verdad te hice un favor, así no te quejas de que no son sanos, me comí la mitad de tus calorías.
Por unos segundos trató de imaginarse en una relación con Gabriel, pasando el tiempo juntos en algo tan simple como ver una película, ambos estarían callados y a gusto prestando atención, algo que no le hubiese parecido tan mala idea de no haber experimentado la otra cara de la moneda: Sharon. No recordaba cuántas películas había visto con su novia, pero sí estaba segura que en todas había acabado poniéndole la mano a Sharon en la boca por no dejar de comentar y hacer preguntas a Nore como si ella supiese el final; contra toda lógica, amaba esas discusiones. -Desde que estoy con Sharon he comprendido lo que es amar, no es conformarme con lo correcto y lógico - volvió a rechazarle viendo su ánimo decaer. - Quiero sentir, Gabriel, es lo que llevo haciendo estos últimos meses, quiero a Sharon. Lo siento. Aunque su voz sonase serena y tranquila, no lo estaba pasando nada bien y lo único que ansiaba era salir de Trivio e ir a buscar a Sharon. Necesitaba un refugio, necesitaba calma
-Lo sé, stracciatella - habló cuando Cristina se sentó en una de las mesas. - No, yo invito, espera aquí. Se alegró como nunca al ver a Carmen, le dirigía la única sonrisa sincera que había visto en toda la tarde y aún sin haber hablado con la mujer mucho tiempo, más que un par de minutos cuando venía con Cristina, sintió una corriente de calor familiar inundarle, tenía una mirada la mar de maternal. -Está mal - fue lo primero que dijo Carmen al ver a Cristina sentada. - Es la primera vez que entra y no me saluda. -Me disculpo en su nombre, no está en su mejor momento. -No hacen falta disculpas - sonrió con cariño mientras negaba de forma graciosa con la cabeza, comenzando a preparar ambos helados sin Juan haberle dicho los sabores. - Cuídala, hay personas que necesitan más amor de lo que aparentan. -Se merece todo lo bueno - concordó. Por un segundo pensó que Cristina iba a dejarle tirado, mientras estaba aún con Carmen la vio levantarse de la pequeña mesa per
-Samir es el animal de compañía - bromeó recibiendo un pequeño golpe en defensa del rubio doctor. - ¡Era broma! A medias. Vale, sí, totalmente a broma. Y por experiencia sé que si a Gabriel le duele algo de verdad necesita tiempo. A ti te terminará perdonando, te quiere mucho. -Sí... sobre eso, creo que me quiere más de lo necesario - murmuró apoyando la barbilla en el torso de Sharon para mirarla directamente. - Me confesó que le gustaba. -Así que mi hermanito se declaró a mi novia, idílico. Ni Modern family tiene tanta trama. -¿Tú lo sabías? -¿Qué voy a saber yo? Si me costó darme cuenta de que estaba jodidamente enamorada de ti - cortó su risa al ver la mirada divertida de Nore, haciéndole repasar sus palabras. - Bueno, pero tampoco tanto, solo un poco. Vale, sí, mucho ¿podemos seguir hablando de Gabriel en vez de dejarme en evidencia? No era algo que no supiesen, pero ninguna lo decía de forma tan directa y les funcionaba así, al menos Sharon prefería la f
-¿Pasó algo? - preguntó sin hacer amago de irse. -Eres muy importante aquí, Juan - susurró y el miedo del ojiverde de que alguien les escuchase se instaló en él, pero barrió con la mirada a su alrededor y no había nadie cerca. - Me daría lástima tener que prescindir de ti. No quiero volver a ver una exhibición tan deprimente como la de hoy. Si no hay emoción, no hay dinero y no queremos eso, ¿verdad? -No, señor. -Bien - palmeó su espalda adquiriendo de nuevo esa sonrisa de jefe exitoso. - Igual que los clientes, Abasi Martinez, desde que entras en el Coderex, toda tu vida de puertas afuera, desaparece. -No volveré a distraerme - prometió y esta vez, no le frenó para entrar. No le molestaba que le regañasen, varias veces se había llevado regaños tanto de Hercules como de Diosdando, pero sí había sido la primera vez que había fallado en lo que mejor hacía. Lo que le había dolido era darse cuenta de que se estaba perdiendo a sí mismo. Habían veces que le gus
-¿No puedo hacerle una visita a mi hermano pequeño? - canturreó con fingida inocencia. - Vale, me ha dicho un pajarito que no estás contento con el juicio. Vengo a animarte, ¿quieres que vayamos a por unas hamburguesas luego? Para celebrar mi victoria. -Sé que tratas de provocarme, no voy a caer en tu juego y perder los modales en mi bufete. -Cierto, que lo de gritar y ser un completo estúpido es en Trivio, se me olvidaba - dio vueltas entre sus dedos a un bolígrafo que cogió de su mesa. - ¿Ya tienes preparada una buena defensa? La necesitarás. -Sí - mintió sin entender por qué Sharon sonreía. - La seguridad en exceso te puede pasad factura, Sharon. -Tranquilo, me aseguraré de que mi novia gane el caso - respondió antes de poner un gesto sorprendido. - Espera ¿me escuchaste? Dije "mi novia". Lo siento, se me olvidaba que no te gusta escucharlo. -¿Te lo ha contado? - preguntó aunque era obvio. - ¿Has venido a decirme que me aleje? - su voz estaba cargada de sorna.