-Lo estoy desde que mantengo una relación con Sharon - aceptó. - Con ella siento que puedo... descansar. No sé cómo explicarlo, pero por más ilógico que suene, Sharon es paz para mí. No para en ningún aspecto, pero me da calma y seguridad, lo hace todo más fácil. La respuesta de Nathan se vio ahogada por un fuerte quejido de dolor cuando Aurum aplastó con su pata derecha su entrepierna poniéndose de pie y saltando del sillón junto con Argentum en dirección a la puerta, dejando con Nore a un adolorido Nathan que ya se estaba arrepintiendo de haber estado acariciando al perro. -Es Sharon, solo van a la puerta a recibirla a ella - comentó Nore viendo que Nathan no estaba como para levantarse y abrir la puerta. Aunque no lo externalizase, le daba pena su mejor amigo. No tenia buena cara y soltaba pequeños suspiros como si estuviese inflando un globo. Se tomó su tiempo para observar a Sharon cuando abrió la puerta, enfundada en una americana negra con un top de una banda de
No había bebido nada en el poco tiempo que llevaba en el poco usual local, pero comenzaba a sentir un ahogo dulce, como si su cuerpo estuviese ardiendo de una manera placentera. Mantenía la mirada baja, escuchando las explicaciones de Sharon y mirando lo justo y necesario. Trató de concentrarse en la música baja que se escuchaba entremezclada con la voz de Sharon, pero lo único que conseguía era que aumentase su libido e imágenes y escenas que no debería pensar se pasasen por su mente; el agarre de Sharon en ella no ayudaba a que mantuviera la cabeza fría. -¿Estás bien? - le preguntó la abogada al ver cómo quitó su mano de su cintura. -Sí, sí, solo... aléjate un poco, unos minutos - pidió y por la sonrisa victoriosa de su novia, parecía adivinar lo que estaba sintiendo. > fue el pensamiento de Nore cuando Sharon le condujo a una, aunque realmente era una serie de tiras con pequeños abalorios que daban lugar a otro pasillo iluminado del mismo modo que la sa
La cara de terror que se le formó al asistente de Cristina fue casi similar a la mueca de sorpresa de Nore. Estaba sentado en una mesa al lado de Frachesco Rotonda, en bañador y comenzando a tartamudear con pánico mientras se levantaba. Con la misma rapidez que abrió la puerta, la cerró. Antes de planear una huida rápida hacia Sharon sintió a Juan a su lado, tirando de su brazo y llevándola casi a rastras hacia otra puerta que tenía una luz verde. -Ponte la pulsera - señaló Juan tras cerrar la puerta con velocidad. -No me voy a poner ninguna pulsera - gruñó. - Abre la maldita puerta. -Si no te la pones en menos de dos minutos entrarán - pidió cogiendo ambas y tendiéndole una a Nore, - por favor, dame cinco minutos para hablar contigo. Su mente estaba demasiado confusa, tanto que ya ni le sorprendía que Juan frecuentase ese lugar, en el tiempo que llevaba en el Coderex había aprendido que juzgando las acciones de cada uno no iba a ninguna parte. -Mira, está todo bie
-Por supuesto que no, nos soltaron antes - se cruzó de brazos fingiendo ofensa, Juan estaba seguro de que detenida con ella a esa edad estaría Sharon. - Pero algo me dice que pronto la tendré, por asesinato a mi asistente. -Es lo más bonito que me has dicho en mucho tiempo - se llevó la mano al corazón, pestañeando varias veces de forma rápida haciendo más el tonto que de costumbre. Y lo consiguió, Cristina sonrió. Es todo lo que Juan necesitaba. Ambos tenían una postura similar, de pie al lado de la mesa donde apoyaban sus manos y de una forma tan inconsciente como discreta, la punta de sus dedos serpenteaba entre ellos en una íntima caricia que solo era reparada por la pareja. No había forma de mirarla con más amor de lo que lo hacía Juan, estando totalmente enamorado de cada versión suya, hasta la más triste y destruida. No fue consciente de que Cristina se había juntado a él hasta que sintió sus labios sobre los suyos. Fue algo rápido, algo similar a un simple roce
-Señora Castillo, qué sorpresa verla - mintió Dylan levantándose cortésmente cuando llegó Sharifa a una de las mesas de picnic del parque donde había citado a Jorge. - El encuentro más descansado. -Interesante saber que tú eres la serpiente que está envenenándole la cabeza a mi hijo - entrecerró los ojos sin molestarse en disimular. - Lo mejor que hizo mi hija fue despedir a una sabandija como tú. Lárgate. -Ni cinco minutos y ya ha halagado a su querida hija Cristina - recogió Dylan el café helado que tenía sobre la mesa, - sin siquiera haber saludado a su hijo aquí presente. No soy yo el problema, señora Castillo. Buenas tardes. Jorge observó cómo su amigo caminaba con total seguridad a través del parque, alejándose de ellos y sin girarse ni una sola vez aunque estuviese seguro de que podía sentir la mirada fulminante de su madre clavada en la nuca. No tuvo esa sensación de nerviosismo que se instalaba en él cada vez que iba a hablar con su madre y contarle algún plan
Trató de imitar esa mirada fría que tenía Cristina, podía ver sus ojos grises bajo las gafas de sol marrón claro, como dos glaciares. No había rastro del cariño que le demostraba antes y lo prefería así, si este era el camino hacia el éxito y el reconocimiento, lo aguantaría. -Quería ver si ya has aceptado mi propuesta, pero veo que no - señaló con la cabeza a los de seguridad, a unos metros de ellos observándoles de forma atenta. - No puedes prohibirme entrar. -Puedo y lo he hecho, podemos resolver esto en juicio si quieres adelantar las cosas. No se dejaría tentar, si había algo que Dylan y él sabían muy bien es que tenían que evitar a toda costa un enfrentamiento en tribunales. La forma más sencilla de hundir a alguien era por repercusión mediática y a pesar de esa seguridad falsa que demostraba Cristina, era consciente que Jorge estaba ganándole terreno. -No eres una buena CEO si sacrificas Tacarigua por tu imagen - siguió hablando. - La empresa tendría que importa
Por la sonrisa dulce del chico sabía que su pregunta había sonado a una mezcla entre queja y súplica. No trató de excusarse, con la desastrosa tarde que estaba teniendo por Héctor, ver a Sharon hubiese mejorado por completo su ánimo. -Estabas con Héctor y tenía un juicio, casi me lanza la bolsa a la cara de la prisa que tenía, llegaba tarde - contó de forma divertida y a Nore no se le hizo difícil imaginar a su abogada lanzándole algo a la cara a su asistente. Había adquirido tal grado de confianza con Miguel que no le importó que estuviese presente y viese la pequeña sonrisa en la cara de Nore al descubrir la enorme caja de bombones que le había obsequiado Sharon, algo arrugada y con una nota que por la inconfundible mala caligrafía, no podía dudar que lo había escrito ella. Los compré cerrados, obviamente, pero me entró hambre y queda la mitad. Pero te dejé los más buenos. En verdad te hice un favor, así no te quejas de que no son sanos, me comí la mitad de tus calorías.
Por unos segundos trató de imaginarse en una relación con Gabriel, pasando el tiempo juntos en algo tan simple como ver una película, ambos estarían callados y a gusto prestando atención, algo que no le hubiese parecido tan mala idea de no haber experimentado la otra cara de la moneda: Sharon. No recordaba cuántas películas había visto con su novia, pero sí estaba segura que en todas había acabado poniéndole la mano a Sharon en la boca por no dejar de comentar y hacer preguntas a Nore como si ella supiese el final; contra toda lógica, amaba esas discusiones. -Desde que estoy con Sharon he comprendido lo que es amar, no es conformarme con lo correcto y lógico - volvió a rechazarle viendo su ánimo decaer. - Quiero sentir, Gabriel, es lo que llevo haciendo estos últimos meses, quiero a Sharon. Lo siento. Aunque su voz sonase serena y tranquila, no lo estaba pasando nada bien y lo único que ansiaba era salir de Trivio e ir a buscar a Sharon. Necesitaba un refugio, necesitaba calma