No había una negativa de Nore a que siguiese, apoyó su cabeza en el cuello de Sharon, aspirando su aroma mientras soltaba suspiros erráticos y acelerados, sin siquiera esforzarse en calmar su cuerpo; sentía cada paso de la mano de Sharon como un rastro de fuego que quemaba su piel. Sharon podía percibirlo. Notó como parecía a punto de quejarse cuando Sharon frenó su mano, notando aún el calor que emanaba Nore. No podía apartar la vista de sus ojos negro petróleo, que se fundían de la manera más exquisita con el azul eléctrico de la abogada de Lawtorm, sincronizando la respiración pesada de ambas sin dejar de mirarse cuando la mano de Sharon ascendió a dónde más la necesitaba. No pudo sostenerle la mirada, Nore hundió su boca en la de ella a la vez que Sharon se hundía en su interior. Podría sentarla sobre su escritorio como tantas veces había hecho, pero hoy quería sentirla temblar a su toque, que le costase mantenerse en pie mientras se deshace en el fuerte agarre de Sharon.
Cogió la taza de Cristina y pegó un largo sorbo con la mirada colérica hacia la pared, como si ahí estuviese Gabriel. La CEO miró la que ahora sería su taza, viendo el humo salir sabiendo perfectamente que Sharon debía haberse abrasado la boca pero no parecía con intenciones de demostrarlo. -Hace años que ya os llevabais bien. -Eso pensé, pero no contaba con que mi hermano es un maldito caracol y en vez de traer la casa acuestas lleva todo su odio por mí a todas partes - masculló y Cristina vio a Juan hacerle un gesto indicándole que las dejaba solas. - Es una mierda, una putísima mierda. -¿Qué dijo Nore? -¿Qué va a decir? Ni ella se esperaba ese arrebato de Gabriel. Sabíamos que se podía enfadar ¿pero tanto? No entendía nada y encima el subnormal insinúa que me contrató solo porque soy su novia - gruñó apretando la taza, seguramente abrasándose la mano. - Es que de verdad que le acariciaría el cuello con una sartén llena de aceite hirviendo. -Pues vaya día - respo
-Estuve pensando y lo único que se me ocurrió para frenarlo es que Jorge no tiene la mayoría de las acciones, la tengo yo. -Os dejé a ti y a Jorge un cuarenta y cinco, para no hacer distinciones y que tuvieseis el futuro asegurado, ambos. -Sharon tiene un diez, me apoya a mí en cada decisión - le recordó. -Cierto, esa niña siempre está metida en todo, hasta tiene un porcentaje de mi empresa - gruñó con desagrado. - Funcionaría, si Jorge jugase limpio y por lo que me has contado, no tiene esa intención. -¿Te refieres a lo de vender? -Esa sería un buen movimiento, en cuanto venda sus acciones a un tercero, se acabó - apretó el puño sobre la mesa como si tuviese el cuello de su propio hijo entre sus manos. - Tacarigua es una empresa familiar, cualquier persona con valores diferentes lo desestabilizaría y no solo en decisiones. -No creo que las venda, quiere ser CEO, para eso necesita a Tacarigua. -Jorge solo quiere ser reconocido, ascender directamente a CEO
-Lo estoy desde que mantengo una relación con Sharon - aceptó. - Con ella siento que puedo... descansar. No sé cómo explicarlo, pero por más ilógico que suene, Sharon es paz para mí. No para en ningún aspecto, pero me da calma y seguridad, lo hace todo más fácil. La respuesta de Nathan se vio ahogada por un fuerte quejido de dolor cuando Aurum aplastó con su pata derecha su entrepierna poniéndose de pie y saltando del sillón junto con Argentum en dirección a la puerta, dejando con Nore a un adolorido Nathan que ya se estaba arrepintiendo de haber estado acariciando al perro. -Es Sharon, solo van a la puerta a recibirla a ella - comentó Nore viendo que Nathan no estaba como para levantarse y abrir la puerta. Aunque no lo externalizase, le daba pena su mejor amigo. No tenia buena cara y soltaba pequeños suspiros como si estuviese inflando un globo. Se tomó su tiempo para observar a Sharon cuando abrió la puerta, enfundada en una americana negra con un top de una banda de
No había bebido nada en el poco tiempo que llevaba en el poco usual local, pero comenzaba a sentir un ahogo dulce, como si su cuerpo estuviese ardiendo de una manera placentera. Mantenía la mirada baja, escuchando las explicaciones de Sharon y mirando lo justo y necesario. Trató de concentrarse en la música baja que se escuchaba entremezclada con la voz de Sharon, pero lo único que conseguía era que aumentase su libido e imágenes y escenas que no debería pensar se pasasen por su mente; el agarre de Sharon en ella no ayudaba a que mantuviera la cabeza fría. -¿Estás bien? - le preguntó la abogada al ver cómo quitó su mano de su cintura. -Sí, sí, solo... aléjate un poco, unos minutos - pidió y por la sonrisa victoriosa de su novia, parecía adivinar lo que estaba sintiendo. > fue el pensamiento de Nore cuando Sharon le condujo a una, aunque realmente era una serie de tiras con pequeños abalorios que daban lugar a otro pasillo iluminado del mismo modo que la sa
La cara de terror que se le formó al asistente de Cristina fue casi similar a la mueca de sorpresa de Nore. Estaba sentado en una mesa al lado de Frachesco Rotonda, en bañador y comenzando a tartamudear con pánico mientras se levantaba. Con la misma rapidez que abrió la puerta, la cerró. Antes de planear una huida rápida hacia Sharon sintió a Juan a su lado, tirando de su brazo y llevándola casi a rastras hacia otra puerta que tenía una luz verde. -Ponte la pulsera - señaló Juan tras cerrar la puerta con velocidad. -No me voy a poner ninguna pulsera - gruñó. - Abre la maldita puerta. -Si no te la pones en menos de dos minutos entrarán - pidió cogiendo ambas y tendiéndole una a Nore, - por favor, dame cinco minutos para hablar contigo. Su mente estaba demasiado confusa, tanto que ya ni le sorprendía que Juan frecuentase ese lugar, en el tiempo que llevaba en el Coderex había aprendido que juzgando las acciones de cada uno no iba a ninguna parte. -Mira, está todo bie
-Por supuesto que no, nos soltaron antes - se cruzó de brazos fingiendo ofensa, Juan estaba seguro de que detenida con ella a esa edad estaría Sharon. - Pero algo me dice que pronto la tendré, por asesinato a mi asistente. -Es lo más bonito que me has dicho en mucho tiempo - se llevó la mano al corazón, pestañeando varias veces de forma rápida haciendo más el tonto que de costumbre. Y lo consiguió, Cristina sonrió. Es todo lo que Juan necesitaba. Ambos tenían una postura similar, de pie al lado de la mesa donde apoyaban sus manos y de una forma tan inconsciente como discreta, la punta de sus dedos serpenteaba entre ellos en una íntima caricia que solo era reparada por la pareja. No había forma de mirarla con más amor de lo que lo hacía Juan, estando totalmente enamorado de cada versión suya, hasta la más triste y destruida. No fue consciente de que Cristina se había juntado a él hasta que sintió sus labios sobre los suyos. Fue algo rápido, algo similar a un simple roce
-Señora Castillo, qué sorpresa verla - mintió Dylan levantándose cortésmente cuando llegó Sharifa a una de las mesas de picnic del parque donde había citado a Jorge. - El encuentro más descansado. -Interesante saber que tú eres la serpiente que está envenenándole la cabeza a mi hijo - entrecerró los ojos sin molestarse en disimular. - Lo mejor que hizo mi hija fue despedir a una sabandija como tú. Lárgate. -Ni cinco minutos y ya ha halagado a su querida hija Cristina - recogió Dylan el café helado que tenía sobre la mesa, - sin siquiera haber saludado a su hijo aquí presente. No soy yo el problema, señora Castillo. Buenas tardes. Jorge observó cómo su amigo caminaba con total seguridad a través del parque, alejándose de ellos y sin girarse ni una sola vez aunque estuviese seguro de que podía sentir la mirada fulminante de su madre clavada en la nuca. No tuvo esa sensación de nerviosismo que se instalaba en él cada vez que iba a hablar con su madre y contarle algún plan