A Nore no parecía haberle gustado su respuesta, solo rodó los ojos con cansancio antes de mirar a Nathan esperando que su mejor amigo le aportase un poco de lucidez. -Yo no sé qué hubiese hecho en tu lugar - respondió Nathan con una sonrisa de disculpa al no ser de ayuda. - Pero siempre te apoyo así que bien. -No hizo bien, le dijo básicamente que no está preparada para una relación - enseñó Samir su terquedad sin vergüenza. - ¿Te crees que Nathan lo estaba cuando comenzamos? -Por una vez podrías dejar de ponerme de ejemplo. Aunque se quejaba, su novio tenía razón. Nathan nunca había tenido pareja y le daba un miedo atroz empezar una relación. Aún no entendía cómo llevaban tantos años, suponía que era mérito de Samir por aguantarle. -Calla, sombritas, están hablando los expertos - se señaló a sí mismo y a Natalie. - Cuando de verdad te gusta alguien, no estás preparado, nunca. Todo lo que sabes no sirve de nada, se viene abajo, es totalmente nuevo. Aprenderéis junt
-Ya está el pesado de Gabriel protestando - bufó Sharon mirando su móvil. - Me largo. Samir codeó su brazo como si no se hubiese fijado en su mejor amiga observando a la abogada irse, aun manteniendo una camuflada sonrisa nada similar al aspecto ausente que había mantenido todo ese tiempo. -¿Qué? - le preguntó cuando vio que Nathan la observaba. -Caíste. Hasta Natalie le dio un respiro a Nore sobre el tema de Sharon, cambiando completamente el tema de conversación, seguramente todos temían que un comentario más provocaría que se fuese y tendrían encima que pagar la comida. -Ahora eres tú el ausente - se fijó en Samir. Hablaba menos que antes, pero estaba con la cámara de su móvil mirándose sin hacer ninguna foto, algo que le resultaba extraño, al contrario de Nathan, Samir sí fotografiaba casi todo, desde la comida hasta a él mismo. -¿Parece que me he metido en una máquina de rayos UVA? - preguntó causando la risa de Nathan ante su preocupación. -No, yo
No quería perderse ninguna de sus expresiones, observaba desde uno de los taburetes de la isla de la cocina a Nore dirigirse a su frigorífico con total confianza, ya sin que Sharon le tuviese que ofrecer algo y eso le gustaba más de lo que había podido imaginar. A su espalda no podía aguantar una pequeña sonrisa al verla, gobernarse sola por su casa cuando durante muchas semanas hasta para un vaso de agua le pedía permiso a Sharon; le encantaba, porque parecía que vivían juntas. -¿Sorprendida? - le preguntó con sorna al ver a la CEO de Trivio frente al lleno frigorífico con la boca entreabierta. -¿Te dignaste a hacer la compra? Estaba segura de que solo encontraría pizza congelada. -Sí, el trabajador del súper se mostró bastante amable en explicarme qué comía una estirada y remilgada como tú cada día - respondió de forma presumida, disfrutando de la sorpresa de Nore. - Todo mierdas insípidas y muy saludables para ti, doña perfecta. Nore no le respondió, pero la forma inte
-No te muevas - le ordenó cuando Sharon hizo el amago de incorporarse. -Estoy en riesgo de dormirme - advirtió, pero notó y vio la mano de Nore introducirse en sus pantalones. - Corrijo, estaba. Cristina ya se había rendido, a la cuarta vez dejó de regañarle por tirar de los cordones de la capucha de su sudadera, dejando a Juan la total libertad de cambiarle la medida a su antojo mientras la escuchaba leer. Al principio pensó que el ojiverde le había pedido que trajese su libro porque quería quedárselo un tiempo, algo que le había extrañado, ya que en el perfil que había elaborado su madre sobre sus trabajadores en su época en Tacarigua indicaba claramente el rechazo de Juan a la lectura, luego descubrió sus verdaderas intenciones. En el césped, con la espalda apoyada sobre un árbol y con Juan recostado en sus piernas, leía el que podía considerar su libro favorito. No le podía encantar más su día. Varias veces había tenido que pellizcarse a medida que avanzaba su lectura,
No le dejó responderle sobre la obviedad que acababa de decir, Juan la besó igual de rápido que antes, aunque ahora de forma más intensa y notando la sonrisa de ambos durante el beso. Esperaba de verdad que ahora sí hubiera algún paparazzi, les pediría más de cinco copias de ese momento que ya atesoraba en su mente. Todos los nervios, decepción y orgullo dañado se volatilizaron y sustituyeron por una explosión inexplicable de felicidad. Cualquier descripción se quedaría corta sin siquiera acercarse a todo lo que le transmitía ese momento, porque Juan se estaba convirtiendo en esa persona que viaja junto a ella a través de la tormenta. No es la calma, menos aún la tormenta, es quien sostiene su mano en medio de la tempestad. Cuando se ofreció a ayudar a decorar el piso, se imaginó que no tendría que hacer mucho y al llegar estaría todo casi terminado. Como los últimos días, para no variar, se equivocaba. La sonrisa amable de su novia al abrirle la puerta no ocultó cómo d
-Aparta bicho, este año me toca a mí - alejó Ricardo las manos de Miranda del último adorno mientras acercaba una silla al árbol. - Y no, rubio abogado de revista, pero esto es mucho mejor. Le recordaba a Nathan Moretti en cuanto a altura, se subió en una silla alcanzando la copa del árbol mientras Miranda se colocaba a su lado por si se caía. Gabriel estaba totalmente seguro de que si se tropezaba, su novia se alejaría y sería la primera en reírse de la caída de su mejor amigo. No tenía forma de estrella, solo era un corriente marco de fotos donde estaban Juan, Ricardo y Miranda sonrientes a la cámara. Su apariencia visiblemente más joven le picaba la curiosidad a Gabriel sobre cuántos años llevaban viviendo juntos. Definitivamente esa foto era la guinda del pastel para finalizar su muy atípico árbol, pero había quedado bastante bonito. -Y ahora, el momento que todos esperábamos - anunció Ricardo agachado donde estaba el pequeño botón para encender las luces. Miranda apag
Soy Peter, se repetía. -¿Te agradezco haber apostado por mí o vas a agradecérmelo tú? - sonrió con seguridad juntándose a ella, haciendo caso omiso a sus pensamientos. Cristina soltó una pequeña risa mientras daba un largo sorbo a su copa, permitiéndole oler a Juan por cercanía el fuerte aroma a alcohol que salía, tequila quizás. Sus ojos grises serpentearon como siempre su cuerpo únicamente cubierto por el bañador y ya casi seco por el calor que emanaba el Coderex.-Muy tentador, Peter Martinez - recogió una pequeña gota que circulaba por su cuello. - Pero vine aquí hoy a despedirme cortésmente. Me gusta dejar todo atado, así que me disculpo por el viernes pasado ante mi ausencia. -¿Despedirte? -Recuerda mi cara porque es la última vez que la verás - palmeó su pectoral con diversión. - Estuvo muy bien pero ya mi estadía en el Coderex caducó. Juan podría desmayarse ahí mismo en ese instante y también quería golpearse la cabeza contra la pared al sacar conclusiones preci
-Yo le regalé condones, jefa - le guiñó el ojo Ricardo tratando de avergonzarla sin éxito, aunque sí parecía haber tenido efecto en Juan. - De sabores. -Me ocuparé de que tu cesta de Navidad sea la más grande, López - respondió con diversión viendo el rostro rojizo de su novio que solo miraba al suelo. Escuchó de fondo a Ricardo decirle varias marcas de comida que quería en la cesta mientras era guiada por Juan por el pasillo de la casa, aún avergonzado consiguiendo que la risa de Cristina se incrementase. -Siento eso - murmuró cerrando la puerta del baño. -¿Tu solución de intimidad es traerme al baño? - se mordió el labio tratando de contener la risa sin mucho éxito. - Que yo recuerde Ricardo la última vez me mostró una curiosa habitación con un peluche de Nemo. -No quería incomodarte - se pasó la mano por el cuello con nerviosismo, - por eso elegí el baño. En el último período de su vida había tenido interés por dos chicos totalmente opuestos, si bien a veces notab