Danna estaba desconcertada, buscó a Hanna con la mirada, suponía que habían ido juntos, ella no los había invitado, quizá Ricardo lo había hecho, hasta que René se acercó a ellos.
—¡Señor Nava qué bueno que sus ocupaciones le permitieron asistir! Estoy seguro de que va a quedar impresionado con el maravilloso arte de la señorita Montiel, es una artista como muy pocas quedan hoy en día.
—Agradezco mucho la invitación, de hecho, estoy interesado en adquirir la obra “Sentimientos infantiles” le tengo un lugar muy especial en mi museo de Londres.
—Lo siento mucho señor Nava, pero esa obra ya fue adquirida por otro coleccionista.
—¡De ninguna manera! No lo acepto, duplicaré o triplicaré el precio si es necesario.
—Pero señor, no sé qué decirle.
—Haz lo que
Wilmer recorrió la galería y cada obra que veía, le parecía mejor que la anterior, Danna tenía manos de ángel, y un don extraordinario para plasmar las emociones humanas en un lienzo, lamentó no poderse llevar a Londres la obra que había elegido, pero sin duda, cualquiera de las que estaban todavía en el museo, valía la pena colocar a la derecha de su Da Vinci.Danna despidió a cada uno de sus invitados, después de recibir las correspondientes felicitaciones, estaba cansada, pero feliz, muy feliz de haber alcanzado el éxito profesional que tanto había soñado.—Danna querida ¡Agárrate! Porque te vas a desmayar — le dijo René emocionado.—¿Por qué? ¿Paso algo malo?—Sí, algo muy malo, ¡No tendrás ninguna obra para tu galería!—¿Qué quier
Wilmer llegó a su hotel lleno de preguntas sin respuesta, pero, sobre todo había una duda que lo atormentaba ¿Por qué Danna Montiel le importaba tanto? Se estaba muriendo de celos al imaginarla en brazos de Carlos Pacheco y sin embargo, cuando éste le dijo que Hanna era su amante, no lo creyó y tampoco le importó.—¡Maldita sea Wilmer! ¿Qué carajos te está pasando? Es tu cuñada, la hermana de tu novia y sientes más deseos de estar con ella que con tu propia novia —Vociferó cuando llegó a su habitación en el hotel, pidió servicio al cuarto, necesitaba un trago para tranquilizarse, pero no quería embriagarse, así que pidió una botella de vino rosado, el mejor que hubiera en la cava del hotel.Se sirvió una copa y se la bebió de prisa, luego otra, terminó dejando la copa y bebiendo directamente de la bo
Hanna colgó el teléfono móvil y se mordió los labios, dos semanas de libertad eran un respiro para ella. Wilmer le gustaba mucho, era un buen amante, y lo admiraba como hombre de negocios, era sin duda alguna su modelo a seguir, pero era muy aburrida la convivencia en pareja, ella sentía que se ahogaba cuando estaban juntos, por no poder ser ella y por no tener la libertad a la que estaba acostumbrada.Tomó el móvil, ya sabía que su novio no iba a llegar así que era su oportunidad para salir a divertirse, pero Rio de Janeiro era una ciudad desconocida y también tenía fama de ser peligrosa, así que no se quería aventurar a salir sola.Revisó entre sus contactos, ya tenía los números de los gerentes y de algunos ejecutivos, pero había un hombre en particular que le atraía demasiado João Da Silva, y durante el tiempo que llevaban trabajando
El beso entre ellos, duró apenas unos segundos, pero los dos hubieran querido que durara para siempre.—Lo siento —dijo Danna ruborizada y agachó la mirada avergonzada, lo amaba. Pero se trataba del novio de su hermana.—No, preciosa, no te disculpes por favor, creo que fue algo que los dos sentimos —Le dijo tomándola de la barbilla para que obligarla a mirarlo a los ojos.—Wilmer, eres el novio de mi hermana, esto no está bien.—Lo sé, sé que no está bien, ella no merece que yo le haga esto, pero tú tampoco tienes la culpa, el que está jodidamente confundido soy yo, desde que supe de tu existencia, no he parado de pensar ti y cuando te tengo cerca, lo único que deseo es besarte y acariciarte.—Creo que este no es el mejor lugar para que hablemos —dijo ella ruborizada, recordándole que estaban en el baño.&mdash
Cuando Wilmer abrió los ojos, Danna estaba acurrucada entre sus brazos con el rostro hundido en su pecho y abrazando sus piernas con la suya. Sintió una gran ternura, que no había sentido nunca con su novia, regularmente con ella, después de tener sexo, cada quien se iba a su lado de la cama a dormir en libertad, pero Danna le inspiraba esa necesidad de abrazarla, de sentir su calor y su aroma, aun cuando no había pasado nada entre ellos.No quería moverse para no despertarla, se quedó mirándola durante un rato, hasta que el sol que entró por la ventana la despertó.—¡Oh, lo siento! —dijo ella ruborizada por haberse tomado el atrevimiento de abrazarlo inconscientemente.—Si te vuelves a disculpar conmigo por algo, voy a tener que imponerte un castigo.—¿Un castigo? ¿Por qué?—Porque no debes disculparte por hacer lo que sie
Danna sentía un dolor en el pecho, intuía que algo no estaba bien con su hermana, siempre habían tenido esa conexión de gemelas, aunque regularmente Hanna la ignoraba, pero ella si solía preocuparse porque siempre acertaba. No sabía si llamarla, solo para preguntarle si estaba bien, aunque en realidad lo que quería era saber qué había pasado entre ella y Wilmer; si habían terminado, o seguían juntos(esperaba lo primero) Finalmente se atrevió a llamar, pero su hermana tenía apagado el móvil, así que no tuvo respuesta, después de tres intentos, se dio por vencida. —Señorita Danna, ¿qué quiere que le prepare de desayunar? —Preguntó Juana, sacándola de sus pensamientos. —Por favor ve a comprar unos huevitos a la veracruzana Juanita, me muero de hambre, toma dinero en la cocina y pídelos en la fondita de la esquina por favor, ya sabes como me gustan, que estén picositos. —Está bien señorita, en lo que se los preparan le voy a ir a traer su café que
Wilmer salió de la casa de Danna con el corazón destruido, no le importaba que hubiera tenido cien amantes antes de él, pero esperaba que después de haberle dicho que la amaba, le fuera fiel a su relación.Se detuvo por un momento en la puerta antes de salir a la calle, escuchó la voz de Danna gritando su nombre, parecía sincera, pero solo de recordar su voz afirmando que ella y Carlos eran amantes y que lo hubiera llamado cuando apenas el día anterior se habían dicho que se amaban, era demasiado complicado de entender.Comenzó a caminar necesitaba pensar, despejar su mente y tratar de reparar su corazón.—Danna, Danna ¿Por qué me hiciste esto? ¡Soy un imbécil! —Se dijo en voz alta.—Efectivamente, eres un verdadero imbécil —Dijo la voz de Carlos Pacheco que caminaba tras él.Wilmer no soportó má
Por más que pensaba, Danna no sabía cómo confesarle a Wilmer toda la verdad, tenía miedo de su reacción, de que se sintiera burlado y la rechazara por haberse prestado al juego de Hanna para engañarlo.Pero sabía que era mejor que fuera ella quien le dijera la verdad y no dejar que lo supiera por alguien más, así que se armó de valor y lo llamó para que la ayudara a salir el baño, pero fue Juanita quien llegó auxiliarla.—El joven salió señorita, dijo que tenía que hacer una compra urgente y que volvía enseguida.Ella suspiró, tendría que esperar a que volviera hablar con él, así que le pidió a Juanita qué le ayudara a ducharse y a vestirse, quería que Wilmer la encontrada arreglada para él.Cuándo volvió, traía consigo el desayuno, el café favorito