La llegada a Palermo fue apresurada, Joseph se despedía rápido de Isabella y Ferdinand prometiendo noche de pizza para el pequeño ganándose gran enfado por parte de la hermosa mujer que odiaba la comida basura para su hijo, sin embargo, no le había tiempo de réplica, ya los esperaban en el museo y los tres hombres salieron con premura hacia allá, Caterina sabia bien de lo que se hablaría en aquella reunión, no le gustaba demasiado aquello, pero sabía que no había más opción para evitar que Joshua siguiera interfiriendo, Mason Slorach había pedido que se le ayudara a localizar a su hermana, por un momento se pregunto como seria esa chica, aunque, restándole importancia, se enfrasco en su charla con Isabella, quería todos lo detalles morbosos de la noche de bodas.Joseph, Franco y Adriano, llegaban al museo para luego entrar presurosos al recinto en donde se llevaría a cabo la primera reunión con sus nuevos socios, a través de múltiples llamadas telefónicas se había logrado concretar aq
— Mírate hijo, estoy tan orgulloso de ti, todo el que te ve agacha su mirada, te temen, te respetan, sin duda eres mi hijo, finalmente has regresado a mi — dijo Asesino quien lo recibía con los brazos abiertos.Joshua, lo miraba también al pie de la escalera junto a su padre, Joseph, su hermano menor, el hijo prodigo, aquel que había huido del hogar Harrington para seguir su camino, aquel hermano al que una vez protegió con el alma y que, deliberadamente, lo había dejado atrás sin nunca escuchar sus razones, Joseph hacia honor a su nombre con su aterradora apariencia, su cuerpo una vez infantil, ahora era el de un hombre, completamente cubierto de tatuajes que, conociéndolo, emulaban periodos de su vida, el nombre de su madre, referencias al infierno de Ferdinand y demás porquerías que nunca lograría entender, lo odiaba, lo aborrecía tanto que le costaba respirar el mismo aire que él, Joseph se lo había arrebatado todo, desde el amor de su madre, la aprobación de su padre y también,
Isabella, salía del consultorio con aquel papel en sus manos, estaba embarazada, tenia casi un mes de gestación, con lagrimas en sus ojos, se apresuro a tomar un taxi de regreso a casa, aquella noticia debía dársela de inmediato, serian padres, la emoción desbordaba imparable de su pecho que latía con fuerza, estaba feliz, más allá de la felicidad, lo amaba, amaba a Joseph Harrington y aquel hijo, era el fruto del gran amor que sentían ambos.Llegando hasta aquel departamento donde ambos habían comenzado su vida juntos, y sin saber el evento ocurrido un rato atrás, Isabella se lanzaba a los brazos de Joseph, quien, extrañado de aquella explosión de felicidad, la tomo en sus brazos.— ¡Seremos padres, estoy embarazada! — dijo Isabella con alegría.El mundo de Joseph parecido iluminarse, padres, serian padres otra vez, tendría un hijo, un hijo con ella, con su amada Isabella…besando sus labios con ternura, acaricio el aun pequeño vientre de su amada, sus sueños comenzaban a volverse re
Abrazándose al pecho de su amado, Isabella sintió que el mundo era un lugar hermoso si Joseph siempre estaba con ella, nunca imagino que podría ser tan feliz y quería que su esposo también lo fuera, lo volvería el hombre más feliz, un hubo mas palabras entre ambos, no había mas pare decirse, no con los labios, besándose apasionadamente, se amaron con el cuerpo y con el alma fundidos en un solo ser, en aquel viejo departamento donde una vez fue la mujer mas desdichada, toda su vida se concentraba en ese momento, donde en medio de pasiones desenfrenadas y besos de amor, se entregaba una vez mas a su amado Joseph Harrington, todo la felicidad que el le proporcionaba, no podía pagársela nunca.El camino de regreso al que ahora era su hogar, fue el mas dichoso, entrando al departamento, Isabella llamaba a la niñera, en cuanto la puerta se había abierto, sin embargo, solo el silencio se dejaba sentir.Isabella y Joseph abrieron gravemente los ojos después de encender la luz, el lugar estab
Charles Smith caminaba de regreso al lujoso hotel donde estaba hospedado, hacia apenas unos días que por fin había logrado abandonar el hospital, y los huesos aún seguían doliendo, apoyado con unas muletas, caminaba paso a paso pensando en vengarse de Joseph Harrington, estaba harto, mas que harto, Agatha se había vuelto una completa indiferente hacia él, no le preocupaba en lo más mínimo su estado de salud e incluso se había marchado a casa de sus padres con la excusa de querer convivir un tiempo con ellos, era mas que obvio lo que estaba pasando, lo había abandonado, pensando en Isabella, sabia que ella no lo habría dejado atrás, había permanecido a su lado, ayudándolo a levantarse, vestirse, curando las heridas de su cuerpo y haciéndole sentir apreciado, sin embargo, él la había abandonado, aburrido de la sumisa esposa que siempre le dio todo, se había marchado con la hermana frívola e interesada, la que no se quedo a su lado cuando más le necesitaba.Charles regresaba de los juzg
- No se aplica presión porque la hemorragia es interna en todo caso se aplica vendaje y se lleva de emergencia para operar -- Se necesita saber dónde está la bala y para eso es la radiografía -- Luego una toracotomía para evaluar el sangrado y si es mucho, transfusión urgente -Un zumbido dentro de su cabeza lo aturdía logrando que se sintiera mareado, un sudor meramente frio perlaba su frente, una taquicardia lo atacaba una y otra vez cada vez que veía Sali a un médico de la sala de cuidados intensivos donde su esposa se hallaba desde hace varias horas en una operación urgente, como médico que era, Joseph entendía bien cada termino que le habían dicho o había escuchado, había sido un estudiante prometedor en la universidad de medicina, y, aunque concluyo sus estudios y se recibió como un médico, nunca ejerció verdaderamente aquella noble profesión, no tenia derecho a hacerlo, había faltado al juramento de Hipócrates arrebatando vidas en lugar de salvarlas, no tenía derecho…sin emba
Mirando a los ojos a aquel hombre que había sido el amante de Amaia, Joshua mostraba fiereza e ira en su mirada, no estaba dispuesto a dejarla escapar, la encontraría, le haría pagar por lo hecho a su amada, aquel hombre alemán frente a él, lucia nervioso, sudoroso, por supuesto, Joseph había hecho ya de las suyas, sus aliados nada despreciables habían puesto de cabeza al líder de Flugel, Fritz era un hombre temido en sus territorios, su mafia, era una de las mas respetadas, sin embargo, su poderío no llegaba a tocar los talones del poderío de su hermano, Figlio Di Satana era un imperio demasiado fuerte y que ahora contaba con el resguardo de los Slorach y los Urrutia, realmente, y sabiendo bien que Joseph no descansaría tampoco en su búsqueda de Amaia, la rubia no tenia muchas opciones para esconderse, sin embargo, quería ser el quien la encontrase primero, la torturaría, la haría pedazos, la haría sufrir tanto que ni siquiera su alma después de morir pudiese estar en paz, no dejaría
Ferdinand pataleaba de emoción después de muchos días sin poder ver a su madre, Joseph sonreía complacido, por supuesto, no le había dicho al pequeño lo que realmente había ocurrido, tan solo le dijo que Isabella se había puesto un poco enferma debido a la impresión de creerlo perdido, todo finalmente volvía a acomodarse vuelta, aquellos habían sido días horrendos donde, por un momento, todo parecía perdido, mirando por el espejo retrovisor de su lujoso auto deportivo, sonreía al mirar a su hijo jugando con Zinerva, la hermosa niña tan parecida a su madre, había sido toda una heroína, rescatando a Ferdinand de su madre demencial, aun no decidía que hacer con respecto a Amaia, la rubia había escapado y se había salido de su radar, tenia que encontrarla y detenerla, pero, mirando a la niña inocente y valiente que le había devuelto a Ferdinand, meditaba si matar a su madre era en realidad una opción, aun cuando Zinerva había dicho no desear volver a su lado, la demente mujer seguía siend