Capítulo 101

El sol se colaba por la pequeña ventana de su departamento y el canto de las aves había logrado despertarla.

Isabella se incorporaba mientras se tallaba los ojos antes de abrirlos a la luz de un nuevo día. La noche anterior, si tenía que describirla, en una palabra, había sido maravillosa. Mirando a su lado, Ferdinand aún seguía durmiendo tan plácidamente, que sentía pena por tener que despertarlo. Su hijo había pasado una gran noche jugando y comiendo como si no hubiese un mañana, y eso, la llenaba de satisfacción.

Levantándose de la cama, la mujer se dio una ducha rápida y decidió comprar algo en el camino para desayunar, se había despertado un poco tarde y no le daría tiempo de preparar algo elaborado. Mirando su billetera, pudo ver su paga prácticamente intacta; el amable señor Harrington había pagado por toda la comida y atracciones, ella solamente había pagado su entrada y la de Ferdinand antes de encontrarse con el buen hombre.

Mirándose en el espejo una vez que estaba cambiada
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