En este momento tengo la mirada fija en Grecia y con mi dedo índice sobre mis labios, haciéndole entender que debe mantenerse callada. En cuanto ocurrió lo de Oriana y Oriel, dudaba entre si venir o no y saber cómo estaba Bajhor, en este momento él no puede estar solo, no con tantas cosas ocurriendo a su alrededor, pero al llegar Grecia me dijo que no podía entrar, ya que se encontraba con alguien. Respete eso, pero algo me decía que debía por lo menos escuchar de este lado de la puerta, y la voz de mi padre retumbo tan pronto en mi cabeza.
Claramente es de mal gusto y una falta de respeto escuchar conversaciones ajenas, pero se trata de Bajhor, se trata de Fabian que no sé qué demonios hace acá, se trata por supuesto de mí y todo lo que he escucho me deja sin aliento.
¿Qué diablos se cree mi padre?
¿Por qué se osa en querer alejar a Bajhor de mí?
¿Qué es lo que quiere?
¿Por qué se toma una atribución que no le corresponde en lo absoluto?
Bajhor viene con otra vestimenta, una más fresca que la de oficina, me gusta sus jeans rotos y su suéter negro, los anillos en sus dedos y ese aroma que me atonta en cuanto lo inhalo, el pelinegro sonríe y ese era el último detalle que necesitaba para que todo colapsara en mí.–Amor.– ¿Qué estoy pagando, Jesucristo? –murmullo, él se planta delante de mí y deja un casto beso en mis labios.– ¿Qué es? –sacudo un poco mi cabeza y sonrió.– ¿Esto? –me refiero a las bolsas en mis manos. – ¿Qué más? Fabian Lunghir.Bajhor pasa a mi lado, yo cierro la puerta y dejo las bolsas a un lado, me enfoco en él. Quita su abrigo y también el gorro de lana que traía, olvide que hoy comenzó la primera nevada en la ciudad y el frio ha de ser insoportable, yo tengo la calefacción casi al tope y no me afecta mucho.–Huele delicioso –comenta, yo sonrió. – ¿Cocinabas para mí? –chiteo y le miro fijo, asiento.–Estará listo en unos minutos, siéntete a gus
–Yo, lo siento.–Aja... –bufo y le miro. –De seguro eres el típico hombre a lo cual su esposa no le da todo lo que necesita, ¿No? –Fabian me mira fijo.–Las cosas no van bien con Tabatha.–Wao, que excusa tan creíble, no me importa, para ser sincera, tu vida amorosa no es de mi incumbencia.–Frida...– ¡No! –digo con tono fuerte. – ¡¿Qué carajos pretendes tú, Fabian?! ¿Qué crees que eres? ¿Un adolescente? ¿No te basto con serle infiel a mamá?–Frida, no estamos aquí para hablar de mí, sino de ti –suspiro, este de pronto deja caer sobre la mesa céntrica unas carpetas. –Yo, lamento todo lo que has pasado –dice con un tono de voz apenado, yo con prisa tomo esas carpetas y comienzo a ver todo lo que hay dentro.– ¿Qué? –digo sin aliento. – ¿Me investigaste? –todo lo de Abdón, lo de la casa de mamá, mi embarazo y lo que Abdón hizo para que yo fuera la culpable de todo. – ¿Cómo te atreves? –dejo caer con fuerza las carpetas, por eso ese chofer me
–Yo... –le miro fijo, tiene ese semblante serio. –Yo tengo un hijo... –suelto su mano, me alejo un poco de él, le miro fijo, el corazón me late, abro mi boca para decir algo, pero la vuelvo a cerrar. Mi adonis me mira fijamente, pero estalla en una risotada y yo automáticamente dejo un golpe en su hombro. – ¡Por Dios, debiste ver tu rostro! –ríe sin parar. –Fue como... –hace un gesto sorpresivo y realmente horrible de mi cara. –Ay honey, es tan divertido jugar contigo –ríe y ríe, yo me cruzo de brazos, llevo la mirada a la ventanilla y observo la oscuridad del cielo. – ¿Frida? Fue solo una broma.–Pensé que no sería la mujer que te iba a dar tu primer hijo –confieso, me acomodo un poco en mi lugar. –Quiero ser yo quien te de todos los hijos que tú quieras, yo... –Bajhor con rapidez toma mi rostro y logra que lo mire fijo.–Y yo quiero que tú seas quien lleve en su vientre mis hijos, nuestros hijos, Frida... –me besa y sonrió con sus labios sobre los míos. –Porqu
Al despertar observo aun lado, donde está la ventana, allí está la Torre Eiffel, otra cosa que el abuelo deseaba al comprar este lugar, era tener la vista de dicha Torre. Me estiro un poco en mi lugar y siento un vacío junto a mí, al voltear a mi lado noto que mi rubia candente no está, me siento y bostezo, salgo de cama y tomo camino fuera de la habitación.El olor a comida de inmediato me noquea, mi estómago gruñe en protesta y al darle el frente a la amplia cocina, la observo cocinar y en un ir y venir mientras lo hace. Un jodido frio me estremece el cuerpo y noto las puertas corredizas del balcón abierta, a Frida claramente no le afecta está en el calor de la cocina, yo no sé qué hacer, si cerrar las puertas o ir donde ella se encuentra.– ¿Una o dos de azúcar para tu café? –me toma por sorpresa su voz y le veo. –Te estoy viendo desde la tostadora, amor –sonrió y voltea en su totalidad. – ¿Y bien? ¿Una o dos?–Dos... –asiente y voltea nuevam
Me siento como una niña pequeña recorriendo lugares muy bonitos desde mis ojos, es como si fuera una niña que observa a un vendedor de globos de muchos colores y los quisiera todos en solo segundos. Camino, corro, sonrío y rio al mismo tiempo, abro mis brazos de par en par, sintiendo la brisa, el sol y todo lo que Paris me brinda. Al ver una fuente me subo al borde de esta y comienzo a caminar, no tengo temor de caer al agua, estoy feliz de estar acá, de ver y conocer, sí, soy una niña pequeña.Me detengo y cierro mis ojos, una sonrisa se forma en mis labios y dejo que todos los sonidos de la ciudad se adentren a mi mente para que al volver a casa se mantengan grabados en ella. Al abrirlos lo veo, allí, delante de mí, tiene una sonrisa en sus labios y un enorme algodón de azúcar en su mano, bajo del borde de la fuente y me acerco a él, ese impulso me llega como siempre al tenerlo cerca y planto mis labios en los suyos.Ese dulzor, ese cosquilleo, esa
Cinco Días Después…Sí, todo puede cambiar de un momento a otro, las lágrimas no dejan de correr por mis mejillas, mis manos tiemblan y el corazón lo siento tan destruido que no sé cómo lidiar todo esto.Estábamos de regreso a casa, después de unos días lejos de todos. Estábamos felices en Paris, visitamos tantos lugares, las noches eran nuestras en la habitación, la sala o la piscina. Me sentía tan llena de vida junto a Bajhor, pero al poner un pie en la pista de aterrizaje para regresar, Bajhor recibió una llamada, una llamada que era para mí y que me esfumo la sonrisa con la que pretendía volver.El vuelo se me hizo eterno, no dejaba de llorar en el hombro de Bajhor, era muy claro el enojo con el que él se encontraba, llamadas aquí y allá. Al llegar ya su coche esperaba, subimos y este tomo el camino lo más rápido que pudo al hospital.Es mi tía Catia, mi tía ha sufrido la maldad de Abdón,
Frida Kayenston.Todos nos observamos, nadie dice nada, minutos, minutos, minutos y yo me estoy desesperando, ¿Qué es lo que ocultan? ¿Qué es eso que mis abuelos no me han dicho?– ¿Y bien? ¿Quién comenzara? –enarco una ceja, me cruzo de brazos.–Frida... –es mi abuela paso a mirarla. –Siento que no es el momento, pero tu madre nos pidió que fuera en el necesario y creo que es ahora –arrugo mis cejas, esta me toma de la mano, ambas tomamos asiento. –A lo que... tu padre se refiere es que... –la abuela baja la mirada. –Tu madre no murió del todo debido a él, aunque su abandono si le afecto mucho –mi abuela vuelve a mirarme. –Frida, tu madre nunca quiso que supieras esto, no hasta que llegara el día y ha llegado.–Ok... –le miro fijo. –Te escucho...–Mi amor, tu madre fue diagnosticada con cáncer... –el aliento se me esfuma. –Estaba en una etapa muy terminal, y no tenía la oportunidad de luchar por vencerla, ella nos hizo prome
Balián me dejo en la puerta de mi apartamento, este se disculpó y se fue con prisa. Yo por mi lado comienzo a ver todo el apartamento, está un poco desordenado, hay rastros de sangre en el suelo, fue limpiada, pero no del todo, un nudo se forma en mi garganta, la rabia comienza hacer partícipe, tengo esas ganas de tomar mi cabello y jalarlo con fuerza, me quiebro ante todo esto, desahogo todo lo que me abarca, mi llanto es silenciado de pronto, mi respiración se corta de tajo.–Shhh, ni se te ocurra gritar, ¿Ok? –siento en lo bajo de mi espalda algo presionándose. –Yo no quería y tu hiciste que fuera capaz de ello... –Abdón suelta mi boca, pero me es imposible moverme, ahora tiene la pistola clavada en la cien, este se planta delante de mí. – ¿Comprometida? –sonríe. –Tú no puedes estar comprometida, ni con él, ni con nadie.– ¿Por qué esta obsesión conmigo, Abdón? –le miro fijo. – ¿Tan difícil era darme el divorcio? ¿Dejarme tranquila? ¿Hacer tu vida con la ma