— ¿Seguro que no quieres un trago hermano? —me pregunta Lucas después de un par de minutos.

—Sabes que no tengo ganas de un trago hombre, tomen ustedes. No se preocupen por mí —le digo con calma para que deje la insistencia.

—Tú y tu estúpida regla de no tomar un trago si estamos en grupo, no somos unos niños Jones, podemos cuidarnos por lo que no necesitamos que lo hagas por nosotros —traslado mi mirada de la bebida fría que tengo en mis manos hasta su rostro—, no me gusta esa mirada… —debido a nuestra distancia, el susurro es todo menos eso.

— ¿En serio? No lo había notado Lucas, pero sabes que me da más curiosidad… —comento con calma, eso me permite sonreír con suficiencia al ver cómo su rostro cambia—. Si supuestamente son hombres maduros que no necesitan que nadie los cuide, ¿Por qué siempre terminan completamente ebrios haciendo cosas que no deberían hacer? ¿O es que se olvidaron de aquella vez en el club donde te tuve que cargar en mi hombro vomitado porque no pudiste parar des