Hola hola! Nuestros personajes ahora están en otra situación, veremos que les depara el destino :) Les recuerdo que me pueden ayudar comentando por aquí y especialmente dando clic a la pantalla, yendo a los 3 puntos arriba a la derecha, seleccionar "sobre este libro" y comentar ahí. ¡Gracias a todos por el apoyo! Bso Kika
Naiara —¿Se encuentra bien princesa?— me preguntaba Dashi cuando me veía con la mirada perdida en la ventana. Habían pasado ya un par de días desde que habíamos llegado a Bhaltar. Habían las montañas más increíbles que había visto en toda mi vida, casi casi podían llegar al cielo y yo me preguntaba qué pasaría si lograba escalar hasta la cima más alta. Todo estaba completamente lleno de la nieve más blanca. Jamás había visto algo así en toda mi vida, tomaba un poco con mis manos y veía como se derretía con el calor de mi piel. Kai me había explicado muchas veces cómo era el lugar y qué podía esperar. Pero confieso que jamás había imaginado algo así. Las montañas eran como grandes gigantes que me defenderían de cualquier cosa y yo podía imaginar incluso que mi medio hermano jamás se imaginarían que estuviera aquí. Por supuesto que cuando se diera la boda o quizás antes, él seguramente ya estaría informado gracias a sus espías que deben estar siguiéndonos en cualquier parte. Pero
Naiara —Creo que no he tenido el placer de conocer a los señores — digo inmediatamente. Todos me miran como si yo fuera un fantasma. Me doy cuenta de que hay un consejo de tres hombres de Bhaltar junto con mi caballero. Son señores diferentes edades, pero en general, mayores. Están todos ataviados con pieles y trajes de cuero marrón, y por supuesto se sorprenden bastante al verme. —Princesa...— dicen los hombres y hacen una reverencia. Yo camino y entro colocándome al lado de mi caballero, quien realmente tiene una expresión bastante aliviada. —Mi princesa déjame presentarte a los consejeros del rey Kai, ellos representan los intereses del Rey en esta negociación. El señor Shane es el consejero y Vocero principal y fue el regente mientras el rey estuvo ausente, los demás señores son los senadores principales, de la familia Pazzo— dice él señalándome a los hombres. Al parecer son bastante importantes y habían trabajado con el padre ya fallecido de Kai. Hay un hombre bajo y calvo
Brock —¿Mi señor está dándome todas las atenciones por adelantado?— me dice ella riéndose, mientras yo estoy acostado atrás de ella, en nuestra maravillosa cama, acariciando toda su piel y anatomía. —Ujummm...— es lo único que responda mientras beso su cuello, su espalda y mis manos se presionan por sus muslos. —¿Mi esposo teme que yo me olvidé de él, el tiempo que esté fuera?— dice suspirando por mis administraciones. Yo me inclino a verla y me coloco sobre ella, mientras ella me hace espacio. Prácticamente, no la he dejado descansar durante toda la noche y parte de la mañana. Tengo que salir en unas pocas horas y en vez de estar arreglando todo y preparando lo necesario para nuestra salida... solo estoy perdido aquí en ella. En lo absoluto es pérdida de tiempo, todo lo contrario en todos esos días que estaré la diosa sabe en dónde, es esta imagen la que me quiero llevar. Mi esposa sonrojada, despeinada, su pecho agitado, sus pequeñas manos recorriendo mis brazos y mi piel. La
Dashi Había hecho lo que tenía que hacer. Cuando era esclava había hecho desde los trabajos más crueles y forzados, los más rutinarios, hasta los más absurdos. Era mi deber y no lo hacía por placer y mucho menos por lealtad. Era una persona de acción, de eso estaba segura, aunque, hasta hace poco tiempo, también me había dado cuenta de que era una persona estratégica. Supongo que siempre lo había sido, pero simplemente para mí, para mi propio beneficio se puede decir; buscando la manera de huir o de sufrir lo menos posible al menos. Pero ahora colocaba todo lo que yo sabía y podía ser en nombre de la gente que quería, mi especie de familia, no unida por lazos de sangre sino por lealtades. Unas que yo misma había elegido. Y eso tenía un peso para mí más importante que cualquier otra cosa. Sabía que mis señores de Aveyron iban a hacer lo posible para encontrar ayuda para la princesa, para el tiempo se acortaba, y ella seguía en peligro. Así que yo misma había sugerido recolectar info
Naiara La forma en que me miraba mi caballero me hacía casi olvidar todos lo demás. Como tomaba mi mano mientras reposaba en su brazo, la suave tela de su abrigo en mis dedos, sus ojos verdes detallándome, moviéndose como hojas en el viento, su sonrisa que, por más que quiere, no puede ocultar. Éramos un secreto andante. Él era mi protector y a la vez, la razón por la que mi corazón latía contento. Por fin habíamos logrado la gran presentación, yo necesitaba consolidar mi posición como una verdadera futura reina, y no una chica escondida en el castillo que habían traído de quién sabe dónde. Yo creía lucir muy bien, por lo menos por la mirada que me daba Layne, el asombro con el que los invitados me veían. No era una reunión extremadamente grande, el reino tampoco era inmenso y sin duda la corte era pequeña. Al parecer, la mayoría de las casas en Bhaltar se contentaban con decir que eran pequeños trabajadores de la tierra, montañeses y gente común y sencilla que no le importaba las
Layne Los preparativos de la boda habían comenzado demasiado rápido, casi no había visto a Naiara entre pruebas de vestido, reuniones con damas, pequeñas notificaciones sobre la comida y los arreglos, mientras ella iba a recibir regalos y a señores y señoras que venían a saludarla. Sin contar que yo también estaba en mis propios encuentros con los consejeros, detallando y finalizando las negociaciones, que finalmente habían resultado exitosas. Ella se casaba, era una realidad, muy terrible para mí, pero que yo tenía que afrontar. Inclusive hasta Dashi y Mer se la pasaban de un lado a otro buscando información, la sacerdotisa intentando traducir eso que había encontrado en Sarassea, y ya francamente me sentía perdido. Era irónico que yo había trabajado tanto en lograr esto, estábamos por fin en el momento casi cumbre de lo que habíamos planificado para la princesa. Un aliado con un ejército poderoso, pero no solo era eso. Mi princesa iba a ser reina, iba a tener un título e iba a
Brock —Tio... ¿ estás seguro que algo así nunca había pasado?— —No Roldán... jamás había escuchado de una noche tan larga— Al inicio ya había pensado que esto era un eclipse, pero con el pasar de las horas la oscuridad no cedió y el sol no volvió a salir. Con el tiempo los animales se empezaron a inquietar, veíamos volar a los pájaros de un lugar a otro. Y a lo lejos, rugidos y ladridos. Mi propia Areta se empezó a alterar, y aullaba llamando a los suyos. Los caballos se agitaron y mientras los intentaba calmar, peinándolas con la mano y susurrándole palabras. Sin embargo los de los soldados no tuvieron esos mismos tratamientos y empezaron a relinchar con locura. No teníamos la menor idea de qué hora era, ni cuántos días habían pasado. Solo la luna se asomó una vez y algo me decía que esa era la verdadera noche. Me di cuenta que el resplandor de los soldados se desvanecía, y algo dentro de mí me decía que era el miedo, el sol no estaba de parte de ellos, literalmente el sol no
Dashi —Princesa... ¿se siente bien?— le pregunto. Sabía que esto iba a ser bastante difícil, pero yo me había sentido un poco mejor cuando la veía animada por el tema de la boda. Y, sin embargo, hacía ya un par de días que Naiara era simplemente miserable. Cuando entraba a sus habitaciones veía como ella rápidamente, se secaba los ojos y colocaba su mejor cara. Pero era evidente que ella no estaba bien. No solo era la boda, por supuesto que había otras razones. El caballero Layne se quedaba afuera, en la puerta, como si quisiera entrar a verla y no pudiera, él también era profundamente desdichado. Más que una boda parecía que se aproximaba un funeral, y mientras todos se preparaban para ese evento, yo intentaba lidiar con este par de enamorados que sufrían en silencio. —Si Dashi... es solo que estos cambios son difíciles— me decía ella ocultando sus lágrimas. —Lo siento mucho, princesa...— le digo y ella me da una triste sonrisa. —Es mi deber Dashi... lo he sabido desde siempre—