Naiara Layne se sentaba al frente de mí en la mesa, yo tenía a un lado al rey Pavel, y del otro al príncipe Nikko. Pero aun así casi podría jurar que sentía, los dedos de mi caballero cerca de mi cuello y en mis brazos. Nunca me había tocado así y me parecía prácticamente pensar que había dejado marcas en mí. Él no me lo había dicho, pero estaba segura de que casi había comenzado a brillar. Y de repente mis pensamientos se ven abruptamente interrumpidos cuando escucho que el Rey Kai comienza a hablar, su tono aumentando cada vez más, como si intentara ser escuchado, sea como sea. —¿No lo considera así... princesa?— y con temor me doy cuenta de que esperaban alguna respuesta mía. En general estas conversaciones suele ser en torno a ellos, algunos comentando sobre sus reinos y esperando respuestas, de mi parte, algunas afirmaciones positivas. —Disculpe su Majestad... estaba deleitada con el nuevo vino que nos ofrece nuestro generoso anfitrión...—respondo, con la copa de mi mano
Dashi —Capitán... ¿A dónde me lleva?— le pregunto, le habíamos dado la vuelta completamente al castillo y de repente habíamos caído en una parte del desagüe, no era glamoroso, pero era absolutamente lo que necesitábamos y requeríamos: pasar desapercibidos justo en el corazón del lugar que necesitaba. Ya casi amanecía, y me había pasado todo el día siguiente con él. El capitán era un hombre muy callado, pero me había demostrado ser increíblemente ágil e inteligente. Me habiia enseñado a lo lejos su sorprendente ejército. Nos habíamos pasado todo este tiempo buscando información. En los registros encontramos uno que otro vestigio de que, en efecto, Pavel sí estuvo casado por lo menos en dos oportunidades. Tenía que reconocer que el capitán Luther parecía lo suficientemente intimidante como para que las personas actuaran sin él decir mucho. También fuimos a uno de los templos viejos y abandonados y revisamos el cementerio aledaño, encontramos pequeñas tumbas sin nombres, era una f
Naiara Cuando escuchamos lo que nos cuenta mi querida Dashi, no lo podemos creer. Primero, por nos asombramos que el Capitán Luther estuviera tan involucrado. Mi caballero decía que seguramente estaba asegurándose de que su señor ganaría. Pero yo no salía de mi asombro con lo que ella decía y si no fuera porque confiábamos totalmente en ella... creo que sería difícil de creer. —Niños... deformes... ¿Dices que no… sobrevivían?— preguntaba Layne, ambos estábamos sentados recuperándonos del shock. —No señor... no quiero entrar en detalles, pero no... no tenían lo suficiente para poder sobrevivir, el niño de la pobre muchacha nació muerto— respondía ella con expresión angustiada, mientras yo me tapaba la cara. —Y las mujeres...— dice Mer. Esto parece una pesadilla y quisiera que en algún momento dijera que no es verdad. —Algunas no sobrevivieron… es por eso que había tantas tumbas sin nombre— indica. —Creo que cuando era muy joven, el Rey Pavel se casó, el objetivo era un he
Naiara—¡Layne! ¡Layne!— grito desesperada mientras lo veo luchar, pero el rey me toma del brazo y me jala hasta el fondo del templo, me recuesta contra una pared y me coloca su mano grande en el cuello, es un hombre mayor, pero fuerte y me siento sofocada.Pataleo y lloro, sin lograr absolutamente nada. Estoy atrapada y desprotegida en manos de este hombre loco. Debimos haber salido de aquí hace mucho tiempo. Y lo que es peor, temo por mi caballero.—Te vas a casar conmigo y vas a tener mi hijo. Los curanderos han dicho que lo único que puede dar un heredero es un milagro... y tú eres ese milagro— dice y se inclina para hablarme al oído.—Creo que hasta lo voy a disfrutar y lo intentaremos todas las veces
Dashi Mer y yo habíamos empezado a sacar todo desde comienzos de la noche anterior. Los baúles de mi señora estaban completamente empacados, por lo menos las cosas más importantes, y los soldados las tenían protegidas. En la mañana la sacerdotisa se había ido a la biblioteca, y tiempo después, como por obra de magia, había parecido a la puerta de mi habitación, Luther. —Su princesa y usted corren peligro— me dijo directamente mirándome con sus ojos oscuros. No era un hombre que perdía tiempo, iba directo al grano. —Lo sé...— le digo. —El rey Kai sabe lo que vimos, y Pavel, ya debe saberlo y a empezar a tomar medidas desesperadas...— decía él. —Tengo... que buscar a mi señora...— empiezo a decir desesperada pero él me toma el brazo con fuerza. —El rey no le hará nada a ella, pero acabará con todos ustedes si no salen aquí ahora mismo. Ya sé que tienen todo preparado— Y sin mediar más palabras simplemente me jalas sacándome lo de la habitación. —¡Señorita!— me dice con autor
Naiara —Mi señora princesa ya estamos llegando… ahí hay un asentamiento— dice el Señor Rise por sobre el ruido de las pisadas. Había sido una cabalgata difícil. Mi caballero no se quejaba, pero yo sabía que él también necesitaba de ayuda. — Ya estamos cerca mi caballero, ya pronto vamos a llegar— le digo. Está recostado ligeramente sobre mi cuerpo, su calidez se siente deliciosa y es lo único que me hace sentir un poco más tranquila. En poco tiempo vemos las luces de un pequeño campamento, y soldados vienen a nosotros rápidamente a ayudarnos. Veo mezclados que hay hombres de mi caballero, y me siento aliviada. —La señora Dashi pidió que la lleváramos a ella, estuvo aquí hasta hace poco, pero ya instaló una enfermería más adelante— me dice un soldado de los nuestros. Es casi de noche cuando llegamos a un campamento mayor. Salen pequeñas hileras de humo de las fogatas y estamos lejos de la ciudad, pero con todo y eso veo soldados preparados para defender el campamento. Siento que
Layne—¡Princesa! ¡Princesa, por favor espere! ¡Podría ser peligroso!— gritaba yo mientras cabalgaba lo más rápido que podía intentando llegar a ella.El templo seguía de pie, pero mientras más nos acercábamos, más me daba cuenta de que la situación era realmente preocupante. Parecía haber habido un ataque, había soldados caídos por todo el camino, algunas pocas sacerdotisas los curaban o los arrastraban.La vegetación de los alrededores estaba totalmente acabada por las pisadas. Y había un olor a quemado y chamuscado que era aterrador.Se respiraba un aire de angustia, y francamente de duelo, que se te pegaba a los huesos. Naiara iba desesper
Naiara Sentía que me había quedado sin lágrimas para llorar. Había estado en mi cama por tanto tiempo, con los ojos abiertos y las lágrimas secas en mis mejillas. Entraba y salían personas, Ónix se había ubicado a mi lado y no se había bajado. La oscuridad que había afuera era la misma que estaba en mi corazón, a veces era consciente de que salía la luna, pero ni salía a verla, estaba hundida en mi cama, perdida en mi tristeza. Ni siquiera la presencia tranquila y observadora de mi caballero, o la sutiles atenciones de mis sacerdotisas o los tés humeantes de Dashi. Yo solo me quedaba mirando hacia el techo. El techo de la que era mi habitación que, por tanto tiempo, yo, de forma contemplativa, soñaba pensando en cuándo iba a salir de aquí. Me agobiaba la idea del arrepentimiento. Yo había deseado tanto salir de aquí, de mi vida escondida con mis sacerdotisas, ¿para esto? ¿Para perder absolutamente todo lo que tenía? No solo había perdido a la mujer que había sido como mi madre, ha