Tarde pero seguro
Fabiola No encuentro la forma de parar este desastre, la madre de la novia, está hecha una fiera indomable, todo nuestro trabajo tirado en minutos, es el evento mas triste que hemos asistido; nos vemos unos a otros con resignación. Como puedo empiezo a recoger lo que ya han roto, mientras los chico tratan de mantener calmada a la suegra loca, tarea demasiado dificil; de un momento a otro alguien toca mi hombre llamando mi atención. Creo que es un invitado más, hasta que me pregunta por Isa, lo que se me hace muy extraño y me pongo a la defensiva. —¿Y por qué te interesa? ¿De dónde la conoces? —le cuestiono. —Digamos que soy quien ayudo en su contratación y bueno, yo solo quería... —Hacer las cosas mal como siempre —un hombre de edad avanzada lo interrumpe —malos días hija, salgamos de aquí antes de que nos vuele una silla en la cabeza. —No voy a ningún lado con ustedes, no los conozco —el miedo corre por mis venas, más me mantengo firme. —Tienes razón —el hombre may
Isabella Al llegar a Marfa, lo primero que hacemos es ir a casa de mis padres, pero fue un completo fracaso, no nos quedo de otra que regresar a Austin. Una vecina después de la sorpresa de verme, me explicó que mis padres habían ido a la ciudad, y que tenían semanas fuera del condado. Así que solo rentamos una habitación de hotel, para refrescarnos un poco y descansar unas horas. Aprovechamos a dar una vuelta por las calles que guardan recuerdos de mi niñez y adolescencia, comimos en "Chub's", la cafetería donde todos los domingos venía a desayunar con mis padres. Regresamos al hotel y alistamos nuevamente el pequeño equipaje, por suerte el hotel está a cinco minutos caminando de la estación de autobuses, por lo que salimos con bastante buen tiempo. Esta bendita sensación de vacío en el pecho no ha desaparecido desde que veníamos en camino, y ahora se hace más grande, pues a pesar de regresar a mi país, a mi hogar, me siento sumamente desamparada. En verdad ruego porque cu
Clark —Hey, hey, ¿a dónde vas? —me alcanza Frank. —Voy por ella, suéltame —trato de sacarme de su agarre. —Clark —la voz de don Augusto llama mi atención —tratemos de mantener la calma. —No me pida eso, aun estoy a tiempo de alcanzarla. —De echo ella ya está en camino su bus salió hace una hora o un poco más —se acerca su amiga. —Con más razón, si me voy ahora la alcanzo en auto. —¡Ah! —un grito de enfrente nos distrae. Nos vemos unos segundos y Frank, la amiga de Isa y yo salimos corriendo a ver que es lo que sucede; la señora Jenkins, tiene por el cabello a Cecil, y eso no se lo voy a permitir. —Mamá, suelta a mi hermana ¿estas loca? —grita Mateo, quien está sujetado por los brazos de su padre. —Ustedes provocaron esto, mi locura —grita la mujer fuera de si. —¡YA BASTA! —grito haciendo qué paren su circo —parece que usted no se cansa de joder la vida de sus hijos, si no se larga ahora mismo me voy a encargar de que su empresa se termine de hundir. —No serias c
Isabella —Hola —si vos hace que todo mi cuerpo tiemble. —Clark, soy yo, Isabella. La línea se queda en silencio largo tiempo, no hay respuesta del otro lado, creo que no esperaba que me comunicara con él, intento volver a hablar cuando él responde. —Mi mariposa, en verdad ¿eres tú? —se escucha nervioso. —En verdad lo soy, no sabía como comunicar contigo, lo lamento, yo... —¿Dónde estas? Tu amiga me dijo que vendiste a Marfa, pero no te alcancé anoche, ¿estás en casa? Voy en camino —habla tan rápido que casi no entiendo lo que dice. —Estoy en mi antiguo apartamento, no me atreví a llegar al tuyo, no sabía que si estabas o si me aceptarías. —Ni de loco dejo que huyas nuevamente, no sabes lo desesperado que he estado todo este tiempo. —¿Lo sabes? —trago en seco. —Lo sé, don Augusto, me explicó cuando ese desgraciado te llevó junto a Cinthya. Es mucho lo que tenemos que hablar, por favor, solo aguarda por mi, estoy como a tres horas de la ciudad, solo espera —
IsabellaHace un par de días llegó la confirmación de la reserva en el hotel más lujoso de todo el estado, es para le fecha de nuestro aniversario.Últimamente Frank, mi esposo, ha estado un poco cariñoso conmigo, y eso es como un sueño hecho realidad. Por primera vez en tres años de matrimonio, puedo ver una pizca de afecto hacia mi de su parte.Estoy terminando de aplicar el labial sobre mis labios, me compré un conjunto de lencería en encaje, espero que el negr* sea de su agrado. Salgo de casa con toda la felicidad del mundo, al fin nuestro matrimonio empieza a sentirse real. Hace cuatro años que salí de la universidad, entre a trabajar en Silver Corporation; me volví la mano de derecha de don Augusto Silver, patriarca de la familia Silver.Él me propuso un acuerdo matrimonial con su nieto Franklin, pues decía que juntos lograríamos llevar a la empresa a niveles jamás vistos.Yo acepte con todo el gusto del mundo, pues desde la universidad, yo estaba enamorada de Frank; fue un sue
IsabellaSolo veo su espalda alejarse, las piernas me fallan y caigo de rodillas aún dentro de la caja metálica. Ese hombre tiene razón, soy tan ridícula y patética. Me levanto aun con el ardor del golpe, abrazo la poca dignidad que me queda y salgo del hotel cubriendo mi rostro. Escucho la voz de Frank, a mi espalda y apresuró el paso, no quiero oírlo, no quiero tenerlo cerca. Paro el primer taxi que pasa y me alejo viendo como sigue gritando mi nombre.—¿A donde la llevo señorita? —me pregunta el taxista.—Solo avance por favor.Me giro sobre el respaldo y veo a Frank, que trata de alcanzar el auto, le pido al chófer que no pare. Mi vista sigue fija atrás, no puedo volver a confiar en él.Por un minuto pienso en ir a casa y recoger mis cosas; ya es de noche y no creo poder entrar y menos si ellos están ahí.Mi móvil suena distrayendo mis pensamientos, por un momento creí que era Frank, más al ver la pantalla, es el abuelo quien llama.—Hola abuelo —trato de sonar normal. —Mi quer
IsabellaMe toma de la barbilla con demasiada fuerza, el dolor hace que una lagrima salga y solo entonces es que deja de ejercer presión, más no me suelta. Me jala abrazándome y por más que quiera luchar contra él, tiene mis brazos aprisionados entre los suyos. Tengo miedo de él, jamás me había gritado siquiera y ahora no solo me... Eres tonta Isabella.—Frank, por favor suéltame, no tiene caso está escena, mira si lo que quieres es que tu familia no sepa de su relación; no hay problema, solo dejame regresar a mi antigua casa, te juro que no los voy a molestar pero no me hagas esto por favor —digo al borde del dolor, con cada palabra su agarre se hace más fuerte.—No, es que no lo entiendes, vamos a casa mi amor, por favor vamos a hablarlo. Hay cosas que no sabes y tengo que decirte —dice mientras toma mi rostro entre sus manos.Su mirada suplicante me pide que en silencio una oportunidad, más mi corazón me grita que ya nos lastimó y mi cerebro me hace poner las manos sobre su pecho
Narrador omniscienteEl hombre sintió la necesidad de abrazarla, había escuchado y visto todo pues la puerta estaba abierta. Desde que la vio al salir del ascensor cuando llegó, algo se removió en su pecho.Parecía un acosador esperando a la frágil chica; y claro que lo era ¿quien en su sano juicio espía a una desconocida?Dentro del elevador esperó hasta que la chica entró y pidió la planta baja, se aguanto las ganas de acercarse y poder abrazarla, su frío corazón la añoraba, sin embargo, se abrazó a si mismo y solo la veía.Cuando al fin llegaron a su destino, le tendió el pañuelo qué su madre le dio cuando era pequeño, era un recuerdo invaluable qué regresaría a él de una u otra forma.Salió fingiendo que no le afectaba, pero con la idea firme, de volver a verla y más pronto de lo que se esperaba.Al llegar a su oficina, le pidió a su asistente que retirara todos los beneficios de la antigua socia, ya no necesitaría de sus incompetentes servicios; era hora de hacer liquidaciones.—