4. Torpeza, te odio

NOA

El fin de semana pasó bastante rápido, ya que me tocaba a mí ir a la hípica y organizar las cosas además de tener que alimentar a los caballos y vigilar que todo estuviese bien. Aproveché para montar al terremoto de mi frisón y dar paseos pie a tierra por la montaña.

Llegó el lunes, y como siempre, torpe de mí, me levantaba tarde.

- M****a, m****a, que no llego.

Agarré una ensaimada para comerla por el camino y cogí las llaves de mi casa. Tuve que ir a toda prisa a las clases o el amargado del señor Holmes no permitiría que entrase a su clase.

Estudio fotografía, junto con la equitación, es mi vocación. Siempre he soñado con poder fotografiar a la naturaleza en su pleno estado salvaje. Y con los ahorros que gané de mi antiguo trabajo, puedo pagarme el piso y las clases.

Veo a mi amigo en una esquina revisando el estudio fotográfico y suspiro aliviada. Me ve y deja de hacer lo suyo para saludarme.

- Viviendo al límite, preciosa.

- Ya te digo. Me tengo que comprar otra vez un maldito despertador. Suena cuando le da la gana.

- ¡Buenos días, chicos! Vamos a continuar por donde lo dejamos el viernes. – la presencia de nuestro profesor se hace notar y enseguida nos ponemos a la marcha, - poneos en vuestros respectivos equipos, venga. ¡No quiero ver que perdéis el tiempo!

- Steve, - llamo a mi amigo por lo bajo - ¿esta tarde vienes a la hípica?

- Pensaba pasarme por allí y saludar. ¿Cuándo entras a trabajar?

- Después de comer.

- Me pasaré más tarde, preciosa.

Le lanzo un beso por los aires y proseguimos con nuestro proyecto.

La mañana resulta tranquila y de vez en cuando pienso en la noche del sábado pasado. Fue rara pero agradable en su mayoría, exceptuando al pelinegro.

Para no perder tiempo, en cuanto acabo mis clases, voy a la cafetería que hay en el centro. Acabo de comer y me dispongo a salir a la valla a la espera de que Becca me recoja y vayamos juntas. Minutos después el sonido del claxon me sobresalta y giro a mi izquierda para encontrarme con el Ford de mi amiga. Subo al vehículo rumbo a sacar a los caballos al prado e impartir clases.

La tarde pasa sin preocupaciones, junto a las risas de Steve y Becca. Todas mis semanas igual, sin ellos no sería lo mismo. Después de que tuviera que mudarme a Londres su compañía me ha reconfortado constantemente y ahora forman parte de mi pequeña burbuja personal.

Estos días está haciendo bastante calor debido la cercana llegada del verano y el que tuviera un ventilador en mi piso prácticamente me salvaba la vida.

- Bueno, manos a la obra. – me digo en voz alta.

Me siento en el escritorio, enciendo el portátil y me pongo a organizar los horarios de la hípica. Adrien y yo acordamos que mientras él revisaba el inventario y su estado, yo hacía el horario de las clases.

Decido meterme a F******k para ver un poco el panorama después de un mes sin meterme y ojeo todas las sugerencias que me salen. Abro los ojos exageradamente cuando veo entre ellas la cuenta de Alex.

Sé que me voy a arrepentir, pero termino por hacer click para cotillear un poco y me encuentro nada más que tres fotos subidas. En una de ellas sale jodidamente bueno, sin camiseta y un bañador.

Virgen Santísima, lo que este chico tiene de capullo, lo tiene de caliente.

“Click”, suena sin previo aviso.

Chillo cuando me doy cuenta que le he dado me gusta a la foto. Me levanto moviéndome de un lado para otro, me tiro a la cama y tiro la almohada. ¿Cómo puedo ser tan torpe?

Me levanto y me quedo mirando el portátil durante un rato, mordiéndome las uñas sin saber qué hacer. Ahora sabrá que he estado espiando su F******k.

Decido darle a solicitar amistad en un intento de recuperar mi dignidad. Pero las horas pasan y no hay contestación, y así hasta que pasa el resto del día.

Al día siguiente, permanezco avergonzada todo el tiempo. Steve se da cuenta durante las clases y me pregunta en varias ocasiones.

- Nena, ya. Estás insoportable. ¡Dime qué te pasa de una vez!

- Es largo de contar, nene. – nos adjudicamos estos apodos, por lo que era costumbre llamarnos así y no por nuestros nombres. – Esta tarde trabajo de nuevo, si vienes y me haces compañía te lo cuento.

- Hecho.

- Por cierto, Sansón no está en la hípica. Lo han llevado al veterinario así que no lo vas a poder ver.

- Me lo contaste esta mañana, Noa. Estás que no estás, eh.

- Ay… si es que es imposible concentrarme.

Menuda mañana llevaba, estaba deseando que llegara mañana para descansar.

Ya en la hípica, oigo los relinchos de mi frisón. Voy contenta sabiendo que él sabe que estoy aquí. Abro el paddock y dejo que salga al prado libremente.

- ¡Hola, precioso mío! Espero que te hayas portado bien, Diabolo.

Le rasco por el cuello sabiendo que le encanta y se retuerce cada vez que lo hago.

- Me faltan dos clases, cuando acabe te prestaré toda la atención que quieras, mimosín.

- ¡Guarra! – la voz de Rebecca se hace presente y pongo los ojos en blanco con una sonrisa por su cariñoso apodo. Me acerco a ella con el frisón siguiéndome.

- Hola, petarda. ¿Qué pasa?

- No hagas planes para mañana, ¿sí? – sonríe con malicia y eso me pone en alerta. Mi amiga es un trasto y la conozco al dedillo.

- ¿Te acuerdas de Julia? Del finde pasado. – Asiento. – Pues me ha invitado a una fiesta que va a celebrar en el Black Life por un logro o yo que sé de la uni y me ha dicho que puedo traerte.

Becca se arrodilla y me mira expectante. – Porfi, di que sí… Ella cubre con todas las copas.

Me lo pienso dos veces. Esa discoteca es muy lujosa y cara, pero mi amiga me ha hecho muchos favores, así que me sentiría mal si le dijese que no.

- Está bien…

- ¡¡¡Bien!!! – me abraza fuertemente y rio ante su reacción.

Steve aparece poco tiempo después y me espera a que termine de las clases. Nos vamos de paseo a pie con Diabolo y Cisne, una yegua andaluza del centro. Le cuento desde mi primer encuentro con el pelinegro hasta mi desafortunado accidente.

- Estas cosas solo te pueden pasar a ti, nena. – lleva un rato a carcajadas a costa de mi desgracia.

- Y que lo digas. Maldito el día que lo conocí.

- Hablando de eso… ¿crees que irá a la fiesta de la compañera de Becca?

- No tengo ni idea. Solo sé que si está se va a reír de mí y me voy a morir de la vergüenza. No sé si es bueno o malo que no le interese ni un ápice.

- Míralo por el lado bueno. No le dará importancia a tu “me gusta”.

Dios te oiga, Steve. Mis hormonas se vuelven un caos cuando estoy delante suyo y sé que algo malo pasará si lo sigo viendo.

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