NOA
El fin de semana pasó bastante rápido, ya que me tocaba a mí ir a la hípica y organizar las cosas además de tener que alimentar a los caballos y vigilar que todo estuviese bien. Aproveché para montar al terremoto de mi frisón y dar paseos pie a tierra por la montaña.
Llegó el lunes, y como siempre, torpe de mí, me levantaba tarde.
- M****a, m****a, que no llego.
Agarré una ensaimada para comerla por el camino y cogí las llaves de mi casa. Tuve que ir a toda prisa a las clases o el amargado del señor Holmes no permitiría que entrase a su clase.
Estudio fotografía, junto con la equitación, es mi vocación. Siempre he soñado con poder fotografiar a la naturaleza en su pleno estado salvaje. Y con los ahorros que gané de mi antiguo trabajo, puedo pagarme el piso y las clases.
Veo a mi amigo en una esquina revisando el estudio fotográfico y suspiro aliviada. Me ve y deja de hacer lo suyo para saludarme.
- Viviendo al límite, preciosa.
- Ya te digo. Me tengo que comprar otra vez un maldito despertador. Suena cuando le da la gana.
- ¡Buenos días, chicos! Vamos a continuar por donde lo dejamos el viernes. – la presencia de nuestro profesor se hace notar y enseguida nos ponemos a la marcha, - poneos en vuestros respectivos equipos, venga. ¡No quiero ver que perdéis el tiempo!
- Steve, - llamo a mi amigo por lo bajo - ¿esta tarde vienes a la hípica?
- Pensaba pasarme por allí y saludar. ¿Cuándo entras a trabajar?
- Después de comer.
- Me pasaré más tarde, preciosa.
Le lanzo un beso por los aires y proseguimos con nuestro proyecto.
La mañana resulta tranquila y de vez en cuando pienso en la noche del sábado pasado. Fue rara pero agradable en su mayoría, exceptuando al pelinegro.
Para no perder tiempo, en cuanto acabo mis clases, voy a la cafetería que hay en el centro. Acabo de comer y me dispongo a salir a la valla a la espera de que Becca me recoja y vayamos juntas. Minutos después el sonido del claxon me sobresalta y giro a mi izquierda para encontrarme con el Ford de mi amiga. Subo al vehículo rumbo a sacar a los caballos al prado e impartir clases.
La tarde pasa sin preocupaciones, junto a las risas de Steve y Becca. Todas mis semanas igual, sin ellos no sería lo mismo. Después de que tuviera que mudarme a Londres su compañía me ha reconfortado constantemente y ahora forman parte de mi pequeña burbuja personal.
Estos días está haciendo bastante calor debido la cercana llegada del verano y el que tuviera un ventilador en mi piso prácticamente me salvaba la vida.
- Bueno, manos a la obra. – me digo en voz alta.
Me siento en el escritorio, enciendo el portátil y me pongo a organizar los horarios de la hípica. Adrien y yo acordamos que mientras él revisaba el inventario y su estado, yo hacía el horario de las clases.
Decido meterme a F******k para ver un poco el panorama después de un mes sin meterme y ojeo todas las sugerencias que me salen. Abro los ojos exageradamente cuando veo entre ellas la cuenta de Alex.
Sé que me voy a arrepentir, pero termino por hacer click para cotillear un poco y me encuentro nada más que tres fotos subidas. En una de ellas sale jodidamente bueno, sin camiseta y un bañador.
Virgen Santísima, lo que este chico tiene de capullo, lo tiene de caliente.
“Click”, suena sin previo aviso.
Chillo cuando me doy cuenta que le he dado me gusta a la foto. Me levanto moviéndome de un lado para otro, me tiro a la cama y tiro la almohada. ¿Cómo puedo ser tan torpe?
Me levanto y me quedo mirando el portátil durante un rato, mordiéndome las uñas sin saber qué hacer. Ahora sabrá que he estado espiando su F******k.
Decido darle a solicitar amistad en un intento de recuperar mi dignidad. Pero las horas pasan y no hay contestación, y así hasta que pasa el resto del día.
Al día siguiente, permanezco avergonzada todo el tiempo. Steve se da cuenta durante las clases y me pregunta en varias ocasiones.
- Nena, ya. Estás insoportable. ¡Dime qué te pasa de una vez!
- Es largo de contar, nene. – nos adjudicamos estos apodos, por lo que era costumbre llamarnos así y no por nuestros nombres. – Esta tarde trabajo de nuevo, si vienes y me haces compañía te lo cuento.
- Hecho.
- Por cierto, Sansón no está en la hípica. Lo han llevado al veterinario así que no lo vas a poder ver.
- Me lo contaste esta mañana, Noa. Estás que no estás, eh.
- Ay… si es que es imposible concentrarme.
Menuda mañana llevaba, estaba deseando que llegara mañana para descansar.
Ya en la hípica, oigo los relinchos de mi frisón. Voy contenta sabiendo que él sabe que estoy aquí. Abro el paddock y dejo que salga al prado libremente.
- ¡Hola, precioso mío! Espero que te hayas portado bien, Diabolo.
Le rasco por el cuello sabiendo que le encanta y se retuerce cada vez que lo hago.
- Me faltan dos clases, cuando acabe te prestaré toda la atención que quieras, mimosín.
- ¡Guarra! – la voz de Rebecca se hace presente y pongo los ojos en blanco con una sonrisa por su cariñoso apodo. Me acerco a ella con el frisón siguiéndome.
- Hola, petarda. ¿Qué pasa?
- No hagas planes para mañana, ¿sí? – sonríe con malicia y eso me pone en alerta. Mi amiga es un trasto y la conozco al dedillo.
- ¿Te acuerdas de Julia? Del finde pasado. – Asiento. – Pues me ha invitado a una fiesta que va a celebrar en el Black Life por un logro o yo que sé de la uni y me ha dicho que puedo traerte.
Becca se arrodilla y me mira expectante. – Porfi, di que sí… Ella cubre con todas las copas.
Me lo pienso dos veces. Esa discoteca es muy lujosa y cara, pero mi amiga me ha hecho muchos favores, así que me sentiría mal si le dijese que no.
- Está bien…
- ¡¡¡Bien!!! – me abraza fuertemente y rio ante su reacción.
Steve aparece poco tiempo después y me espera a que termine de las clases. Nos vamos de paseo a pie con Diabolo y Cisne, una yegua andaluza del centro. Le cuento desde mi primer encuentro con el pelinegro hasta mi desafortunado accidente.
- Estas cosas solo te pueden pasar a ti, nena. – lleva un rato a carcajadas a costa de mi desgracia.
- Y que lo digas. Maldito el día que lo conocí.
- Hablando de eso… ¿crees que irá a la fiesta de la compañera de Becca?
- No tengo ni idea. Solo sé que si está se va a reír de mí y me voy a morir de la vergüenza. No sé si es bueno o malo que no le interese ni un ápice.
- Míralo por el lado bueno. No le dará importancia a tu “me gusta”.
Dios te oiga, Steve. Mis hormonas se vuelven un caos cuando estoy delante suyo y sé que algo malo pasará si lo sigo viendo.
NOA - ¡Chica, estás ardiente! – Rebecca me silba y me obliga a ponerme enfrente de mi espejo. - Tú tampoco te quedas atrás, eh. – y no miento. El vestido rojo ajustado hasta las rodillas acentúa sus curvas y el pelo suelto le favorecía aun más. Yo, en cambio, me puse un top blanco con escote corazón y unos pantalones de cuero granate. Me recojo el pelo en una coleta alta para evitar pasar calor y esta vez, me pongo rímel y me hago la raya de ojos. - ¿Tú te has visto, guarra? Ese culo debería ser ilegal. Pongo los ojos en blanco y ella hace caso omiso dirigiéndose a la cocina. - ¡Oye! – le oigo con voz lejana. - ¡Dime! - ¿A qué vino ese coqueteo con el chico del otro día? - ¿Quién? ¿Kevin? Oigo sus pasos y viene de vuelta con patatas en la mano. - No, el chico este… - chasquea los dedos y frunce el ceño intentando recordar, - el tío buenorro que tiene lunares en la cara. - ¿Alex? -
NOA El beso empieza dirigiéndolo él, pero no tardo en coger las riendas. Le agarro del cuello para atraerle más si es posible. Sus labios carnosos hacen que sea mucho más agradable y madre de Dios, este hombre saber besar muy bien. Su lengua se adentra sutilmente succionando la mía, lamiéndome los labios. Su agarre se endurece e intenta bajar su mano a mis glúteos, pero cuando veo que me quedo sin respiración, me separo de él casi al instante. - Ha sido increíble -. me confiesa Kevin entrecortadamente. Yo le sonrío incómoda. La Noa sobria no podría hacer esto con tanta seguridad, y Becca lo sabe, porque me está mirando pasmada. Escudriño el lugar y veo que Alex se ha ido y ni siquiera me doy cuenta. Me termino mi copa y sé que mañana voy a tener la mayor de las resacas porque me da vueltas todo. ¿Dónde se habrá ido Alex? Me decido a salir a buscarlo ya que, al fin y al cabo, su compañía no es tan mala. Por un momento deseo que hubiera sido él
NOA Veo que se enciende otro porro y saca el mando de su coche. Me pilla y su cara torna en enfado. - ¿Hasta cuándo piensas dejar de seguirme? - Es que no quiero estar sola. - Tienes a tu amiga y a Kevin. - Precisamente no me apetece ver ahora Kevin. – Alex cruza los brazos en jarra cansado. - Tú te lo buscaste, nena – me acusa socarrón. – Ahora atente a las consecuencias. - Por favor… - me arrodillo, hago pucheros y le miro suplicante. - Cuidado con pedirme las cosas así… - se le forma una sonrisa de oreja a oreja, medio burlón, medio pícaro. Me doy cuenta del error y avergonzada, me pongo de pie y estoy segura de que el rojo de mi cara es notorio. - Está bien – se resigna y yo lo celebro interiormente. – Pero, te llevo a tu casa, nada de venir conmigo a ningún sitio. - Hecho. En cuanto le doy las indicaciones, aviso a Rebecca de que voy de camino a mi casa y se alarma. “No t
NOA De nuevo, tengo la sensación de que el fin de semana ha sido un visto y no visto. El domingo se basó en ir a la finca y limpiar el cercado, reponer agua y heno, revisar los caballos… Siempre acabo molida, pero merece la pena por mis pequeños gigantes. Entro a clase sin ganas, me siento en la silla y dejo apoyar mi cabeza sobre la mochila que dejo en la mesa. - Buenos días, nena. – Steve me sacude el pelo dejándomelo hecho un desastre. - Hoy que no me hable nadie, Steve. – entierro mi cara debajo de mis brazos. - Uf, tanto positivismo no, por favor. Demasiado para mí. - Tengo hambre y tengo sueño, no he desayunado por las prisas a llegar tarde. - Siendo Noa no es bueno esa combinación – ríe burlón. – Anda, luego vamos a la cafetería. - Oh, sí. Te amo, Steve, tú sí que sabes. – le lanzo besos exagerados al aire y le sonrío. La profesora entra y lo que dice a continuación hace que se me infle el pecho de felici
NOA El hombre que capta nuestras atenciones, cuyo aspecto es desaliñado, sin duda pone tenso a Alex. El extraño se sienta a mi derecha y pasa el brazo por el respaldo de mi silla. - Vaya, vaya… pero qué tenemos aquí. Menuda preciosidad. – de cerca veo que tendrá poco más de nuestra edad, pero su mal estado físico deja mucho que desear. Se relame los labios, mirándome de arriba a abajo. - Lo que tengas que decir, dímelo en privado, pero a ella no la metas. - No te conviene montarme una escena, Jones. O tu amiga se llevará una mala impresión de ti. – Alex se muestra impasible, parece que se está conteniendo y yo lo agradezco, porque todas las personas del bar ahora nos están mirando. - Dime, preciosa – me coge de la barbilla y me da una sonrisa torcida. - ¿Tú sabes lo que ha hecho este chico que no puede tocarme ni un pelo? Niego, tragando duro. - No, claro que no lo sabes. - Damián, cállate o juro que te parto la puta bo
NOA Esta semana estaba resultando muy estresante, nuestra profesora había decidido adelantar la entrega del proyecto de “Naturaleza” y yo seguía sin tener una sola idea. Ya me había ido un par de veces a la cima de la montaña a fotografiar las vistas, pero seguía sin convencerme, no era ESA fotografía. Estar ahora mismo en la hípica dando cuerda a Brabante siempre me permitía desfogar. Este impetuoso caballo agotaba todas mis fuerzas. - Venga, guarra, ¿qué te parece si el sábado salimos? Pero modo tranqui. – yo ya era inmune a sus pucheros. Les conté a Steve y a Becca lo ocurrido y ellos animaron mi decisión. Sin embargo, ellos notaron mi decaimiento estos días y se hicieron cómplices para poder distraerme. - No sé, Rebe. De verdad que solo me apetece estar en mi casa comiendo helado – y no era por estar deprimida. La verdad es que adoro mi tranquilidad y es uno de los mayores placeres de mi vida. – Además, el domingo temprano tendré que madru
REBECCA Me voy a volver loca. No sé en qué momento quise meterme a estudiar negocios y asociarme con mi padre. Sonrío al recordarlo, desde pequeña padre siempre se ha volcado en su trabajo. Recuerdo que me quedaba pasmada cada vez entraba a su despacho, me cogía en brazos y me sentaba en sus piernas, usando la enorme silla giratoria que hasta el día de hoy sigue teniendo. Me iba enseñando cosas que para un futuro él decía que me serviría. Y no se equivocó. Gracias a él, tengo claro cuando quiero conseguir algo y la forma en la que así lo quiero. Me ha enseñado a tener seguridad y a tener el don de la palabra. Suspiro, cansada. Esto de estudiar me agota lo que no está escrito. Miro la hora de mi iPhone, las doce y veintitrés del mediodía. Padre se queda algunos sábados y yo le llevo la comida. Me dispongo a recoger mis apuntes y me doy un repaso en el espejo de mi habitación antes de salir de mi casa. Enciendo la radio y a medida que su
NOA Aprovecho mi tarde libre para organizar el piso. Cojo los libro de la estantería, limpio el estante y los voy ordenando de menor a mayor tamaño. Uf, hacía tiempo que no le daba una pasada profunda. A veces el trabajo por muy placentero que me resulte, da mucha faena. Necesitaba dedicarme un poco de cariño y eso hice esta mañana. Me hice una mascarilla facial casera y me depilé las piernas para notar el suave tacto que tanto adoro. Y bueno… mmh… también me depilé mi zona íntima. No me juzguéis, voy a quedar con un tío bueno y si tengo la oportunidad quiero estar presentable. Billie Eilish suena en mi radio y automáticamente finjo ser yo quien canta la canción. A Steve le encanta esta tía, y no me extraña. Apago la radio y caigo rendida al sofá, junto con mis palomitas y mi película favorita, La Milla Verde. De verdad que cada vez que la veo es imposible no llorar, tantas emociones encontradas me pueden. Miro la hora en el móvi