NOA
Ayer por la tarde me pasé mucho tiempo paseando con Diabolo e iba tan empanada que como consecuencia ahora tenía un raspón cubriendo todo el pómulo derecho. Steve adora meterse conmigo cada vez que me pasa algo y esta vez no era una excepción, casi se atraganta con el cruasán de la cafetería cuando le he contado el pequeño incidente.
- Pero ¿cómo se te ocurre, nena? ¿Qué hacías para no haberte dado cuenta de la rama? – Steve me mira entre apenado y divertido.
- No lo sé – pero sí lo sabía. Me pasé todo el rato pensando en el pelinegro, incluso durante el desafortunado momento. Me toco la herida y pongo una mueca al sentir el escozor. – No me di cuenta de que había una rama y cuando me di mi caballo se asustó y por poco me caigo también.
NOA Me acerco lentamente hacia su cuello y tengo que estirar para llegar a él debido a la diferencia de altura. Dibujo círculos imaginarios en la piel de su cuello y exhalo por lo bajo, desesperada por tocarle. La tensión sexual acumulada me puede y con alcohol en mis venas no creo que pueda soportar mucho más. Me separo de él para mirarlo a los ojos y estos me observan inexpresivos y brillantes. Y cuando estoy por acercarme de nuevo, el pelinegro se levanta de un salto y se acomoda al lado de Ruby, la morena que anteriormente estaba sobre él. Esta le abraza por el hombro dejando un beso en la mejilla y me mira triunfante. Ahora mismo mi dignidad no existe, se fue desde el momento en que quise acercarme a él. La cabeza me da vueltas y mi corazón se siente humillado,
NOA Me quedo inmóvil sin saber cómo reaccionar, creo que el efecto del alcohol se me acaba de pasar en segundos. Ahí está, distante, como la primera vez que lo conocí. - Fuera del puto aseo - acota fríamente. - Ahora. Suspiro, a veces se comporta como un auténtico gilipollas. Miro a Bruce que también se ha puesto tenso y me coge de la mano para salir del cuarto de baño. Pero cuando estamos saliendo, Alex coge del brazo con el que me sujeta a mí y nos detenemos instantáneamente. - No - espeta cortante y me mira. - Ella se queda. - Oye, tío, ¿de qué coño vas? - Bruce se queda a escasos centímetros de Alex para e
NOA Una vez más, Alex me había dejado tirada y yo se lo había permitido. Nunca he sido la clase de chica que se arrastraba entre m****a si el chico que le gustaba se lo pedía, solo para conseguir llamar su atención. Nunca le he reclamado a alguien si este no quería estar conmigo, nunca me he frustrado si mostraban desinterés. Cada vez que un chico quería jugar con mis sentimientos, no reclamaba, no me enfadaba ni se lo echaba en cara... Simplemente, me alejaba. Y lo alejaba a él. Nunca me han gustado las personas que no hacían más que restar, huía de ellas como la peste. Pero ahora, no tengo claro qué papel jugaba el pelinegro. Estar con él se sentía tan libre pero tan desconocido a la vez. Y ahora caigo en cuenta que no le conozco ni una pizca de lo que a mí misma
NOAEstresante. Así se podía definir mis últimas semanas en clase. El curso por fin daba a su fin y si nada iba a mal, en dos semanas me graduaría.Un momento... ¡En dos semanas me gradúo! Pensar en ello me provocaba congoja y alegría a la misma vez. El hecho de tener que despedirme de todos mis compañeros, con los que he recorrido muchos viajes y experiencia, con los que he me reído innumerables veces en clase, con los que me he enriquecido mutuamente de cono cimiento... Pero a pesar de eso, de no haber entrado al grado superior, no sería la persona que soy ahora; satisfecha con lo que hace y con lo que puedo llegar a lograr.Tomo una respiración profunda antes de guardar la cámara en s
NOAAlex me mantiene pegada a su cuerpo y aunque me resulte irresistible estar cerca suyo, me alejo bruscamente, sin perder mi seriedad.- ¿Qué haces en frente del baño de chicas? Sabes que te van a tomar por acosador, ¿no?- Bueno, puedo ser tu acosador personal si así lo deseas. – se apoya en el marco de la puerta y me da una sonrisa burlona.Pongo mis brazos en jarra.- No tengo ese interés, pero gracias.Ríe por lo bajo y me da una sonrisa socarrona, mientras se va acercando a mi oído.- No es lo que
NOA Nunca imaginé que el rechazo de alguien pudiera doler tanto. Y nunca imaginé que sería Alex quien me provocara todo eso. Cuando era adolescente salí con dos chicos y tuve la ocasión de tener algo con ellos, pero me importó bien poco cuando nos dejamos de ver. En cierto modo, éramos unos "críos" jugando a perder la virginidad o en un intento de encontrar el amor, pero nada de eso se asemejaba con la realidad. Y en cierto, modo, mi situación con Alex tampoco se le parecía. Fue una noche cualquiera en la que lo vi recostado sobre un sofá de terciopelo, cuando sus ojos claros y su sonrisa torcida me atraparon y no hubo retorno. Caí como una tonta, como seguramente muchas otras chicas hicieron. Pero no les culpo, yo misma me di cuenta de lo que se sentía estar con él. Era como una montaña rusa, podías estar en la cima
NOA Los rayos de sol traspasan por la ventana de mi habitación, irrumpiendo mi sueño. En el momento en el que entreabro mis ojos, suelto un quejido de dolor, tapando mi cara con la almohada. Necesito unos largos minutos para procesar la situación hasta que me destapo rápidamente y echo un pequeño vistazo a la cama – completamente desordenada – el vestido y la ropa interior esparcida por el suelo. Espera. Me fijo en mí y veo que voy completamente desnuda, con tan solo las sábanas cubriéndome. Doy un grito ahogado. ¿Qué diablos pasó anoche? Mi mente empieza a divagar. La cena con Becca y los
NOA Un conjunto de luces blancas ilumina el estadio entero, entrecierro los ojos ante ese inesperado cambio de luz, que hasta hace unos momentos se encontraba casi en la penumbra. Varios jinetes pasan desfilando a pie junto a sus caballos, y se paran ante el juzgado. - ¿Ves a Becca? – dice mi acompañante en voz baja, todo el mundo se ha callado para no poner nerviosos a los caballos. - Es la segunda, empezando por la izquierda. – apego mi cuerpo al de Adrien y le señalo - Va a montar a Brabante, uno de los caballos que tengo en el centro. Me encuentro en el Real Club Pineda de Londres, donde mi mejor amiga va a competir. A mi lado tengo a Adrien, mi superior en la hípica donde trabajo, un chico rubio, alto y pijo de narices. Pero me ha ayudado en más de una ocasión, así que no me queda otra que soportarle. Las miradas que recibo por parte de otros espectadores son notorias, miro sus vestimentas y la de Adrien y alterno la vista en la mía