Salieron de casa, rumbo a la clínica, cuando recibió la llamada que estaba esperando desde el día de ayer, pero que debido a todos los acontecimientos ni siquiera él había podido comunicarse.—Diana, buenos días. ¿Novedades?—Como estás Valentino, buenos días. Hay malas noticias.—Diana estoy manejando y tengo a las niñas en el auto conmigo, las llevo a que vean a su madre.—Eso es bueno Tino, deben estar en contacto con Maritza, eso la pondrá de buen humor, y dicen que las personas con cáncer mejoran cuando su ánimo está elevado.—Puede ser, nada se pierde con intentarlo, ¿no? Pero necesito que me informes lo que está pasando, por cierto, me hice la prueba ayer.—Eso es bueno, podría ser nuestra salida para el problema que tenemos en este momento.Valentino miró la hora en el equipo de navegación del auto, eran casi las siete de la mañana, su reunión con Avalos era a las nueve, luego de pensar por un rato dijo —Diana, sé que te estoy molestando demasiado, pero ¿podrías venir a la clí
Valentino tocó la puerta del consultorio del doctor Quezada, su estómago ardía como si se estuviera incendiando, pronto tendría que visitar al gastroenterólogo. Si no se controlaba terminaría enfermando más y no podía darse ese lujo. Toco la puerta.—Adelante — respondieron desde adentro del consultorio.—Quezada, aquí estoy. —Dijo este mientras abría la puerta y se quedaba mirándolo.—Adelante Valentino, pasa y toma asiento.—Entrarán dos personas más conmigo, son mis abogados y no hago nada sin ellos.—Está bien, pueden pasar.—Chicos pasen — hablo Valentino mientras los hacía ingresar y procedía con las presentaciones de rigor. — Quezada, ellos son los esposos Rivas-Miller, pertenecen al departamento legal de mis empresas y mis asesores personales.—Adelante —dijo este mientras tomaba asiento nuevamente.—Entonces dime, que encontraste.—¿Encontrar? — pregunto confundida Diana.—Silencio Diana, solo escucha por favor —respondió Valentino de manera seria. —Empieza por favor Quezada.
Maritza vio ingresar a Valentino a su habitación en la clínica, lo noto extraño, algo había cambiado en él, antes la miraba con ojos de lástima, pero al verlo ahora sentía que había rabia escondida en ellos y mucha, mucha decepción.No sabía lo que había pasado, pero tenía que aguantar, no era hora de quebrarse y mucho menos de rendirse.—Tino, volviste —pronuncio muy bajo, como si le costara hablar.Él la quedo mirando por unos segundos, como tratando de adivinar qué es lo que se traía en mente, finalmente respondió. —Solo vine por las chicas, tenemos cosas que hacer.—Si papi, gracias — Grito Gia dando brinquitos.—Gia, no saltes, es de mala educación, que van a pensar las demás ´personas, ¿Qué no te eduque correctamente? —Hablo Maritza tratando de calmar su frustración, esperaba que al menos él se quedara un poco más.—Que más van a pensar Maritza, pensaran que son niñas, que están muy sanas, de otra manera no estarían brincando.Ella le quedo mirando y se quedó callada, definitiva
—Buenos días, Avalos —respondió Valentino conteniendo la frustración.—Doctor, doctor Diego Avalos —respondió este —Sígame por aquí, señor Ordóñez —indicando con su mano hacia la puerta de la cual había salido minutos antes.Valentino, lo siguió en silencio, pero desde ya, estaba pensando en buscar otro psiquiatra para que viera a Luana.—Toma asiento aquí —le indico mostrando un sillón de un cuerpo separado de otro por una pequeña mesita de café, encima de la mesa se encontraba un file, con el nombre de Luana Ramírez.El doctor procedió a sentarse en el sillón contrario a donde se encontraba Valentino.—¿Qué deseas saber?—Todo, necesito que me diga todo lo que sabe de la enfermedad de Luana, y que debemos hacer para que mejore.—Luana padece del trastorno límite de personalidad. Es una enfermedad mental grave, que se presentó en ella aproximadamente a los dieciocho años, ella estuvo lidiando con esa enfermedad por bastante tiempo y sin la terapia adecuada.—Durante esa época estábam
—¿Ella puso al bebe ahí?—Era la única en la habitación, así que asumimos que ella fue, después de eso empezamos a darle los medicamentos en las dosis correctas y ella empezó a tener mejorías. Lamentablemente, su mente olvido al bebé, y todo lo correspondiente al embarazo y al aborto que le provoco su huida de la realidad.—Pero… ¿Tú crees que ella fue capaz de poner al bebé en le tacho de la basura?—¿Yo?, no, nunca lo consideré, siempre pensé que había algo más, pero no podía probarlo, la única que sabe lo que sucedió ese día es ella, y con la pérdida de su memoria fue imposible aclarar este tema.—Ya veo. —Valentino se quedó sumido en el silencio por un momento, mientras Avalos lo observaba con paciencia, esperando que le comentara eso que lo estaba torturando.—En estos días, he observado que hay dos Luanas, separadas una de la otra, la que me recuerda aparece después de una crisis conversiva, y la otra aparece luego que duerma de manera natural. La Luana que me conoce, sabe de Al
Luana, estaba sentada en el asiento del copiloto del auto de Nicolás, mientras acariciaba su vientre de manera distraída, había tenido un sueño extraño, que la dejo pensando toda la mañana. De rato en rato miraba a su amigo mientras conducía, no sabía si contarle su sueño, tal vez la tomaría como una paranoica, pero internamente pensaba que ese sueño se sentía tan real.—Bueno, nena, ¿qué tienes en mente?Ella lo miro de reojo, mientras se mordía la uña del dedo meñique de la mano derecha, indecisa sobre si contarle o no. Suspiro de manera profunda y ese suspiro se dejó oír fuerte y claro en el silencio del automóvil.—¿Me vas a decir, que sucede en esa cabecita loca?—No sé, Nico. Es que tuve un sueño extraño, y me he quedado reflexionando en eso desde que me desperté.—Si me cuentas, tal vez pueda ayudarte a entenderlo. ¿Sabes que los que creen en el metaverso dicen que los sueños que tenemos son reales en otra dimensión?—Baboso, estoy hablando en serio —Respondió Luana haciéndose
—Pásame con ella — respondió este rápidamente. Nicolás le dio el celular a la malhumorada recepcionista que estaba limando sus uñas como si con ella no fuera.—Señorita, le quieren hablar —dijo sin mencionar el nombre de Jimmy.—Clarita. Como es posible que no dejes pasar al nuevo Director del área técnica de la empresa, ¿no lees los comunicados?, ¿qué clase de servicio estás prestando a la empresa?—Señor Quintanilla, lo siento mucho, no pensé que el nuevo director fuera tan joven.—No se le paga por pensar, se le paga por atender y recibir, por favor indícale, al señor Peralta, cuál es su oficina. —Colgó de inmediato, tenía una llamada de Valentino esperando.—Señor Peralta, sígame por favor —indico la recepcionista avergonzada y mostrando una media sonrisa.Ambos caminaron a través de un corto pasillo, frente a ellos se veía una amplia oficina que al parecer acababa de ser renovada,—Bienvenido, director. Esta es su oficina, espero que se sienta cómodo y disculpe por el malentendid
—Si, señorita, iré de inmediato.—Oye, detente ahí, ¡acaso no sabes quién soy! — vocifero la recién llegada—Señorita, Lamas. Disculpe, pero la niña tiene una emergencia, debo ir a llamar al médico.—No te muevas, o le diré a Valentino que te despida.Clara se quedó en una pieza, no sabía qué hacer, estaba asustada de perder su empleo, pero ella también tenía una pequeña hermana, y no le gustaría que nadie le ayudara si estaba en problemas.—Lo siento —dijo y corrió en busca del médico.La mujer se quedó histérica mientras sacaba su celular y procedía a realizar una llamada.—Valentino, estoy en tu empresa, acaba de ocurrir una desgracia, tienes que venir de inmediato a solucionarlo. —hablo mientras sollozaba, Luana la miraba con rabia contenida, mientras Nicolás sopesaba la situación, sabía que alguien se iba a meter en un serio problema.—¿Dónde estás?—Estoy en el piso veinte—Que haces ahí, sabes que no debes ir a ese piso.—Es que no te encontré en tu oficina y me dijeron que ven