Se metió a la ducha, necesitaba un baño refrescante y de preferencia helado para poder refrescar su mente, habían pasado muchas cosas en tan pocos días, y tenía demasiadas cosas por resolver, las dudas invadían su mente formando un caos y dejándolo en la penumbra total.Salió de la ducha con la toalla atada a su cintura, su cabello estaba más largo de lo normal y se notaba a simple vista que había pasado un buen tiempo desde la última rasurada. Hizo una mueca de sonrisa mientras se miraba en el espejo del baño, decidió dejarse la barba, como la había tenido varios años atrás.A Luana le fascinaba su barba, al menos eso era lo que le decía cuando aún estaban juntos, después que terminaran no había dejado crecer ni su cabello ni su barba, había tratado por todos los medios posibles de esconder sus sentimientos para no herir a su esposa.Ahora ya ni sabía quién era ella, tenía tantas dudas en su cabeza y el temor de que cada una de esas dudas lo llevara a odiar a la que había sido su com
Su viaje a Escocia se produjo por la fecha en la que se cumplían los tres años de matrimonio, y él ya estaba realizando los trámites para el divorcio.Se sentía demasiado presionado en esa relación sin amor, entendía que le debía mucho a Maritza, le había dado dos hijas maravillosas que eran su adoración, pero no por eso sus sentimientos habían cambiado, el amor de su vida seria para siempre Luana aun cuando esta no lo quisiera a su lado.Habían pasado varios años desde que la viera por última vez y no sabía nada de ella, extrañaba su presencia en su vida, pero ya era demasiado tarde, ¿o tal vez no?Un mes atrás le pareció verla en la ventana de su casa, pero dudaba, esa casa estuvo vacía por muchos años, nunca supo que había pasado con esa familia, ni siquiera su tía Tula sabia a donde habían ido. Tal vez Luana ya estaba casada y era feliz con el estúpido de Nicolás.Pensando en el pasado, ahora le parecía extraño todas las cosas que habían sucedido, la enfermedad de Maritza, su prom
Salieron de casa, rumbo a la clínica, cuando recibió la llamada que estaba esperando desde el día de ayer, pero que debido a todos los acontecimientos ni siquiera él había podido comunicarse.—Diana, buenos días. ¿Novedades?—Como estás Valentino, buenos días. Hay malas noticias.—Diana estoy manejando y tengo a las niñas en el auto conmigo, las llevo a que vean a su madre.—Eso es bueno Tino, deben estar en contacto con Maritza, eso la pondrá de buen humor, y dicen que las personas con cáncer mejoran cuando su ánimo está elevado.—Puede ser, nada se pierde con intentarlo, ¿no? Pero necesito que me informes lo que está pasando, por cierto, me hice la prueba ayer.—Eso es bueno, podría ser nuestra salida para el problema que tenemos en este momento.Valentino miró la hora en el equipo de navegación del auto, eran casi las siete de la mañana, su reunión con Avalos era a las nueve, luego de pensar por un rato dijo —Diana, sé que te estoy molestando demasiado, pero ¿podrías venir a la clí
Valentino tocó la puerta del consultorio del doctor Quezada, su estómago ardía como si se estuviera incendiando, pronto tendría que visitar al gastroenterólogo. Si no se controlaba terminaría enfermando más y no podía darse ese lujo. Toco la puerta.—Adelante — respondieron desde adentro del consultorio.—Quezada, aquí estoy. —Dijo este mientras abría la puerta y se quedaba mirándolo.—Adelante Valentino, pasa y toma asiento.—Entrarán dos personas más conmigo, son mis abogados y no hago nada sin ellos.—Está bien, pueden pasar.—Chicos pasen — hablo Valentino mientras los hacía ingresar y procedía con las presentaciones de rigor. — Quezada, ellos son los esposos Rivas-Miller, pertenecen al departamento legal de mis empresas y mis asesores personales.—Adelante —dijo este mientras tomaba asiento nuevamente.—Entonces dime, que encontraste.—¿Encontrar? — pregunto confundida Diana.—Silencio Diana, solo escucha por favor —respondió Valentino de manera seria. —Empieza por favor Quezada.
Maritza vio ingresar a Valentino a su habitación en la clínica, lo noto extraño, algo había cambiado en él, antes la miraba con ojos de lástima, pero al verlo ahora sentía que había rabia escondida en ellos y mucha, mucha decepción.No sabía lo que había pasado, pero tenía que aguantar, no era hora de quebrarse y mucho menos de rendirse.—Tino, volviste —pronuncio muy bajo, como si le costara hablar.Él la quedo mirando por unos segundos, como tratando de adivinar qué es lo que se traía en mente, finalmente respondió. —Solo vine por las chicas, tenemos cosas que hacer.—Si papi, gracias — Grito Gia dando brinquitos.—Gia, no saltes, es de mala educación, que van a pensar las demás ´personas, ¿Qué no te eduque correctamente? —Hablo Maritza tratando de calmar su frustración, esperaba que al menos él se quedara un poco más.—Que más van a pensar Maritza, pensaran que son niñas, que están muy sanas, de otra manera no estarían brincando.Ella le quedo mirando y se quedó callada, definitiva
—Buenos días, Avalos —respondió Valentino conteniendo la frustración.—Doctor, doctor Diego Avalos —respondió este —Sígame por aquí, señor Ordóñez —indicando con su mano hacia la puerta de la cual había salido minutos antes.Valentino, lo siguió en silencio, pero desde ya, estaba pensando en buscar otro psiquiatra para que viera a Luana.—Toma asiento aquí —le indico mostrando un sillón de un cuerpo separado de otro por una pequeña mesita de café, encima de la mesa se encontraba un file, con el nombre de Luana Ramírez.El doctor procedió a sentarse en el sillón contrario a donde se encontraba Valentino.—¿Qué deseas saber?—Todo, necesito que me diga todo lo que sabe de la enfermedad de Luana, y que debemos hacer para que mejore.—Luana padece del trastorno límite de personalidad. Es una enfermedad mental grave, que se presentó en ella aproximadamente a los dieciocho años, ella estuvo lidiando con esa enfermedad por bastante tiempo y sin la terapia adecuada.—Durante esa época estábam
—¿Ella puso al bebe ahí?—Era la única en la habitación, así que asumimos que ella fue, después de eso empezamos a darle los medicamentos en las dosis correctas y ella empezó a tener mejorías. Lamentablemente, su mente olvido al bebé, y todo lo correspondiente al embarazo y al aborto que le provoco su huida de la realidad.—Pero… ¿Tú crees que ella fue capaz de poner al bebé en le tacho de la basura?—¿Yo?, no, nunca lo consideré, siempre pensé que había algo más, pero no podía probarlo, la única que sabe lo que sucedió ese día es ella, y con la pérdida de su memoria fue imposible aclarar este tema.—Ya veo. —Valentino se quedó sumido en el silencio por un momento, mientras Avalos lo observaba con paciencia, esperando que le comentara eso que lo estaba torturando.—En estos días, he observado que hay dos Luanas, separadas una de la otra, la que me recuerda aparece después de una crisis conversiva, y la otra aparece luego que duerma de manera natural. La Luana que me conoce, sabe de Al
Luana, estaba sentada en el asiento del copiloto del auto de Nicolás, mientras acariciaba su vientre de manera distraída, había tenido un sueño extraño, que la dejo pensando toda la mañana. De rato en rato miraba a su amigo mientras conducía, no sabía si contarle su sueño, tal vez la tomaría como una paranoica, pero internamente pensaba que ese sueño se sentía tan real.—Bueno, nena, ¿qué tienes en mente?Ella lo miro de reojo, mientras se mordía la uña del dedo meñique de la mano derecha, indecisa sobre si contarle o no. Suspiro de manera profunda y ese suspiro se dejó oír fuerte y claro en el silencio del automóvil.—¿Me vas a decir, que sucede en esa cabecita loca?—No sé, Nico. Es que tuve un sueño extraño, y me he quedado reflexionando en eso desde que me desperté.—Si me cuentas, tal vez pueda ayudarte a entenderlo. ¿Sabes que los que creen en el metaverso dicen que los sueños que tenemos son reales en otra dimensión?—Baboso, estoy hablando en serio —Respondió Luana haciéndose