—Alex, despídete de mamá, ella tiene que descansar y tú necesitas dormir, mañana es un nuevo día.—Hasta mañana mamá, ¿puedo darte un beso?—Claro que si corazón, mami te promete que hará todo para recordarte.—Gracias mami, no sabes cuánto te he extrañado, cuanto soñaba con que me recordaras y que me llamaras hijo.—Mi pequeño bebé, lo siento tanto, odio no poder recordar nada, pero estoy segura de que eres mi hijo.Ambos se abrazaron con fuerza, mientras el pequeño hombrecito dejaba caer las lágrimas que por tanto tiempo había venido conteniendo.—No llores mi amor. Mami estará contigo y no volverá a olvidarte. Te lo prometo.Ambos se quedaron abrazados por mucho tiempo, Alex estaba sentado en las piernas de su madre como siempre lo había soñado, ¿qué le depararía el destino?, no lo sabía, pero no cambiaría por nada esta noche, la noche en la que se reencontró con su querida madre.Valentino suspiro emocionado al verlos juntos, su familia estaba reunida, la mujer que más había amado
—¿Te vas a quedar? — pregunto Carmen a Nicolás mientras salían de la habitación.—Si mamá, me voy a mi habitación.—Alex se está quedando en ese dormitorio, hasta que arreglemos el cuarto de invitados.—Okey ma, no hay problema, dejémoslo ahí y me voy a dormir al mueble, tú sabes que el polvo afecta mis alergias.Valentino escuchó esa conversación y le pareció extraño, Nicolás llamando mamá a Carmen y además tenía una habitación en esa casa ¿Cómo era posible eso?¿Qué se había perdido en todos estos años? No importaba, ya lo descubriría.Luana se movió en la cama de manera inquieta, solo podía ver el bulto que formaba su cuerpo en la penumbra de la habitación, la vio tantear con su mano como si buscara algo en la cama.—¿Tino? —le escucho llamarlo. Él se acercó rápidamente a su costado y toco suavemente sus cabellos.—Dime amor, aquí estoy.—¿Por qué no te acuestas? Tengo frío.—No te preocupes cariño, solamente estaba regresando del baño. — Se acostó a su lado mientras la abrazaba co
Se metió a la ducha, necesitaba un baño refrescante y de preferencia helado para poder refrescar su mente, habían pasado muchas cosas en tan pocos días, y tenía demasiadas cosas por resolver, las dudas invadían su mente formando un caos y dejándolo en la penumbra total.Salió de la ducha con la toalla atada a su cintura, su cabello estaba más largo de lo normal y se notaba a simple vista que había pasado un buen tiempo desde la última rasurada. Hizo una mueca de sonrisa mientras se miraba en el espejo del baño, decidió dejarse la barba, como la había tenido varios años atrás.A Luana le fascinaba su barba, al menos eso era lo que le decía cuando aún estaban juntos, después que terminaran no había dejado crecer ni su cabello ni su barba, había tratado por todos los medios posibles de esconder sus sentimientos para no herir a su esposa.Ahora ya ni sabía quién era ella, tenía tantas dudas en su cabeza y el temor de que cada una de esas dudas lo llevara a odiar a la que había sido su com
Su viaje a Escocia se produjo por la fecha en la que se cumplían los tres años de matrimonio, y él ya estaba realizando los trámites para el divorcio.Se sentía demasiado presionado en esa relación sin amor, entendía que le debía mucho a Maritza, le había dado dos hijas maravillosas que eran su adoración, pero no por eso sus sentimientos habían cambiado, el amor de su vida seria para siempre Luana aun cuando esta no lo quisiera a su lado.Habían pasado varios años desde que la viera por última vez y no sabía nada de ella, extrañaba su presencia en su vida, pero ya era demasiado tarde, ¿o tal vez no?Un mes atrás le pareció verla en la ventana de su casa, pero dudaba, esa casa estuvo vacía por muchos años, nunca supo que había pasado con esa familia, ni siquiera su tía Tula sabia a donde habían ido. Tal vez Luana ya estaba casada y era feliz con el estúpido de Nicolás.Pensando en el pasado, ahora le parecía extraño todas las cosas que habían sucedido, la enfermedad de Maritza, su prom
Salieron de casa, rumbo a la clínica, cuando recibió la llamada que estaba esperando desde el día de ayer, pero que debido a todos los acontecimientos ni siquiera él había podido comunicarse.—Diana, buenos días. ¿Novedades?—Como estás Valentino, buenos días. Hay malas noticias.—Diana estoy manejando y tengo a las niñas en el auto conmigo, las llevo a que vean a su madre.—Eso es bueno Tino, deben estar en contacto con Maritza, eso la pondrá de buen humor, y dicen que las personas con cáncer mejoran cuando su ánimo está elevado.—Puede ser, nada se pierde con intentarlo, ¿no? Pero necesito que me informes lo que está pasando, por cierto, me hice la prueba ayer.—Eso es bueno, podría ser nuestra salida para el problema que tenemos en este momento.Valentino miró la hora en el equipo de navegación del auto, eran casi las siete de la mañana, su reunión con Avalos era a las nueve, luego de pensar por un rato dijo —Diana, sé que te estoy molestando demasiado, pero ¿podrías venir a la clí
Valentino tocó la puerta del consultorio del doctor Quezada, su estómago ardía como si se estuviera incendiando, pronto tendría que visitar al gastroenterólogo. Si no se controlaba terminaría enfermando más y no podía darse ese lujo. Toco la puerta.—Adelante — respondieron desde adentro del consultorio.—Quezada, aquí estoy. —Dijo este mientras abría la puerta y se quedaba mirándolo.—Adelante Valentino, pasa y toma asiento.—Entrarán dos personas más conmigo, son mis abogados y no hago nada sin ellos.—Está bien, pueden pasar.—Chicos pasen — hablo Valentino mientras los hacía ingresar y procedía con las presentaciones de rigor. — Quezada, ellos son los esposos Rivas-Miller, pertenecen al departamento legal de mis empresas y mis asesores personales.—Adelante —dijo este mientras tomaba asiento nuevamente.—Entonces dime, que encontraste.—¿Encontrar? — pregunto confundida Diana.—Silencio Diana, solo escucha por favor —respondió Valentino de manera seria. —Empieza por favor Quezada.
Maritza vio ingresar a Valentino a su habitación en la clínica, lo noto extraño, algo había cambiado en él, antes la miraba con ojos de lástima, pero al verlo ahora sentía que había rabia escondida en ellos y mucha, mucha decepción.No sabía lo que había pasado, pero tenía que aguantar, no era hora de quebrarse y mucho menos de rendirse.—Tino, volviste —pronuncio muy bajo, como si le costara hablar.Él la quedo mirando por unos segundos, como tratando de adivinar qué es lo que se traía en mente, finalmente respondió. —Solo vine por las chicas, tenemos cosas que hacer.—Si papi, gracias — Grito Gia dando brinquitos.—Gia, no saltes, es de mala educación, que van a pensar las demás ´personas, ¿Qué no te eduque correctamente? —Hablo Maritza tratando de calmar su frustración, esperaba que al menos él se quedara un poco más.—Que más van a pensar Maritza, pensaran que son niñas, que están muy sanas, de otra manera no estarían brincando.Ella le quedo mirando y se quedó callada, definitiva
—Buenos días, Avalos —respondió Valentino conteniendo la frustración.—Doctor, doctor Diego Avalos —respondió este —Sígame por aquí, señor Ordóñez —indicando con su mano hacia la puerta de la cual había salido minutos antes.Valentino, lo siguió en silencio, pero desde ya, estaba pensando en buscar otro psiquiatra para que viera a Luana.—Toma asiento aquí —le indico mostrando un sillón de un cuerpo separado de otro por una pequeña mesita de café, encima de la mesa se encontraba un file, con el nombre de Luana Ramírez.El doctor procedió a sentarse en el sillón contrario a donde se encontraba Valentino.—¿Qué deseas saber?—Todo, necesito que me diga todo lo que sabe de la enfermedad de Luana, y que debemos hacer para que mejore.—Luana padece del trastorno límite de personalidad. Es una enfermedad mental grave, que se presentó en ella aproximadamente a los dieciocho años, ella estuvo lidiando con esa enfermedad por bastante tiempo y sin la terapia adecuada.—Durante esa época estábam