Perdido en tus curvas
Perdido en tus curvas
Por: Natalia Díaz
Mala impresión

La ansiedad me estaba matando, miraba el reloj desesperadamente esperando a que fueran exactamente las seis para recibir a mi jefe. Mis ojos barrieron toda la oficina, esperando no encontrar nada fuera de sitio, que hiciera que pusiera el grito en el cielo. Hoy llegué media hora antes para poder limpiar y desinfectar toda la oficina, ya que mi jefe está obsesionado con la limpieza y como parte de su condición, me exige mantener todo limpio y organizado. Al verlo subir en el ascensor, lo dirigí a su oficina y le abrí la puerta.

—Buenos días, Sr. Tom.

—¿Reporte? — fue rociando del pulverizador por toda la oficina, especialmente en su silla.

—He estado con los preparativos de la fiesta de bienvenida del Sr. Adib.

—Recuerda que no puede faltar nada para esa fiesta. No acepto ningún error. ¿Está claro eso?

—Sí, señor. Voy a asegurarme de que todo esté bien organizado y preparado para su llegada. Por cierto, hablé con su padre.

—¿Qué te dijo mi padre?

—Me comentó sobre un grupo de bailarinas profesionales que estarán asistiendo a la fiesta. Dijo que será un regalo exclusivo para el Sr. Adib.

—Mi padre y sus inventos. Irás a recogerlo en el aeropuerto esta noche.

—¿Y el chófer que iría a hacerlo, señor?

—Canceló a última hora, así que necesitaré que lo hagas. Además de que estás mucho mejor capacitado y preparado para estas situaciones. Confío en ti, Steven.

—No lo decepcionaré, señor.

—Eso espero. ¿Hiciste el informe de esta semana?

—Sí, aquí lo tengo— se lo entregué, y lo sujetó con el pedazo de papel que tenía en la mano.

—Siempre tan eficiente.

Todo el día estuve ocupado y encargándome de que todo estuviera en orden para esta noche. Regresé a mi casa para poder ir a bañarme y prepararme para recoger al CEO. Por ahora todo iba marchando adecuadamente. Snowy se acercó a olfatear mis zapatos y lo cargué.

—¿Cómo has estado? — acaricié suavemente su cabeza y lo escuché ronronear—. ¿Me has extrañado? Hoy llegaré tarde, así que no esperes por mi despierto— lo bajé, y se me quedó viendo—. Dicen que los animales no nos entienden, pero yo sé que tú sí. Solo falta que hables para sentirme menos solo— reí.

Miré la hora y quise darme prisa. Terminé de colocarme la corbata y me dirigí al aeropuerto. Estuve esperando en la pista hasta la hora que mi jefe me dijo y fue cuando vi llegar el avión. El Sr. Abid se bajó junto a dos hombres más y bajé la cabeza.

—Salam Aleikum.

—Aleikum Salam. He venido en compañía de mis dos hijos; Adil y Amin— los saludé de la misma manera, y lucían muy amables.

El Sr. Abid habla varios idiomas, entre ellos está el inglés, lo que hizo que nuestra conversación fluyera mejor.

Lo llevé a donde sería la fiesta de bienvenida y ahí estaba mi jefe y todo el mundo esperándolo. Es muy importante que firme contrato con la compañía, ese es el motivo oculto de todo esto. Es muy importante para todos que esto salga bien.

Me mantuve cerca de mi jefe por si necesitaba algo, realmente estaba cansado, he tenido un día muy pesado. Todo el lugar estaba siendo bien ambientado con la música y comida marroquí para que se sintieran a gusto.

Cuando dieron las ocho, las bailarinas llegaron. Todos los invitados dejaron libre el centro para que pudieran dar el espectáculo de baile. La danza árabe es muy sensual, es admirable los movimientos que pueden hacer. Hicieron un baile en grupo, luego fue una a una haciendo una coreografía distinta. Todos estaban hechizados con el baile, y es comprensible, bellezas como estas, no se ven en todas partes.

Todo el bullicio comenzó, cuando una mujer que salió de detrás de las otras caminó al centro ocultando su rostro y parte de su cuerpo con el velo lila y negro que llevaba. Me intrigó mucho que no hubiera dejado ver su rostro o cuerpo desde el comienzo, pero todo lo comprendí cuando lo bajó. Pude observar a una chica de estatura baja y obesa, con una falda de sirena del mismo color que el velo. Un pañuelo con monedas colgaba por alrededor de su gran cintura. El escote en forma de V tenía lentejuelas, eso lo hacía ver muy provocativo. De la apertura de su falda visualicé un muslo muy ancho sobresaliendo. Su rostro fue lo último que vi, en realidad la había recorrido con la mirada completamente; me atrevería a decir que la desnudé con ella. Sus ojos eran color cafés, su piel trigueña, su pelo negro caía más abajo del escote, con algo de vuelta en la punta. Sus labios estaban pintados de lila, y el maquillaje realmente la hacía ver muy coqueta, ya que combinaba con su vestimenta.

Quedé deslumbrado con sus movimientos. Esos movimientos de lado a lado con sus caderas, más la forma en que el velo se iba moviendo a la par de ella, te mantenía atraído a su encanto. Su torso lo movió en forma circular, a la par de sus caderas y piernas, y no podía dejar de mirarla. Tan pronto la vi voltearse, vi como sus caderas y su trasero se movía, junto a ese pañuelo que hacía resaltar ese voluptuoso y deseable cuerpo.

—¿Quién trajo a esa gorda aquí? — cuestionó en un tono molesto mi jefe.

—¿Qué hay de malo con ella, señor? Baila muy bien— continuaba mirándola, estaba hechizado ante su belleza.

—¡Sácala de ahí inmediatamente, antes de que el Sr. Abid se vaya!

—¿Sacarla?

—¡Ahora!

Pude ver que todos estaban disgustados, pero no entendía la razón. No quiero sacarla, quería seguir contemplando sus movimientos.

Me acerqué despacio a ella mientras la observaba y vi que me hizo seña con la mano. Lo tomé como una invitación realmente. La vi sonreír y moverse sensualmente de lado a lado, y tragué saliva al tenerla tan cerca.

Su mirada se desvió hacia un área en específico, y al notar la erección que a través de mi pantalón se reflejaba, me tapé avergonzado y la oí reír.

—Y saber que luces como un niño bueno con esos lentes— dejó de moverse, y colocó el velo alrededor de mi cuello—. Ya sé que viniste a sacarme, pero no te preocupes, yo misma me iré— sonrió, antes de perderse entre las demás.

Fue lo más vergonzoso que me había ocurrido frente a alguien. Ni siquiera pude decir algo en mi defensa. Esa mujer debe estar pensando que soy un pervertido, aunque acabo de darle suficiente razón en eso.

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