La mansión estaba en silencio, un contraste con el bullicio que había dominado la noche. Maximiliam y Brianna caminaban por los pasillos, la luz de las lámparas doradas iluminando sus pasos. La opulencia que rodeaba cada rincón del lugar no impresionaba a Brianna. Ya estaba acostumbrada a la riqueza que Max exhibía con naturalidad, pero lo que sí la desconcertaba era la cercanía que él había comenzado a mostrar.Subieron las escaleras con calma, el eco de sus pasos resonando en el mármol. Cuando llegaron a la puerta de la habitación, Max hizo algo inesperado; tomó su mano. El gesto era tan íntimo que Brianna sintió un leve escalofrío recorrerle la columna.— Gracias por no alterarte esta noche con lo de Francesca — dijo Max, su voz baja y suave, pero cargada de un peso que Brianna no entendía del todo —. Es una mujer un poco insistente. Nunca tuve nada con ella.Brianna sintió un nudo en la garganta. No esperaba una confesión como esa. No tenía derecho a preguntar, a sentir algo, pero
— Es el día — susurró con voz fría y calculadora la ex de Maximiliam.Paula se despertó temprano al día siguiente, con una mezcla de excitación y ansiedad que le impedía quedarse quieta. Había decidido, después de mucho pensar, que era hora de hacerle una visita a Maximiliam, su antiguo amor. Aunque no habían quedado en los mejores términos, Paula siempre sintió que había algo no resuelto entre ellos, una chispa que nunca se apagó del todo. Se vistió con esmero, escogiendo un conjunto que resaltara su figura sin ser demasiado obvio. Quería sorprender a Maximiliam, mostrarle lo que había perdido, pero aún era suyo.Tomó un taxi hacia la empresa de Maximiliam, recordando las palabras de Francesca el día anterior. Según la chismosa, Maximiliam estaba comprometido con una mujer que describió como "un espantapájaros". Paula no podía creerlo. ¿Maximiliam, comprometido con alguien así? Era difícil de imaginar, pero Francesca insistía en que era verdad.Al llegar cerca del edificio de la empr
Paula entonces miró a Brianna, y luego de nuevo a Maximiliam. Parecía tan enamorada de él, tan esperanzada.— ¿Qué haces aquí? — preguntó Maximiliam con brusquedad, rompiendo el incómodo silencio.— Me he mudado a la ciudad, Maximiliam. He vuelto. Espero me des la oportunidad de hablar — respondió Paula, sus ojos buscando desesperadamente los de él.Brianna, sintiéndose como una intrusa, tomó los papeles que había estado mostrando a Paula y miró a Maximiliam.— Puedo dejarlos solos un rato — susurró, intentando disimular la tensión que sentía.Maximiliam, aún furioso por lo que había pasado la noche anterior con Brianna y ahora enfrentando a Paula de repente, frunció el ceño, apretando más sus puños. No quería estar en esa situación, pero sabía que no podía evitarla.Paula, sintiendo la tensión en el aire, no pudo evitar preguntar:— ¿Se conocen? — su tono era de una inocencia fingida, pero sus ojos destilaban curiosidad.Brianna la miró, notando la malicia oculta en sus palabras.— S
La noche había caído, y la brisa fría envolvía la mansión con una capa de silencio. Brianna, cansada y emocionalmente agotada, finalmente llegó a casa después de un largo día. Había pasado la tarde en compañía de Cristian, el joven aspirante a asistente, quien había demostrado ser una agradable sorpresa en medio del caos emocional que la envolvía.Al bajar del taxi, respiró hondo, preparándose para enfrentar lo que sabía sería una conversación difícil. No esperaba que las luces de la mansión estuvieran aún encendidas, ni que la figura imponente de Maximiliam la esperara en la entrada. Apenas puso un pie dentro, sintió su mano firme tomarla del brazo, deteniéndola en seco.— ¿Dónde estabas? — preguntó él, su voz cargada de una mezcla de preocupación y enojo. Sus ojos la escudriñaban, buscando respuestas que él mismo no podía formular —. ¿Sabes cuántos hombres he movilizado para que te encuentren? Eres mi prometida, Brianna. Eres...— Tu socia — interrumpió ella, zafándose de su agarre
Maximiliam estaba de pie en la entrada de su empresa, un amplio y moderno edificio de lujo. Sus ojos se centraban en la entrada del edificio de enfrente. Había insistido en llevar a Brianna al trabajo esa mañana, pero ella, con su firme determinación, había decidido venir por su cuenta. Esa pequeña resistencia le inquietaba, y cuando vio que bajaba del taxi, no pudo evitar sentir una punzada de frustración.Ella era tan hermosa, aunque hoy, se lucía con su ropa aburrida.Maximiliam se preparaba para levantar la mano y saludarla, pero justo en ese momento, una figura familiar se interpuso en su camino. Paula.— ¡Maximiliam! — exclamó ella con una sonrisa amplia —. Qué bueno es verte de nuevo.El cuerpo de Maximiliam se tensó al instante. Levantó la cabeza para buscar a Brianna, pero ya no la vio. La presencia de Paula había robado el momento, y eso lo molestó profundamente.— ¿Qué haces aquí? — preguntó con frialdad, sin molestarse en ocultar su irritación.Paula se acercó más, ignoran
— ¿Cómo sabes tú de eso? — preguntó Paula, tratando de mantener la compostura, pero su voz traicionaba una mezcla de sorpresa y temor.— Es curioso cómo la información viaja rápido en ciertos círculos — respondió Cristhian, dejando su comentario en el aire, sin especificar cómo había obtenido tal conocimiento. Su expresión estaba cargada de desdén, como si estuviera a punto de disfrutar el espectáculo de ver a Paula desplomarse bajo la presión.Brianna, sintiendo que la situación se estaba saliendo de control, decidió intervenir antes de que las cosas se tornaran más complicadas.— Cristhian, ¿por qué no tomas un descanso? Estoy segura de que hay otros proyectos que requieren tu atención — sugirió con suavidad, intentando desviar la atención de Paula y aliviar la tensión en la sala.Pero Cristhian no se movió de su lugar. Su mirada seguía fija en Paula, como si quisiera desenmascararla por completo. Paula, por su parte, trató de recuperar su compostura, sabiendo que cualquier reacción
Brianna apenas había terminado de hablar con Cristhian cuando decidió que necesitaba salir a tomar aire y despejarse. Había sido un día largo y estresante, y la visita inesperada de Paula solo había añadido más tensión. Afortunadamente, un cliente la había contactado a través de su página web, y aunque la cita era fuera de su oficina, estaba emocionada por la oportunidad de trabajar en un nuevo proyecto. Tomó su bolso y, con una sonrisa forzada, se despidió de Cristhian antes de salir del edificio.El día estaba soleado, pero Brianna apenas se dio cuenta del clima. Su mente estaba ocupada en lo que acababa de suceder con Paula y en cómo podría afectar su mala relación con Maximiliam. Mientras cruzaba la calle frente a su edificio, estaba tan sumida en sus pensamientos que no se percató del vehículo que se acercaba a toda velocidad. No tuvo tiempo de reaccionar. El automóvil la golpeó con fuerza, lanzándola varios metros hacia adelante.— ¡Brianna! — gritó Cristhian, quien había visto
Maximiliam observaba atentamente a Brianna mientras ella dormía. Su rostro, normalmente sereno, estaba ahora marcado por una evidente inquietud, una agitación que no había desaparecido desde que se despertó de su última pesadilla. Él había pasado la mayor parte del día sentado junto a su cama, sosteniéndole la mano, atento a cualquier señal de malestar. Brianna había intentado minimizar sus miedos, pero Maximiliam sabía que lo que la atormentaba no era solo un mal sueño, sino algo mucho más profundo y doloroso.La madre de Brianna, quien había estado en la habitación, notó la tensión entre ellos y decidió que era mejor dejarlos solos, ahora que por fin su hija había despertado nuevamente. Se acercó a Maximiliam y le dio un suave apretón en el hombro antes de salir de la habitación en silencio, dejando a la joven pareja en la privacidad de sus pensamientos compartidos.— ¿Una pesadilla? — preguntó Maximiliam, rompiendo el silencio, aunque su voz apenas era un susurro. Seguía sosteniend