Paula entonces miró a Brianna, y luego de nuevo a Maximiliam. Parecía tan enamorada de él, tan esperanzada.— ¿Qué haces aquí? — preguntó Maximiliam con brusquedad, rompiendo el incómodo silencio.— Me he mudado a la ciudad, Maximiliam. He vuelto. Espero me des la oportunidad de hablar — respondió Paula, sus ojos buscando desesperadamente los de él.Brianna, sintiéndose como una intrusa, tomó los papeles que había estado mostrando a Paula y miró a Maximiliam.— Puedo dejarlos solos un rato — susurró, intentando disimular la tensión que sentía.Maximiliam, aún furioso por lo que había pasado la noche anterior con Brianna y ahora enfrentando a Paula de repente, frunció el ceño, apretando más sus puños. No quería estar en esa situación, pero sabía que no podía evitarla.Paula, sintiendo la tensión en el aire, no pudo evitar preguntar:— ¿Se conocen? — su tono era de una inocencia fingida, pero sus ojos destilaban curiosidad.Brianna la miró, notando la malicia oculta en sus palabras.— S
La noche había caído, y la brisa fría envolvía la mansión con una capa de silencio. Brianna, cansada y emocionalmente agotada, finalmente llegó a casa después de un largo día. Había pasado la tarde en compañía de Cristian, el joven aspirante a asistente, quien había demostrado ser una agradable sorpresa en medio del caos emocional que la envolvía.Al bajar del taxi, respiró hondo, preparándose para enfrentar lo que sabía sería una conversación difícil. No esperaba que las luces de la mansión estuvieran aún encendidas, ni que la figura imponente de Maximiliam la esperara en la entrada. Apenas puso un pie dentro, sintió su mano firme tomarla del brazo, deteniéndola en seco.— ¿Dónde estabas? — preguntó él, su voz cargada de una mezcla de preocupación y enojo. Sus ojos la escudriñaban, buscando respuestas que él mismo no podía formular —. ¿Sabes cuántos hombres he movilizado para que te encuentren? Eres mi prometida, Brianna. Eres...— Tu socia — interrumpió ella, zafándose de su agarre
Maximiliam estaba de pie en la entrada de su empresa, un amplio y moderno edificio de lujo. Sus ojos se centraban en la entrada del edificio de enfrente. Había insistido en llevar a Brianna al trabajo esa mañana, pero ella, con su firme determinación, había decidido venir por su cuenta. Esa pequeña resistencia le inquietaba, y cuando vio que bajaba del taxi, no pudo evitar sentir una punzada de frustración.Ella era tan hermosa, aunque hoy, se lucía con su ropa aburrida.Maximiliam se preparaba para levantar la mano y saludarla, pero justo en ese momento, una figura familiar se interpuso en su camino. Paula.— ¡Maximiliam! — exclamó ella con una sonrisa amplia —. Qué bueno es verte de nuevo.El cuerpo de Maximiliam se tensó al instante. Levantó la cabeza para buscar a Brianna, pero ya no la vio. La presencia de Paula había robado el momento, y eso lo molestó profundamente.— ¿Qué haces aquí? — preguntó con frialdad, sin molestarse en ocultar su irritación.Paula se acercó más, ignoran
— ¿Cómo sabes tú de eso? — preguntó Paula, tratando de mantener la compostura, pero su voz traicionaba una mezcla de sorpresa y temor.— Es curioso cómo la información viaja rápido en ciertos círculos — respondió Cristhian, dejando su comentario en el aire, sin especificar cómo había obtenido tal conocimiento. Su expresión estaba cargada de desdén, como si estuviera a punto de disfrutar el espectáculo de ver a Paula desplomarse bajo la presión.Brianna, sintiendo que la situación se estaba saliendo de control, decidió intervenir antes de que las cosas se tornaran más complicadas.— Cristhian, ¿por qué no tomas un descanso? Estoy segura de que hay otros proyectos que requieren tu atención — sugirió con suavidad, intentando desviar la atención de Paula y aliviar la tensión en la sala.Pero Cristhian no se movió de su lugar. Su mirada seguía fija en Paula, como si quisiera desenmascararla por completo. Paula, por su parte, trató de recuperar su compostura, sabiendo que cualquier reacción
Brianna apenas había terminado de hablar con Cristhian cuando decidió que necesitaba salir a tomar aire y despejarse. Había sido un día largo y estresante, y la visita inesperada de Paula solo había añadido más tensión. Afortunadamente, un cliente la había contactado a través de su página web, y aunque la cita era fuera de su oficina, estaba emocionada por la oportunidad de trabajar en un nuevo proyecto. Tomó su bolso y, con una sonrisa forzada, se despidió de Cristhian antes de salir del edificio.El día estaba soleado, pero Brianna apenas se dio cuenta del clima. Su mente estaba ocupada en lo que acababa de suceder con Paula y en cómo podría afectar su mala relación con Maximiliam. Mientras cruzaba la calle frente a su edificio, estaba tan sumida en sus pensamientos que no se percató del vehículo que se acercaba a toda velocidad. No tuvo tiempo de reaccionar. El automóvil la golpeó con fuerza, lanzándola varios metros hacia adelante.— ¡Brianna! — gritó Cristhian, quien había visto
Maximiliam observaba atentamente a Brianna mientras ella dormía. Su rostro, normalmente sereno, estaba ahora marcado por una evidente inquietud, una agitación que no había desaparecido desde que se despertó de su última pesadilla. Él había pasado la mayor parte del día sentado junto a su cama, sosteniéndole la mano, atento a cualquier señal de malestar. Brianna había intentado minimizar sus miedos, pero Maximiliam sabía que lo que la atormentaba no era solo un mal sueño, sino algo mucho más profundo y doloroso.La madre de Brianna, quien había estado en la habitación, notó la tensión entre ellos y decidió que era mejor dejarlos solos, ahora que por fin su hija había despertado nuevamente. Se acercó a Maximiliam y le dio un suave apretón en el hombro antes de salir de la habitación en silencio, dejando a la joven pareja en la privacidad de sus pensamientos compartidos.— ¿Una pesadilla? — preguntó Maximiliam, rompiendo el silencio, aunque su voz apenas era un susurro. Seguía sosteniend
Cuando Maximiliam entró, encontró a Brianna intentando levantarse de la cama, claramente incomoda por estar en esa situación.— Espera, te ayudo — dijo él, apresurándose a su lado.Brianna negó con la cabeza.— Solo quiero quitarme la bata, limpiarme, y ponerme otra ropa — respondió con voz débil.Maximiliam asintió.— Te ayudaré — dijo, buscando en su bolsa un pijama con botones que había traído para ella. Cuando fue a entregárselo en el baño, vio cómo ella se quitaba la bata. Brianna, al girarse, quedó completamente desnuda frente a él, mostrando la venda en sus costillas y una gran cicatriz en su abdomen.Maximiliam hizo uso de todo su autocontrol para no demostrar la mezcla de emociones que lo invadieron al verla así. Era la primera vez que la veía sin esa ropa vieja cubriéndola, pero sus ojos no se quedaron en su cuerpo desnudo, sino en la cicatriz. Era evidente que había sido apuñalada, y no solo una vez.— ¿Me pasas? — siseó Brianna, sacándolo de su entumecimiento.— Sí… — susu
— Sí. Quiero que investiguen todo y atrapen a la persona que lastimó a mi mujer. No me importa cuánto cueste. Sin errores — ordenó antes de colgar la llamada, con una mirada sombría.El ambiente en el restaurante estaba cargado, pero no por la cálida atmósfera usual. La tensión se sentía en cada rincón mientras Maximiliam hablaba con esa mezcla de autoridad y dureza que rara vez usaba fuera del trabajo. Paula, desde una esquina, observaba cada movimiento como si su vida dependiera de ello. El sudor perlaba su frente, pero mantenía la compostura, con su expresión perfectamente controlada. Se decía a sí misma que esto no era más que un obstáculo temporal.Pero la llamada que Maximiliam acababa de hacer la había dejado temblando. Se repetía que él jamás sospecharía de ella, pero la duda la corroía. Si él llegaba a descubrir la verdad, no sabía cómo reaccionaría.«¿Podría haber cometido el error de subestimarlo?» Mientras su mente divagaba en sus miedos, vio cómo Maximiliam tomaba la b