Maximiliam observaba atentamente a Brianna mientras ella dormía. Su rostro, normalmente sereno, estaba ahora marcado por una evidente inquietud, una agitación que no había desaparecido desde que se despertó de su última pesadilla. Él había pasado la mayor parte del día sentado junto a su cama, sosteniéndole la mano, atento a cualquier señal de malestar. Brianna había intentado minimizar sus miedos, pero Maximiliam sabía que lo que la atormentaba no era solo un mal sueño, sino algo mucho más profundo y doloroso.La madre de Brianna, quien había estado en la habitación, notó la tensión entre ellos y decidió que era mejor dejarlos solos, ahora que por fin su hija había despertado nuevamente. Se acercó a Maximiliam y le dio un suave apretón en el hombro antes de salir de la habitación en silencio, dejando a la joven pareja en la privacidad de sus pensamientos compartidos.— ¿Una pesadilla? — preguntó Maximiliam, rompiendo el silencio, aunque su voz apenas era un susurro. Seguía sosteniend
Cuando Maximiliam entró, encontró a Brianna intentando levantarse de la cama, claramente incomoda por estar en esa situación.— Espera, te ayudo — dijo él, apresurándose a su lado.Brianna negó con la cabeza.— Solo quiero quitarme la bata, limpiarme, y ponerme otra ropa — respondió con voz débil.Maximiliam asintió.— Te ayudaré — dijo, buscando en su bolsa un pijama con botones que había traído para ella. Cuando fue a entregárselo en el baño, vio cómo ella se quitaba la bata. Brianna, al girarse, quedó completamente desnuda frente a él, mostrando la venda en sus costillas y una gran cicatriz en su abdomen.Maximiliam hizo uso de todo su autocontrol para no demostrar la mezcla de emociones que lo invadieron al verla así. Era la primera vez que la veía sin esa ropa vieja cubriéndola, pero sus ojos no se quedaron en su cuerpo desnudo, sino en la cicatriz. Era evidente que había sido apuñalada, y no solo una vez.— ¿Me pasas? — siseó Brianna, sacándolo de su entumecimiento.— Sí… — susu
— Sí. Quiero que investiguen todo y atrapen a la persona que lastimó a mi mujer. No me importa cuánto cueste. Sin errores — ordenó antes de colgar la llamada, con una mirada sombría.El ambiente en el restaurante estaba cargado, pero no por la cálida atmósfera usual. La tensión se sentía en cada rincón mientras Maximiliam hablaba con esa mezcla de autoridad y dureza que rara vez usaba fuera del trabajo. Paula, desde una esquina, observaba cada movimiento como si su vida dependiera de ello. El sudor perlaba su frente, pero mantenía la compostura, con su expresión perfectamente controlada. Se decía a sí misma que esto no era más que un obstáculo temporal.Pero la llamada que Maximiliam acababa de hacer la había dejado temblando. Se repetía que él jamás sospecharía de ella, pero la duda la corroía. Si él llegaba a descubrir la verdad, no sabía cómo reaccionaría.«¿Podría haber cometido el error de subestimarlo?» Mientras su mente divagaba en sus miedos, vio cómo Maximiliam tomaba la b
Fidel llegó a la clínica con el corazón palpitando acelerado y la mente llena de una mezcla de ansiedad y determinación. Cada paso que daba resonaba en el pasillo silencioso, mientras buscaba la recepción con una urgencia palpable. Se aproximó con rapidez y, al llegar, se dirigió a la recepcionista con una intensidad que la hizo mirar hacia arriba con sorpresa.— Busco a Brianna Guzmán — dijo Fidel, la voz cargada de desesperación. La recepcionista, al ver su expresión y notar la prisa en su rostro, consultó rápidamente el ordenador.— Sí, el horario de visitas cierra pronto. Ella está en la habitación 204 — informó, señalando una dirección en el pasillo.Fidel asintió con una mezcla de alivio y tensión, y se dirigió rápidamente hacia la habitación indicada. Mientras corría, el eco de sus pasos en el suelo de linóleo parecía amplificar sus emociones, y cada segundo se sentía interminable.Al llegar a la puerta de la habitación 204, se detuvo brevemente para tomar una respiración p
— Entiendo — dijo finalmente, tratando de mantener la calma en su voz. — Haremos lo que sea necesario.Maximiliam asintió, satisfecho con su respuesta.— Buena decisión. Ahora, termina tu cena y descansa. Los preparativos están en marcha, y pronto serás mi esposa en una ceremonia que no admitirá errores — dijo —. Debes recuperarte pronto, te conseguí un pase para un evento de interioristas.Brianna tomó un bocado de su cena con una mano temblorosa, mientras la otra se aferraba a su corazón, luchando por mantener la compostura. ¿Un pase? Maximiliam salió de la habitación, dejando a Brianna sola con sus pensamientos. Cada bocado de su comida era una tortura, un recordatorio de la vida que estaba a punto de perderse y de los desafíos que aún tenía por delante.***El gran evento estaba a punto de comenzar, y Brianna se encontraba en su habitación, ajustándose el elegante vestido negro que había elegido para esa noche. Era entallado, realzando su figura con sutil elegancia. Los finos
“¿No es ella la ex prometida del joven Casanova? ¿Paula?”“Es un ángel disculpándose por el mal trabajo de la actual.”“Qué vergüenza de trabajo.”“¿Cómo puede ser considerada la mejor?”Los rumores eran cada vez más fuertes, manchando la reputación de Brianna. Pero, en lugar de perder la compostura, ella sonrió ampliamente a Paula, lo cual la desconcertó.— No te preocupes — dijo Brianna con calma —. Estuve hospitalizada, por lo que no pude estar presente, pero lo bueno es que mi empresa ofrece garantía total sobre todos los trabajos.— Y — agregó Cristhian, interviniendo con una sonrisa socarrona —, todo el personal lleva cámaras en sus cascos y se instalan cámaras en las áreas de trabajo para documentar cada paso.Paula se quedó muda por un momento, su sonrisa fingida no pudo ocultar el pánico que sintió al escuchar eso.— Sí — continuó Brianna —. Fue idea de mi prometido. Está muy comprometido con la transparencia en los proyectos. Cuando le dije que trabajaría con usted, inmediata
Unas lágrimas falsas comenzaron a caer por sus mejillas mientras se aferraba al tobillo, esperando que su actuación fuera lo suficientemente convincente. Brianna, cansada del teatro de Paula, puso los ojos en blanco y miró a Maximiliam, quien parecía aún más exasperado por la situación.— Llévala a su casa — sugirió Brianna con un tono seco —, yo iré en taxi.Maximiliam negó con la cabeza, sin apartar la vista de Brianna.— No — dijo con firmeza —, no te voy a dejar sola.Paula, que había esperado otra reacción, se quedó perpleja. El rechazo de Maximiliam la quemaba por dentro, y sus intentos de ganarse la simpatía de la multitud parecían haberse desmoronado. Las personas comenzaban a dispersarse, dándose cuenta de que el espectáculo que Paula intentaba montar no iba a llegar a ningún lado.Maximiliam tomó a Brianna de la mano, ayudándola a entrar en el auto. Paula, al ver que estaba perdiendo el control de la situación, intentó una última jugada desesperada.— ¡Maximiliam! — gr
Las palabras cayeron como un martillazo en el ambiente, dejando a todos en la habitación paralizados por el asombro. Brianna se quedó inmóvil, su rostro pálido por la sorpresa, mientras su mente intentaba procesar lo que acababa de escuchar.— ¿Qué… qué estás diciendo? — balbuceó Brianna, su voz ahora apenas un susurro. Lentamente apartó la mirada de Don Ángelo y la dirigió hacia su madre, buscando en sus ojos una negación, una explicación, algo que desmintiera las horribles palabras que acababa de escuchar. Pero Grecia solo bajó la cabeza, incapaz de sostener la mirada de su hija.Maximilian sintió que el aire abandonaba sus pulmones, y un frío se apoderó de su interior. El shock lo dejó inmóvil por un momento, intentando comprender lo que su abuelo acababa de revelar. ¿Cómo era posible que su madre…? Era inconcebible.Brianna dio un paso hacia atrás, su respiración rápida y superficial, el mundo desmoronándose a su alrededor.— ¿Madre? — preguntó, con la voz quebrada —. Dime que