¿Qué creen que hará Maximiliam?
Unas lágrimas falsas comenzaron a caer por sus mejillas mientras se aferraba al tobillo, esperando que su actuación fuera lo suficientemente convincente. Brianna, cansada del teatro de Paula, puso los ojos en blanco y miró a Maximiliam, quien parecía aún más exasperado por la situación.— Llévala a su casa — sugirió Brianna con un tono seco —, yo iré en taxi.Maximiliam negó con la cabeza, sin apartar la vista de Brianna.— No — dijo con firmeza —, no te voy a dejar sola.Paula, que había esperado otra reacción, se quedó perpleja. El rechazo de Maximiliam la quemaba por dentro, y sus intentos de ganarse la simpatía de la multitud parecían haberse desmoronado. Las personas comenzaban a dispersarse, dándose cuenta de que el espectáculo que Paula intentaba montar no iba a llegar a ningún lado.Maximiliam tomó a Brianna de la mano, ayudándola a entrar en el auto. Paula, al ver que estaba perdiendo el control de la situación, intentó una última jugada desesperada.— ¡Maximiliam! — gr
Las palabras cayeron como un martillazo en el ambiente, dejando a todos en la habitación paralizados por el asombro. Brianna se quedó inmóvil, su rostro pálido por la sorpresa, mientras su mente intentaba procesar lo que acababa de escuchar.— ¿Qué… qué estás diciendo? — balbuceó Brianna, su voz ahora apenas un susurro. Lentamente apartó la mirada de Don Ángelo y la dirigió hacia su madre, buscando en sus ojos una negación, una explicación, algo que desmintiera las horribles palabras que acababa de escuchar. Pero Grecia solo bajó la cabeza, incapaz de sostener la mirada de su hija.Maximilian sintió que el aire abandonaba sus pulmones, y un frío se apoderó de su interior. El shock lo dejó inmóvil por un momento, intentando comprender lo que su abuelo acababa de revelar. ¿Cómo era posible que su madre…? Era inconcebible.Brianna dio un paso hacia atrás, su respiración rápida y superficial, el mundo desmoronándose a su alrededor.— ¿Madre? — preguntó, con la voz quebrada —. Dime que
La noche había caído completamente cuando Maximilian y Brianna llegaron al hotel. El ambiente en el coche había sido denso, cargado de un silencio que ninguno de los dos se atrevió a romper. Las palabras no eran suficientes para describir el torbellino de emociones que ambos llevaban dentro. La tensión, aunque silenciosa, parecía ocupar cada espacio del vehículo.Cuando Maximilian estacionó frente a la entrada del hotel, Brianna soltó un suspiro cansado. Miró de reojo al hombre que había conducido sin un solo titubeo, manteniendo siempre el control. Su mirada se dirigió a las luces que iluminaban la fachada del hotel antes de que finalmente se atreviera a preguntar:— ¿Acaso me estás secuestrando? — intentó bromear, aunque su tono era más serio de lo que pretendía.Maximilian se giró hacia ella, un destello de diversión cruzó su rostro, pero no se detuvo demasiado tiempo en él. En lugar de eso, respondió con firmeza:— No. Eres mi prometida… — Hizo una pausa, su mirada oscura se
El sol apenas comenzaba a filtrarse por las cortinas cuando Brianna abrió los ojos. El calor de la noche aún permanecía en su cuerpo, pero algo estaba mal. Extendió la mano hacia el otro lado de la cama, esperando sentir el calor de Maximilian, su presencia reconfortante… pero lo único que encontró fue el frío vacío de las sábanas arrugadas.Su corazón se aceleró, y una sensación de desasosiego la invadió por completo. La realidad se cernía sobre ella como una sombra. Maximilian se había ido. La noche anterior había sido intensa, llena de emociones contenidas y de una conexión que ella no podía ignorar. Pero ahora, su lado de la cama estaba vacío. No había rastro de él, ni siquiera una nota o una señal de que la estuviera esperando.Brianna se sentó lentamente, envolviendo la sábana a su alrededor mientras su mente intentaba procesar la situación. Una parte de ella se aferraba a la esperanza de que Maximilian solo se hubiera levantado temprano, tal vez para dar una caminata o prepar
Brianna llegó a la empresa con el ceño fruncido, caminando con pasos rápidos y decididos. No había dormido bien, y la angustia de la mañana aún la atormentaba. Las miradas curiosas de los empleados se deslizaban hacia ella, pero ella no les prestó atención. No tenía ganas de saludar a nadie ni de fingir que todo estaba bien. Lo único que quería era encerrarse en su oficina, bloquear el mundo y enterrar sus pensamientos.Al llegar al ascensor, escuchó la voz de Cristhian, su asistente, llamándola:— Señorita Brianna… hay alguien…Sin embargo, no terminó de escuchar la frase porque las puertas del ascensor se cerraron antes de que él pudiera acabar. Aún absorta en sus pensamientos, ella ignoró su advertencia. La verdad es que no tenía energía ni intención de estallar sobre lo que fuera que Cristhian trataba de decirle. Estaba cansada, y el día apenas comenzaba.Cuando las puertas del ascensor se abrieron nuevamente, Brianna se encontró de frente con el imponente cuerpo de Fidel, su
Brianna lo observó fijamente desde su escritorio, su mirada clavada en Maximilian, analizando cada detalle de su expresión, su postura, incluso la forma en que apretaba la mandíbula. Había algo en él que siempre la había fascinado: su control, su dominio sobre cada situación y persona que lo rodeaba. Sin embargo, en ese momento, lo único que sentía era el impulso creciente de levantarse y golpearlo.Se contuvo, por supuesto. Siempre se contenía. Sabía en lo que se había metido cuando decidió involucrarse con él. Sabía que la relación con Maximilian era como caminar por la cuerda floja sobre un abismo. Pero aun así, se había dejado llevar por la lujuria, por la atracción tan intensa que nunca había sentido por nadie más. Estaba consciente del camino peligroso en el que se había adentrado, pero ese conocimiento no hacía que fuera más fácil lidiar con la situación.— Estoy bien, Maximilian — dijo finalmente, su voz tan fría y controlada como podía hacerla sonar. Bajó la mirada hacia el
Brianna tomó asiento detrás de su escritorio, sintiendo cómo la tensión seguía pesando sobre sus hombros. Todo lo que acababa de suceder no hacía más que aumentar la confusión en su mente. El enfrentamiento entre Maximilian y Cristhian… o David, como lo había llamado. El nombre resonaba en su cabeza, trayendo consigo preguntas que no podía evitar hacerse.Su primer pensamiento fue que Maximilian había enviado a su hermano a vigilarla, a controlar sus movimientos. Esa era la clase de cosas que él haría, siempre tan obsesionado con mantener todo bajo control. Sin embargo, al recordar la forma en que los dos se habían enfrentado, descartó esa idea. La tensión entre ellos era real, la ira palpable. Eso no parecía parte de un plan cuidadosamente orquestado por Maximilian. No, esto era personal. Muy personal.Brianna fijó su mirada en Cristhian, o David, que todavía estaba de pie frente a ella, con una mezcla de nerviosismo y resignación en el rostro. Finalmente, rompió el incómodo silenc
Cristhian asintió de nuevo, hizo una pequeña reverencia respetuosa y salió de la oficina, dejándola sola con sus pensamientos. Brianna dejó escapar un largo suspiro, apoyando la cabeza en sus manos. El día apenas había comenzado y ya estaba agotada emocionalmente.Miró hacia la puerta por la que Maximilian había salido antes, su mente volviendo a él. Sabía que no había terminado de lidiar con ese asunto. Maximilian no iba a dejar pasar lo que había sucedido entre ellos, y mucho menos la revelación sobre su hermano. Sabía que la situación se volvería aún más complicada antes de mejorar, y no podía evitar sentir una mezcla de anticipación y cansancio por lo que estaba por venir.Más tarde, Brianna estaba sentada en su oficina, trazando unas líneas en su iPad para una entrega importante cuando Cristhian entró con una carpeta en la mano, su expresión algo tensa. Llevaba trabajando con ella el tiempo suficiente como para que Brianna notara de inmediato que había algo diferente en su compor