¡Oh Dios mío! Tuve sexo con mi novio. Me duele el cuerpo, es muy grande y… ¡está buenísimo! además fue… fue muy dulce y tierno. Creo que lo haría por siempre. Debimos haber platicado de sus temores, pero mi zorra interna quería otra cosa, y definitivamente la obtuvo. Traté de quitármelo de encima, pero me fue imposible, pesa demasiado y esta frito. Profundamente dormido. Acaricié su bello rostro golpeado, preguntándome quien le haría daño ¿por qué lo harían? Cubrí mi boca porque mis lágrimas amenazaron con salir y sollocé bajito.
— ¿Isobel? – escuchó el sollozo y despertó de inmediato — ¿Mi amor, estas bien? – inspeccionó mi rostro aun con los ojos nublados por el sueño — ¡Háblame por favor! – se incorp
Me moví en la cama y cuando me incorporé no vi a mi novia. El día de ayer fue… exquisito, ella lo es. Su piel deliciosamente suave, tersa al tacto y so olor, lo bien que responde ¡uf, necesito más! Trato de levantarme y tambaleo por un dolor en el costado. La paliza que me di con esos tipos, aunado a las casi veinte horas de sexo que tuve con Isobel me estaban pasando factura. Necesitaba descansar. Pero la necesitaba a ella desnuda y dispuesta en mi cama. Salí de la habitación en su búsqueda, vi su silueta, sentada en uno de los bancos en la barra de la cocina hablando por teléfono con alguien, debe ser la con la rubia cabecita hueca que es la novia de Brennan. Lleva puesta mi camisa blanca abotonada hasta la cintura, creo que puede hacer que un saco se vea sexy solo con echárselo encima. Se ve deliciosa allí sentada solo con esa prenda, sin sujetador y me atrevo a apostar que sin panty ¡Jes&uac
Terminamos en la cama cogiendo como animales, aun duele, pero no tanto. El placer que Jacques me proporciona es casi una locura – de hecho, me lleva a eso – salgo de la cama aprovechando que duerme como un lirón. El timbre sonó mil veces y no nos detuvimos para nada, sabiendo que era el desayuno. Necesito comer algo y este caballero no tiene nada en el refrigerador, en definitiva debo hacer unas compras porque al parecer desea que me quede unos días ¡uf, pensar en eso me acalora! Debo calmarme un poco. Me visto con su camisa de nuevo y los bóxer que él mismo se quitó.Llego a la puerta y abro ¡allí están las bolsas con la comida! Huele delicioso, las coloco de nuevo en la encimera y saco unos platos para servirla. El aroma de las empanaditas con jamón me produce ansiedad, los cafés están helados por el tiempo que estuvieron fuera. Sonrío. Su rostro cuando
Isobel me mira asustada, temblando como una hoja ¿y cómo no? Si acabo de perder los libros delante de ella, me moví por la rabia destruyendo el panel de control del ascensor y ahora nos encontramos encerrados en el ático, ella tiene una expresión de terror en su rostro y de… dolor, estaba consciente de que en algún momento pasaría, perdería el control como hace tres días y la lastimaría. Yo lo sabía y no me alejé.—¡Isobel! – dije en un susurro, era casi una súplica levantando la mano destrozada hacia ella.—¡Oh por Dios no, aléjate! – se alejó de mi observándome aterrada y mi corazón se rompió, la dañé.Siempre me había caracterizado por ignorar mis sentimientos hasta llevarlos al sitio donde no los podí
Lo vi desplomarse en su apartamento, cayó arrodillado en el piso y creí en ese momento que mi vida acabaría cuando de su boca brotó un poco de sangre. Grité y me desesperé, llamé a la primera persona que salió en la última llamada que me hicieron: Miller. No tengo idea de por qué me llamó, pero lo agradezco con el corazón. Tardaron unos minutos en llegar al ático, expliqué la situación y al parecer ya venía en camino, eso lo agradezco también. Cuando lo llevaron hacia la clínica sus signos vitales se encontraban irregulares. Lo único que pude hacer fue llorar desesperada en los brazos de Endrick y Josep. Mi madre llego a la clínica acompañada de Will y Sasha quien se quedó conmigo esa noche. Lloré como si mi novio hubiese muerto, como si no tuviese más vida que la de él y se había esfumado. Me la habían arrebatado. El amor de mi vida ¡el único! Literalmente se estaba muriendo a causa de una hemorragia interna que no fue descubierta a tiempo sino hasta que el vómito de sangre s
Hace una semana no lo veo, hace una semana que hablé con su madre y me propuso salvarle la vida con condiciones que desencadenarían una serie de repercusiones en mí y en el modo de ver las cosas de ahora en más. Aquí me encuentro en una maldita ceremonia de la cual no quiero ser partícipe y un montón de testigos que juran, mirando mis lágrimas que son de felicidad. No sé si Jacques ha despertado, pero si lo hizo ya debe estar enterado de todo porque estoy segura que su madre no se eximió de nada, solo por echarle en cara que ha ganado esta batalla contra él y su familia, ya que él ha dejado bien claro que la odia. Ella por su parte, se encuentra extasiada de poder ejecutar la venganza que ha gestado por todos estos años pasados, sin importarle la felicidad el bienestar de sus propios hijos ¿se puede ser más ruin en la vida? Nunca había sido tan infeliz, nunca me hab&
Después del modo tan extraño de comportarse Josep, sopesaba la posibilidad de entrar a la habitación o mudarme a China, temo que no pueda controlar la ira como Jacques. Y aunque con él las cosas son mas sencillas no estoy a gusto con ese comportamiento, no le temo, pero guardo mis reservas. Decido entrar y saber que tal se encuentra. —¿Todo en orden galán? – su mirada vuelve a ser la misma, sus ojos están claros y hay ternura en ella —¿Mucho estrés? – sonríe triste.
¡Es él! Mi corazón quiere salirse del pecho, el pulso enloqueció. La respiración me falla y siento mi cuerpo de gelatina, Sasha lo nota, siento que me habla, pero no la escucho porque mis oídos zumban horrible. Siento sus manos en mis hombros y de pronto ya no escucho ni veo nada más. —…porque es peligroso Jacques, tu sabes como es mamá de perceptiva – se hizo un incómodo silencio. Camino a la Mansión, me recuesto al respaldo del asiento. No he dejado de llorar desde que salimos del ático en las afueras de Manhattan, Josep toma mi mano y la aprieta con cariño. Mi destrozado corazón gime ante la repulsión que siento por el dolor que me produjeron sus palabras.—¡No te lo tomes personal Isobel, Jacques está furioso con el mundo! No creo que lo haya dicho en serio – lo miro con tristeza.—No te acepto los paños calientes Josep, sé que lo dijo en serio, me ha dejado de lado como lo ha hecho en otras ocasiones, se deshizo de mí y de mi hijo de la manera más vil y despiadada ¿y quieres que crea que no lo dijo en serio? – su vista se fue a su otra mano que contenía la corbata amarilla —Solo tengo que digerirlo, las heridas sanan y no tengo elección porque ya lo hecho, se queda de ese65. Resignación.