56. Verdades.

En ese momento entendí lo que había pasado con Isobel y por qué lloraba. Me sentí tan vulnerable que pude haber llorado también.

— ¿Te sientes bien? – se refugiaba bajo la sábana, pero sentía su preocupación.

— No mi amor, no lo estoy – tuve que suspirar profundo para que no se me saltaran las lágrimas — Te siento lejos – ella sonrió, sé que no me creyó nada, pero se acercó.

— ¿Te lastimé? – su entrecejo fruncido preguntó más que su boquita.

— ¡No mi amor, no lo hiciste! – aunque me dolía cada fibra del cuerpo — Estamos vulnerables y eso es… lo que nos pasa – la atraje hasta mí, la subí a horcajadas, mi miembro se encontraba relajado a pesar d

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