Mauricio no dejaba de sentirse asqueroso, antes era diferente no sabía quién era Úrsula y de lo que era capaz. Se acostaba con ella, quizás por rutina, por costumbre sin saber que dentro de ella lo que había era una mujer sin escrúpulos; ahora le tenía asco y como un estúpido, cayó en su trampa, creyendo que podían negociar ciertos asuntos civilizadamente. Pero ahora, ahora si sabe que es imposible. Es una mujer maquiavélica, no da una puntada sin dedal. A parte de estar incómodo, nauseabundo, y con malestares generales, estaba muy indignado.

<<¡Pasarme esto a mi, a mi, amiii!, debe estar disfrutando su hazaña, riéndose a carcajadas, pero que se olvide, eso no va a volver a ocurrir jamás, ¡nunca más!, pero nuuuncaaaa!>>

Mauricio para borrar su indignación decidió tomar otros rumbos e irse para el barrio “La Cementera”, y buscar a Randy. Randy ahora no solo era su maestro sino que se había ganado su simpatía y su amistad. Primero llegó al estacionamiento donde guarda la moto, y sal