El gran ventanal de la habitación está abierto de par en par, se puede ver el firmamento, hay estrellas copiosas, fugaces que corren presurosas; y millares de luceros que palpitan, pero no menos hermosa es la gran luna que esa noche ilumina la escena; pero, no menos hermosa es Reishel, saliendo de su sala de baño lista para su marido ansioso.

Mauricio acostado semi arropado la contempla bajo la media luz, y la cara de Reishel no necesita mucho para brillar, sus ojos destellan. El babydoll blanco de seda satinada bordea en Reishel toda su perfecta figura que ondea al caminar. Mauricio se siente estremecer; ya están las estrellas, la luna llena, solo falta Reishel junto a el, y no deja de contemplar y de imaginar en su mente todo lo que en pocos segundos va a pasar. La ha deseado más que nunca, se ha martirizado por no estar a su lado.Aunque no fue mucho tiempo para Mauricio fue toda una eternidad.

Reishel camina y apoya su rodilla sobre la cama, Mauricio se levanta y toca sus m