Annabelle.
Es de noche y hace más frio que nunca, yo ahueco mis manos enfrente de mi boca y suelto vapor para calentarme un poco, miro al horizonte y espero que Bastián se aparezca de la nada, igual a como hace siempre, me he dado cuenta de que al hombre le gustan las entradas dramáticas. Sonrió por el pensamiento y recuerdo nuestra conversación de esta tarde. Él tiene razón, suele tener razón muy a menudo, yo no quiero que esto que hay entre nosotros dos se termine, por primera vez siento que pertenezco a un sitio, me siento como en casa cuando estoy con él, y ni siquiera aquí en el convento he logrado sentirme de esta manera. El amor de las monjas y de Dios es precioso, pero a veces pienso que el de Bastián lo es aun más.
Veo que la silueta de un hombre comienza a caminar en mi dirección, pero hay tanta neblina que no puedo distinguirle el rostro con cl
Bastián. Han pasado veinticuatro horas desde que estoy encerrado en esta celda de porquería, veinticuatro largas horas en las que no he tenido contacto con el mundo exterior si no para recibir la comida que me traen los guardias, comida que yo por supuesto no he probado.Veo los platos a un lado de mi habitación, la carne comienza a oler mal por el calor que hace dentro de este infierno. Suelto un bufido, me acerco a la puerta y pongo las manos en las barandas de metal que me separan de Annabelle, no falta mucho para que me saquen de aquí, pero estoy desesperado, tengo que encontrar el puto celular y borrar el maldito video para deshacerme de una vez por todas de esa evidencia que me puede joder todo lo que tengo en este momento.–¡Jones! – me grita un guardia mientras se acerca – puedes salir y volver a tu habitación – él le quita el candado a la reja y la abre dejá
Annabelle. Ver a Bastián hace que todo mi cuerpo tiemble, pero no de deseo, como me pasaba antes, si no de odio, lo detesto por lo que me hizo, por obligarme a pecar y por estar aquí ahora mismo, es un cínico y descarado, ¿Qué demonios tiene en la cabeza este hombre? – Dime que es mentira lo que Daniel me dijo.–¿Y cómo se supone que sepa de que estás hablando? – le digo con los dientes apretados mientras me acerco a él, me quito las lágrimas del rostro y le planto cara. Me duele todo lo que está pasando, de eso no hay ninguna duda, pero no voy a dejar que él se de cuenta de lo mucho que me lastimó.– Dime que no dormiste con él, necesito que me digas que es mentira – me pide.Las monjas a nuestro alrededor sueltan gritos aterradas, como si ellas jamás hubieran pensado en sexo, ¡Ja! He
Annabelle. Siento que las lagrimas surcan todo mi rostro, pero me limpio rápido y vuelvo al convento, ahora tengo que enfrentarme a mi otro problema, la madre superiora, no sé si el tal Daniel le mostro el video, la verdad es que después de haber entrado en mi habitación me olvidé de todo hasta que Bastián vino aquí a hacerme este escándalo, pero sea lo que sea, la madre superiora ya escuchó todo, no hay forma en que yo pueda escapar de mi castigo.Camino por los pasillos sintiendo las miradas de todas puestas en mí, y sinceramente ya no me interesa, estoy completamente humillada, siento que mi dignidad está en el segundo circulo del infierno y nada va a cambiar o empeorar eso.Toco a la puerta de la madre superiora.–¡Siga! – me grita desde el otro lado.Abro la puerta y me encuentro a la madre superiora caminando de un lado para el otr
Un mes después. Bastián. – Por favor, firma aquí y aquí – el alcaide me señala un papel lleno de mierda que no me interesa, lo único que me importa en este momento es que al firmar este pedazo de hoja volveré a ser libre.–¿Necesita algo más? – le pregunto después de poner mi firma donde me dijo.– Si, tu huella dactilar aquí y puedes largarte – sentencia.– Siempre fuimos buenos amigos – suelto con sarcasmo y dejo escapar un bufido.Termino con el jodido papeleo y el alcaide me da el permiso de irme, el hombre no me da un abrazo ni mucho menos me felicita por mi excelente conducta del ultimo mes, él solo se da la vuelta, me da la espalda y yo me salgo de aquí porque tampoco es como si el alcaide se hubiera convertido en mi familia, esas chorradas solo pasan en la
Bastián. Arremeto contra Jeremy, me acerco a él y el hombre da un par de pasos hacia atrás, está asustado, puedo verlo en sus ojos, en la manera en la que me mira y en la forma en la que intenta alejarse de mí, pero yo no voy a dejarlo escapar, este mal nacido va a apagar todas las cosas que le ha hecho a mi madre, todos los demonios que me ha metido en la cabeza y cada gota de llanto de Lena se la voy a hacer pagar con sangre.– Bastián, hijo, ven aquí – me llama mi madre, pero yo la ignoro – cariño, dale un abrazo a mamá – me pide, como si yo tuviera cinco años y no veintiuno recién cumplidos.Termino de acortar el espacio entre Jeremy y yo y encajo el primer puño en su mandíbula, el hombre se tambalea y entonces lo golpeo por el otro lado, él se queda estático, como si estuviera viendo a un fantasma y yo aprovecho
Annabelle. Me sirvo un poco de cereal y lo pongo en la barra de la cocina, los empleados de mi tío Macon suelen hacer platos demasiado extravagantes para mi gusto, naturalmente cuando estaba en el convento no había desayunos buffet o muchas opciones de donde elegir, creo que de alguna forma me acostumbré a eso.– Buenos días, Annabelle – me saluda mi tío mientras camina hacia mi arreglándose las mancuernas del costoso traje que está usando.Macon es un hombre elegante, siempre lo ha sido, y por el contrario a mi madre, el logró hacer algo bueno por su vida, estudió y trabajó muy duro y hoy en día disfruta de las recompensas de todo un imperio creado desde cero.Yo lo veo moverse elegantemente por la cocina y entonces lo saludo de vuelta – buenos días.–¿Cómo estás hoy? – pregunta dirigi&eacut
Bastián. Tengo la cabeza enterrada entre las piernas mientras contemplo el suelo gris de la celda, en parte porque no hay nada afuera que me interese ver, y porque no quiero que la mole que está sentada delante de mi pueda pensar que lo quiero molestar, el tipo no tiene buena cara, y no es que yo sea cobarde, si no que ese tipo con un puño me manda de vuelta a la barriga de mi madre.–¡Jones! Tu abogado quiere verte – un guardia pasa el bolillo por entre las rejas llamando mi atención.Yo asiento con la cabeza y me pongo en pie, el hombre abre la celda y me dirige a una habitación aparte, lo primero que hago al llegar allí y sentarme frente a mi abogado, un viejo amigo de la familia de apellido Leery, es preguntar por lo único y verdaderamente importante para mí justo ahora.–¿Cómo está mi madre? – cuestiono. – E
Annabelle. Bastián se acerca a mí, casi parece asustado de que yo este aquí, pues bien, no es el único, porque yo me estoy muriendo de los nervios, y el hecho de que su madre este al lado de él no hace que la situación sea más fácil, al contrario, me perturba un poco.–¿Qué haces aquí, Annabelle? – me pregunta, invadiendo mi espacio personal.Yo retrocedo un par de pasos porque estar muy cerca de él me hace daño y entonces respondo – vi en las noticias todo lo que te estaba pasando y quise asegurarme de que estabas bien.– Pudiste haberme llamado – levanta los hombros.– No te