Annabelle.
Bastián se acerca a mí, casi parece asustado de que yo este aquí, pues bien, no es el único, porque yo me estoy muriendo de los nervios, y el hecho de que su madre este al lado de él no hace que la situación sea más fácil, al contrario, me perturba un poco.
–¿Qué haces aquí, Annabelle? – me pregunta, invadiendo mi espacio personal.
Yo retrocedo un par de pasos porque estar muy cerca de él me hace daño y entonces respondo – vi en las noticias todo lo que te estaba pasando y quise asegurarme de que estabas bien.
– Pudiste haberme llamado – levanta los hombros.
– No te
Annabelle. – Tienes que alejarte de mí – susurro, pero él hace todo lo contrario, se pega mas a mi cuerpo y me muerde el labio – no soy la misma idiota a la que lastimaste en el pasado – le recuerdo.Él se aparta solo un poco de mí, lo suficiente para poder mirarme a los ojos y entonces sonríe de forma descarada.– Estoy seguro de que no eres la misma de antes.–¿Ah sí? – pregunto con el ceño fruncido.– Si, yo te convertí en esto – dice. Yo siento que la rabia sube a mi cabeza, pero no sé en que punto se convierte en adrenalina y me calienta mas de lo que ya estoy, haciendo sentir un leve dolor de necesidad entre mis piernas.–¿Y estás orgulloso? – cuestiono.Él no me responde, por el contrario, me guía hasta su cama que está en la mi
Annabelle. ¿Joderle la vida a Bastián o dejar que se salga con la suya? Es lo único que pienso mientras estoy frente a la puerta de la sala de tribunales donde se lleva a cabo el juicio de Bastián.Reviso la hora en el pequeño reloj de mano que llevo puesto y suelto un suspiro, el juicio ya comenzó, y se supone que en un par de minutos yo debo entrar a hacer la declaración y decirle a ese montón de gente allá adentro que Bastián es un ejemplo para la sociedad, ¡Ja! Como si eso fuera cierto. Limpio las palmas de mis manos que están sudando sobre mi falda de lápiz que llega hasta mis rodillas y entonces tomo valor, aun no se que demonios voy a hacer, no se si tengo los cajones suficientes como para echarlo al agua y empujarlo a que pase el resto de su vida en la cárcel, pero tampoco estoy segura de poder verlo saliéndose con las suyas.Basti&aa
Bastián. Ella corre como si de repente se hubiera convertido en una jodida atleta profesional, yo la persigo hasta que consigo agarrarla del cabello, sé que no es la mejor de las ideas teniendo en cuenta toda la situación, pero no tengo de otra.Yo halo el cabello de Annabelle y ella se detiene en seco soltando un quejido por el tirón, supongo.–¿Por qué demonios me detienes con el pelo? ¡No soy un burro! – me grita.– Lo hice porque de otra forma no te habrías detenido – suelto.Ella hace una mueca con el rostro, sabe que tengo razón, eso no falta que lo diga.–¿Por qué corres tan desesperadamente? ¿Qué es lo que te pasa?Annabelle chasquea la lengua y se cruza los brazos sobre el pecho – me pasa que no soporto estar un segundo más en el mismo sitio que tú, mucho menos cuando lo
Bastián. Después de veinticuatro horas de estar pariendo piñas por estar esperando el puto veredicto, recibo la llamada de Leery que he estado esperando todo este tiempo.–¿Tienen el veredicto? – le pregunto en cuanto contesto el celular.– Si, ya he avisado a tu madre, necesito que ambos estén aquí lo más pronto posible.– No tardamos – aseguro, me levanto del escritorio en el que he estado las ultimas dos horas, me visto de traje formal azul marino y bajo al recibidor de la casa, donde ya está mi madre perfectamente acicalada esperándome.–¿Estás listo? – me pregunta frunciendo los labios.– Eso creo – suelto un suspiro.–¿Tu amiga no vendrá con nosotros?–¿Annabelle? – pregunto con una mueca. – Si, ella.– N
Bastián. Estoy sentado en la puta silla de mi escritorio mirando por la misma vieja y aburrida ventana de la habitación, desde que Angie se fue de aquí nada demasiado interesante ha sucedido, estoy aburrido, incluso mucho más de lo que estaba en la cárcel, allá por lo menos tenia a Billie y a Daniel, aunque fuera para que me jodiera la vida, incluso tenía a Annabelle, con sus negativas y pensamientos arcaicos, aquí, por el contrario, no tengo absolutamente nada ni a nadie.Después del juicio mi madre ha estado tratando de limpiar el nombre de la familia con la prensa, ha estado dando declaraciones como si fuera la reina de un concurso de belleza, yo he intentado explicarle que toda esta mierda ya nos salpicó hasta los calzones, pero ella no quiere entenderlo, y no quiero sacarla de su burbuja de fantasía, intentar recuperar su reputación es lo único que le queda
Bastián. Me dirijo a abrir la puerta con pereza, me duele el cuerpo y mis ojos no logran adaptarse a la luz del sol que entra por las ventanas, la cabeza me da mil vueltas y quiere explotar del dolor que siento, ahueco mis manos en mi boca y soplo, me apesta el aliento, aun asi no me molesto en lavarme la boca antes de recibir a Alberto.Simplemente agarro una menta del minibar y me la meto a la boca, muerdo el dulce, y entonces abro la puerta. –¿Qué fue lo que averiguaste? – pregunto de mala gana y le doy la espalda para caminar al salón principal – no quiero rodeos – aclaro.– La señorita Annabelle Maxwell se encuentra en este momento en Manchester.–¿Qué diablos podría hacer ella en Manchester?– Es el lugar de residencia de su tío, Macon Maxwell, un importante empresario de la ciudad y del país, en real
Bastián. –¿Volvemos a Londres, señor? – me pregunta el chofer.– No, ni de coña voy a volver sin llevármela a ella conmigo – me tiro en el asiento trasero y me acomodo como puedo, me duele cada jodido hueso del cuerpo.–¿Entonces a donde quiere que lo lleve?– A cualquier buen hotel que haya en la zona.Él asiente y yo estiro el brazo para agarrar la botella de licor, le doy un sorbo más porque no creo que haya forma de que yo pueda embriagarme más de lo que ya estoy, me recuesto, miro por la ventana y poco a poco me empiezo a quedar dormido.Sueño con ella, sueño que la tengo a mi lado, que ella me perdona por todas las estupideces que he hecho, sueño que la abrazo y que ella no intenta detenerme, pero cuando quiero decirle lo que siento, cuando esas dos palabras están a punto de salir de mi
Annabelle. Busco una chaqueta en el armario, afuera hace un poco de frio y no quiero arriesgarme a una lluvia Londinense sin nada que me cubra. Saco un abrigo medianamente largo de color negro y me lo pongo sobre los hombros, bajo las escaleras de casa de mi tío, quien esta almorzando en la cocina, últimamente pasa mas tiempo en la casa que de costumbre, quiza tiene miedo de que Bastián pueda volver a aparecerse en la puerta para intentar convencerme de que lo perdone.Pero yo creo conocer a Bastián, sé que es demasiado cobarde como para volver a acercarse por lo menos a veinte kilómetros a la redonda.– Hola tío – paso a su lado y le doy un beso en la mejilla. – Cariño, ¿Vas a la universidad? – cuestiona.– Si, estuve mirando un programa que parece interesante – saco el folleto que imprimí anoche y se lo doy para que l