Bastián.
Ella corre como si de repente se hubiera convertido en una jodida atleta profesional, yo la persigo hasta que consigo agarrarla del cabello, sé que no es la mejor de las ideas teniendo en cuenta toda la situación, pero no tengo de otra.
Yo halo el cabello de Annabelle y ella se detiene en seco soltando un quejido por el tirón, supongo.
–¿Por qué demonios me detienes con el pelo? ¡No soy un burro! – me grita.
– Lo hice porque de otra forma no te habrías detenido – suelto.
Ella hace una mueca con el rostro, sabe que tengo razón, eso no falta que lo diga.
–¿Por qué corres tan desesperadamente? ¿Qué es lo que te pasa?
Annabelle chasquea la lengua y se cruza los brazos sobre el pecho – me pasa que no soporto estar un segundo más en el mismo sitio que tú, mucho menos cuando lo
Bastián. Después de veinticuatro horas de estar pariendo piñas por estar esperando el puto veredicto, recibo la llamada de Leery que he estado esperando todo este tiempo.–¿Tienen el veredicto? – le pregunto en cuanto contesto el celular.– Si, ya he avisado a tu madre, necesito que ambos estén aquí lo más pronto posible.– No tardamos – aseguro, me levanto del escritorio en el que he estado las ultimas dos horas, me visto de traje formal azul marino y bajo al recibidor de la casa, donde ya está mi madre perfectamente acicalada esperándome.–¿Estás listo? – me pregunta frunciendo los labios.– Eso creo – suelto un suspiro.–¿Tu amiga no vendrá con nosotros?–¿Annabelle? – pregunto con una mueca. – Si, ella.– N
Bastián. Estoy sentado en la puta silla de mi escritorio mirando por la misma vieja y aburrida ventana de la habitación, desde que Angie se fue de aquí nada demasiado interesante ha sucedido, estoy aburrido, incluso mucho más de lo que estaba en la cárcel, allá por lo menos tenia a Billie y a Daniel, aunque fuera para que me jodiera la vida, incluso tenía a Annabelle, con sus negativas y pensamientos arcaicos, aquí, por el contrario, no tengo absolutamente nada ni a nadie.Después del juicio mi madre ha estado tratando de limpiar el nombre de la familia con la prensa, ha estado dando declaraciones como si fuera la reina de un concurso de belleza, yo he intentado explicarle que toda esta mierda ya nos salpicó hasta los calzones, pero ella no quiere entenderlo, y no quiero sacarla de su burbuja de fantasía, intentar recuperar su reputación es lo único que le queda
Bastián. Me dirijo a abrir la puerta con pereza, me duele el cuerpo y mis ojos no logran adaptarse a la luz del sol que entra por las ventanas, la cabeza me da mil vueltas y quiere explotar del dolor que siento, ahueco mis manos en mi boca y soplo, me apesta el aliento, aun asi no me molesto en lavarme la boca antes de recibir a Alberto.Simplemente agarro una menta del minibar y me la meto a la boca, muerdo el dulce, y entonces abro la puerta. –¿Qué fue lo que averiguaste? – pregunto de mala gana y le doy la espalda para caminar al salón principal – no quiero rodeos – aclaro.– La señorita Annabelle Maxwell se encuentra en este momento en Manchester.–¿Qué diablos podría hacer ella en Manchester?– Es el lugar de residencia de su tío, Macon Maxwell, un importante empresario de la ciudad y del país, en real
Bastián. –¿Volvemos a Londres, señor? – me pregunta el chofer.– No, ni de coña voy a volver sin llevármela a ella conmigo – me tiro en el asiento trasero y me acomodo como puedo, me duele cada jodido hueso del cuerpo.–¿Entonces a donde quiere que lo lleve?– A cualquier buen hotel que haya en la zona.Él asiente y yo estiro el brazo para agarrar la botella de licor, le doy un sorbo más porque no creo que haya forma de que yo pueda embriagarme más de lo que ya estoy, me recuesto, miro por la ventana y poco a poco me empiezo a quedar dormido.Sueño con ella, sueño que la tengo a mi lado, que ella me perdona por todas las estupideces que he hecho, sueño que la abrazo y que ella no intenta detenerme, pero cuando quiero decirle lo que siento, cuando esas dos palabras están a punto de salir de mi
Annabelle. Busco una chaqueta en el armario, afuera hace un poco de frio y no quiero arriesgarme a una lluvia Londinense sin nada que me cubra. Saco un abrigo medianamente largo de color negro y me lo pongo sobre los hombros, bajo las escaleras de casa de mi tío, quien esta almorzando en la cocina, últimamente pasa mas tiempo en la casa que de costumbre, quiza tiene miedo de que Bastián pueda volver a aparecerse en la puerta para intentar convencerme de que lo perdone.Pero yo creo conocer a Bastián, sé que es demasiado cobarde como para volver a acercarse por lo menos a veinte kilómetros a la redonda.– Hola tío – paso a su lado y le doy un beso en la mejilla. – Cariño, ¿Vas a la universidad? – cuestiona.– Si, estuve mirando un programa que parece interesante – saco el folleto que imprimí anoche y se lo doy para que l
Annabelle. –¿Esto se trata de una broma? – pregunto después de recuperar el ritmo normal de mi agitado corazón. Bastián me mira serio, no tiene esa expresión picara en su rostro, ¿Esto de verdad está sucediendo?–¡Bastián! – lo llamo.– Si, es enserio – asiente y suelta un suspiro – hace unos días, contraté a un investigador – suelta como si nada, como si eso fuera la cosa mas obvia que pudiera decírsele a una persona.–¿Para indagar sobre mí? – pregunto sintiendo nauseas.– Si, pero no es lo que crees…–¡Oh no! No, tu no sabes que es lo que yo estoy creyendo en este momento – me alejo ligeramente de él y respiro profundo para no matarlo aquí mismo, después de todo, ya estamos en el cementerio, ¿Qu
Annabelle. No me doy cuenta de que me están temblando las piernas si no hasta que intento caminar, estoy en la mitad de un jodido cementerio, con un boleto de avión en mi mano al lugar al que siempre he querido ir, y con la propuesta de Bastián sonando en mi oído, ¿Irnos juntos? Es una locura. Pero ya tendré tiempo de pensar al respecto, por ahora debo concentrarme en la tumba de mi madre.Nunca creí que este momento fuera a llegar, una parte de mi se había resignado a no saber dónde estaba ella, la parte cobarde mi siempre quiso dejar las cosas como estaban, olvidarlas y no volver a abrir nunca más ese baúl de los recuerdos, pero Bastián lo hizo por mí, y en este momento sinceramente no sé si debo agradecerle por eso, o si por el contrario debería odiarlo.¡Joder! Es que Bastián siempre me empuja al límite, no sé
Annabelle. No he podido pegar el ojo en toda la noche, he estado en vela pensando que es lo que debo y lo que en realidad quiero hacer, miles de posibilidades se han pasado por mi cabeza, miles de escenarios en donde a pesar de todo, él y yo logramos salir adelante, incluso con nuestras diferencias abismales y cada una de las cosas en nuestra contra.Ya ha amanecido, el sol se pone al horizonte de Londres, lo cual es muy raro teniendo en cuenta que aquí llueve la mayor parte del año. Yo suelto un suspiro y miro por la ventana de mi habitación, afuera todo parece estar en calma, pero sobre todo, en orden, la imagen me hace sentir extraña por dentro, y no sé que es lo que me obliga, pero sin darle demasiadas vueltas al asunto, voy al baño de mi habitación, me quito la ropa y me meto bajo el caudal del agua tibia.Me unto el cuerpo de cremas, jabones y exfoliantes y me enjuago perfectamente,