A las 7.00 de la mañana llego a Zigler, me quedo un poco sorprendida e impresionada con la inmensidad del lugar. Pensé que seria como una vinatera o al menos, un edificio de máximo unas cinco plantas, pero esto no tiene nada que ver. Este es un edificio de unos 28 pisos, más o menos.
En la entrada me presento como la chica que viene a la entrevista, el guardia me da un carne de visitante y me indica el piso al que debo acudir.
Llego al piso que me indican, pero no hay nadie, todos los puestos de trabajo están solos. Camino unos pasos y me siento, exasperada sobre uno de los escritorios. Resignada, me quito la identificación. ¿Qué voy a hacer? No tengo ni la más remota idea. Ya perdi anterior trabajo. En mitad de esta acuciante reflexión vital, oigo pasos al otro lado de la sala. Alzo la mirada y observo a dos hombres que caminan desde el pasillo del fondo. Están hablando. Uno de ellos debe de rondar los treinta. Es rubio y tiene unos preciosos ojos verdes. Lleva un traje de corte italiano negro con camisa blanca y corbata roja. Es muy guapo, probablemente el chico más guapo que he visto en mi vida. No sé qué es, pero tiene algo que me impide apartar la mirada de él. Atractivo y peligroso.
Lo sigo mirando hasta que una chica que sale del pasillo me informa que debo pasar a la sala continua para dar inicio a la entrevista. Le doy las gracias y me dirijo allí. Cuando entro me encuentro a un hombre que se identifica como Salomón.
Me hace las preguntas base como: años de experiencia laboral, edad y todos los trabajos que he tenido a lo largo de mi vida, me hace enseñarle algunos papeles de mi identificación legal en el país. Al final me dice que como soy la única que asistió a la entrevista, el puesto es mío y que debo empezar en seguida.
Me enseña mi nuevo puesto de trabajo, queda ubicado frente al de mi jefe. Me entristece un poco que no sea Salomón, parece un tipo agradable y desprende una gran energía.
Al día siguiente nuevamente me despierto una hora antes de lo previsto, creo que necesitaba algo de disciplina para ser más puntual. Esta vez me pongo un traje de ejecutiva, falda de tubo y camisa a juego. Me dejo el pelo suelto, cayendo sobre mis hombros.
Al llegar me recibe Fernando, el guardia que me oriento ayer.
—Su nombre, por favor.
—Jane Stanley.
Comprueba la lista en su móvil y sonríe. Definitivamente me recuerda.
—Señorita Stanley, el señor Salomón la está esperando. Planta veinte.
—Muchas gracias.
Le devuelvo la sonrisa y comienzo a caminar en dirección a los ascensores.
Fernando me llama, me vuelvo hacia él.
—Y enhorabuena.
—Gracias. —contesto y girándome continuo mi camino.
Al abrirse el ascensor en la planta veinte, las oficinas de las secretarias y asistentes se extiende antes mi. Salomón está hablando con Máx, su asistente.
—Buenos días. —Salueo con una sonrisa. Máx me sonríe de vuelta.
—Jane, buen día. ¿Cómo haz amanecido? —Pregunta Salomón dándome un par de besos en las mejillas.
—Muy bien, gracias por preguntar.
—El jefe te espera, piso veintiocho.
Con un nudo en el estómago agradezco y entro nuevamente al ascensor.
Este piso a diferencia del veinte, no tiene a nadie caminando de un lado a otro. A mi derecha veo una sala de reuniones y, al fondo una pequeña oficina frente a una puerta de madera oscura en la que puede leerse sobre una placa de metal: «Eric Hotsmann, jefe» Me encamino hacia allí con toda la confianza que creo tener.
Suspiro exhalando todo el aire que los nervios habían retenido en mis pulmones y golpeo suavemente la puerta con los nudillos.
—Adelante —oigo decir desde el interior.
Abro la puerta y entro.
El lugar es imponente. Las paredes frontales son de cristal, dejando ver una buena parte de la ciudad. A la izquierda una figura en 3D de arcilla de lo que parece ser una mujer desnuda, frente a su escritorio hay varías pantallas con noticias. Pero lo más impresionante, es la colección de whiskey que ocupa toda una pared.
—Adelante —repite sin levantar la vista. Doy un paso al frente y me quedo bajo el umbral de la puerta.
—Señor Hotsmann. —Lo llamo. Da un giro en su silla y me sorprendo al ver que es el hombre guapo de ayer
—Verás lo que espero de ti. —Al oír estas palabras, cuadro los hombros y tomó una actitud más profesional—:Básicamente, es que sigas mi ritmo. Me gusta controlarlo todo hasta el más mínimo detalle. —Asiento entusiasmada—. Te encargarás de mi agenda, el teléfono, me acompañarás a todas las reuniones y, como te he dicho, sígueme el ritmo. ¿Entendido? —concluye con una sonrisa. Asiento diligente una última vez.
—¿Con qué quieres que empiece? —pregunto.
—Lo primero es que subas a Recursos Humanos, planta veinticinco, y firmes el contrato.
En el ascensor hago otra acuciante reflexión, pero esta vez no es sobre mi vida, ahora es sobre mi jefe. Me siento atraída por él y, aunque sé que entre él y yo no habrá nada. No puedo evitar pensar en él magnetismo que desprende.
Dejo al señor Hotsmann de lado y me centro en los ejecutivos, que suben y bajan en cada planta. Todos están serios como si sonreír fuese un pecado. Firmo mi contrato, me entregan mi identificación y, al final, maldiciendo por todo el tiempo que me han hecho perder y que pusieran mal mi apellido. Regreso a la planta veinte. Entro nuevamente en el despacho del señor Hotsmann.
—Revise mi agenda. Quiero que este pendiente a todos mis viajes y reuniones. —Asiento a su nueva orden. Me siento en la mesa frente a su escritorio y empiezo con mi trabajo.
En algunas ocasiones nuestras miradas se cruzan, pero rápidamente la desviamos. Aprovecho para investigar un poco de él en internet y resopló al verlo con varías mujeres, por supuesto todas con porte de modelo. Me entero que es dueño de varios hoteles y restaurantes más, y que es uno de los mayores donantes en fundaciones para protección a menores y mujeres abusadas.
A las doce menos 5 recojo mis pertenecías para ir a comer a un restaurante en el que he quedado con Félix.
—Señor Hotsmann, ya es hora del almuerzo. —Le informo. Me mira de arriba abajo. Me siento incómoda.
—Gracias, señorita...
—Jane. Jane Stanley. —Respondo nerviosa.
—Señorita Stanley, debería usar su identificación. —Recalca.
—Hubo un problema con mi apellido y recursos humanos prometió arreglarlo para mañana. —Me justifico. Quiero salir de allí.
—Puede marcharse. Procuré arreglar el problema lo antes posible.
—No se preocupe. Permiso.
Salgo de la empresa y exhaló todo el aire retenido en mis pulmones, definitivamente este trabajo será una gran aventura.
A la una y media de la tarde llego a Healthy Hunters, restaurante en el que he quedado con Félix. Tenemos una conversación pendiente, la hemos ignorando por mucho tiempo ya.
Félix aún no llega, mi puntualidad mejoro y ahora soy yo la que espera a su acompañante. Pudo una ensalada para mí.
Durante el tiempo que estoy esperándo, viajo al pasado, cuándo conocí a Simón. Cuándo llegue a España, estaba sola y destrozada, acababa de perder a mi mejor amiga y a mi hermana. Lo conocí en la escuela, mientras esperaba el almuerzo. Hablamos un poco y nos dimos cuenta que teníamos mucho en común y en poco tiempo forjamos una bonita amistad, conocí a sus amigos, entre ellos a Jessica y Félix, con quiénes no me lleve bien hasta que cumplí diesiocho, cuando me acusaron del homicidio de la novia de Félix, Giselle. Para ese entonces, había adoptado las costumbres salvajes y violentas de Simón, la policía me investigó, mi rivalidad con ella me hacía el sospechoso perfecto, estuvieron cerca de declararme culpable, pero Simón declaró su delito, y trás ver las pruebas, lo condenaron a seis años.
—Jane. —Me llaman. Giro y me encuentro a Félix, sorprendido.
—¿Qué pasa?—Cuestiono su comportamiento, no encuentro motivo para estar tan sorprendido.
—Trabajar en Zigler te sienta bien.
Asiento, yo también lo pienso. Tengo mis metas claras y he logrado tener más disciplina a la hora de hacer las cosa en la línea de tiempo en la que están estipuladas.
—Solo tengo una hora para comer, habla ya.
—Hoy recibí otra amenaza, ya van 4 en todo el mes. Quiero hablarlo con la policía, pero puede que me perjudique yo también, tenemos que andar con pies de plomo. No sabemos quién esta atrás de todo esto y que tan peligroso es. —Tiene razón, estoy asustada, Llevamos meses en esto, hasta el momento las amenazas sólo van dirigidas a él, pero es cuestión de tiempo para que me lleguen a mí también.
—Quiza sea lo mejor, Félix. No podemos seguir ignorandolo, tenemos que hacer algo antes que sea demasiado tarde.
Suspira, luega se frota los ojos. Se le ve cansado.
—Hable con Jessica, llegará de noche, perdió su vuelo y tuvo que tomar otro.
—Veo que no cambia.
—Mañana estaré libre, te acompañaré a la carrera. Tengo pases vip para ir al nuevo club swinger.
—Tienes un pase vip —lo corrijo —sabes que no volveré a esos bares.
—Jane, dejaste de asistir cuando tu madre enfermo con la excusa de que tenías que cuidarla, ya está mejor. Tienes 24 años, tienes que disfrutar de tu vida, salir a bailar, tener un novio. Tienes toda una vida por delante. La Jane que yo conocía no necesitaba invitación para disfrutar de lo que le gustaba.
Tiene razón, pero a veces los acontecimientos de tu vida te hacen verla diferente, él vivió el mismo calvario con la muerte de Giselle que yo, pero yo tengo una perspectiva diferente de la vida y no pienso cambiarla. Me gusta como es ahora, no necesito de nadie más que mi madre para estar bien, o estable.
—Conocí a alguien. —suelto. Él me mira sorprendido.
—Espera, creo que escuché mal. ¿Qué dijiste?
—Si, un chico, nada especial. —Miento con descaro.
Félix levanta las cejas. Sus grandes ojos azules se ponsan en mí.
—¿Lo conozco?
Niego.
—No es de aquí. —Suelto.
—Si se da la oportunidad con él, aprovéchala. Necesitas empezar a vivir tu vida, no puedes quedarte estancada en el pasado. Tienes que crear historias y recuerdos. Lo que paso, paso porque así debía ser. Pero depende de nosotros si quedarnos en eso o salir adelante. —Asiento. Lleva más razón que un santo, pero no podemos obviar lo que paso, fue duro ver morir a tu amiga frente a ti y no poder hacer nada al respecto. Aunque siga mi vida, siempre habrán fantasmas que me atormentarán. Él más que nadie es consciente de ello.
—Lo pensaré, gracias cielo. Nos vemos mañana, dale besos a Jessica de mi parte.
Tomo mi bolso y regreso a la empresa.
De vuelta al trabajo todo es normal, miradas entre mi jefe y yo, pero nada fuera de lo común. El sábado tenemos un viaje, por lo que nos quedamos en su despacho más tiempo de lo laboral.
—Necesito que busque todo el historial de contabilidad de este mes y que compares las cifras con el mes pasado, haces un análisis y me lo mandas a mi correo.
—Mañana mismo me encargo de eso, Señor Hotsmann, ¿algo más? —Me mira por un tiempo bastante prolongado, se pasa la mano por el pelo y contesta:
—¿Qué me ofrece?!
—Usted manda y yo obedezco, ¿recuerda?
—Si le digo que me bese, ¿lo haría?
Claro que lo haría. Yo a este lo beso y lo que le sigue. Pero no puedo, no es correcto.
—Eso no sería muy profesional.
Se muerde el labio, luego se recuesta en su asiento y murmura.
—Tiene razón, señorita Stanley. ¿Es usted Colombiana?
—Si, pero tengo palabras y gestos Españoles, tiendo a confundir a la gente con mi nacionalidad.
—Necesito que cuando lleguemos a Colombia me haga un tour. Quiero llevar Zigler a Colombia. Hace algunos años no voy por allá y lo poco que recuerdo es Palmira.
—Por supuesto.
Estoy agotada, me noto el cuerpo cansado y el estómago apretado.
—Le pido permiso para retirarme.
—Cene conmigo mañana. —sorprendida por su petición me doy la vuelta, estoy a punto de aceptar. Lo sopesó, pero al final lo rechazo, es mejor estar cada uno por su lado.
.—Agradezco su invitación, pero creo que no será posible.
—Simpre que acostumbro a comer con mis secretarias, al menos una vez al mes.
—Con todas sus secretarias, en especial las mujeres. —Me tapo la boca con ambas manos. Lo dije en voz alta.
Eric, en lugar de molestarse, sonríe e insiste.
—Señorita, vamos a pasar más de seis horas en un piso sólo nosotros dos, llevarnos bien es casi una obligación.
Sopesó la situación, visto desde esa perspectiva es muy diferente.
—Esta bien.
—Paso por usted a las ocho, recuerde que sé donde vive. —Agotada me despido y voy a casa.
Eric debería tener un cartel que diga peligro.
Al llegar a mi casa hay una sobre bajo la puerta. No quiero abrirlo, sé que corro peligro. Pero pasados unos minutos mi lado cotilla gana y decido abrir el sobre, quedo estupefacta al leer lo que pone:Mi querida y adorada Jane. Hace tiempo que no te veía y déjame decirte que la madures te sienta demaravilla. Disfruta de tu felicidad mientras te dure, ya regrese y quiero verte sufrir otra vez. Tu querida madre con la edad que tiene esta muy bien. Sé lo que estás pensando, pero tranquila, no es a ella a la que quiero ver sufrir. Cuídate… o no. Nos vemos más pronto de lo que crees.Simón.Pensar en que mi madre corre peligro me pone mal. Nunca he querido que mi familia se vea afectado por esto. Desde que me acusaron de la muerte de Giselle no he hablado con nadie de mi familia excepto mi madre, que ahora vive conmigo. Con la carta en la mano, pinso que hacer, llamar a la policía no es una de ellas, correría un
Me calmó un poco con la música que se escucha en la feria de verano. Llamo a Félix, ya quiero celebrar mi victoria como se debe. Espero y espero, hasta que al tercer timbrado descuelga:—Jane. —responde agitado, como si hubiese corrido una maratón.—Ya terminé la cena, ¿puedes venir a por mí? —oigo gemidos del otro lado de la línea y la voz de Jessica llamándolo. Miro la pantalla del móvil, sorprendida.—¡Jolines, que daña polvos eres! —Me reprocha. Me entristece jorobarle su noche salvaje, pero quiero celebrar.—Estabas follando —Concluyo con una sonrisa. Félix es así de desacarado—. Podéis terminar y después venir a por mí.—No te preocupes, puedo continuar la fiesta después. En diez minutos estoy contigo.Antes de colgar, escucho como le avisa a Jessica y esta protesta.Cuando cuelga el teléfono miro a la calle. Está sola pese a que ya se acercan las vacaciones de verano. Me siento en una b
Un estruendoso ruido en la cocina me despierta agitada. Me levanto para investigar el origen y me encuentro a Jessica y Félix follando en la encimera. Doy un soltó ¡vaya pillada! Quiero dejar de mirar, pero mi lado morboso me obliga a hacerlo.Félix tiene a Jessica agarrada de la cintura y la empala hasta el fondo, Jessica grita y se retuerce. ¡Qué morbo! Sigo mirándolos hasta que un grueso gruñido me hace saber que Félix ha llegado al clímax y tras un fuerte empellón, lo hace Jessica. Calman sus respiraciones. Félix sale de Jessica, recién me doy cuenta de que Félix no lleva preservativo, ha eyaculado dentro de Jessica. Estoy asustada por ella ¿no sabe que puede quedar embarazada? Decido dar por terminado el porno en vivo y subo a mi habitación, hoy tengo que ir a la casa de mi jefe y el día será agotador.Me pongo un vestido ajustado, sin mangas color crema y unos tacones blancos, algo rápido y sencillo, no llevo joyas, pues todo m
Estoy en un cuarto. Un reservado de Fantasysex. Un hombre me mira, yo no veo su rostro, la luz violeta me lo impide. Se acerca como una un lobo que asecha a su presa. Despacio. Cauteloso. Se mete entre mis piernas y posa su cálida boca en mi centro. Me arqueo de placer. El hombre succiona mi clítoris, tira de el con sus labios y le da toquesitos con la lengua, me lleva al borde del orgasmo, pero no me deja culminar. Mete un dedo y lo mueve mientras aprieta su lengua en mi clítoris. Estoy empapada y la ávida lengua de este extraño hace estragos en mi entrepierna. Para mi lamento, deja de jugar con mi vagina y me arropa con su cuerpo. Me besa el cuello, la mandíbula. Pero nunca en la boca, eso me desconcierta. Siento su pene en mi entrada y me muevo para invitarlo a entrar. Y lo hace, vaya que si lo hace. Me penetra con su grande y gruesa erección. Se empala a mí una... dos y veinte veces. Que no pueda ver su rostro lo hace más excitante aun. Sigue empuja
(05 de abril, 2016)Nos han citado a todos a la estación de policía; tenemos un interrogatorio con el polígrafo. Dos largos meses han pasado desde la muerte de Giselle. Dos meses de sufrimiento. Dos meses perdida en el sexo y el alcohol.Todos esperan que me culpen a mí, tienen la misma sospecha que la detective encargada del caso. Pero yo estoy segura de mi inocencia. El polígrafo sería testigo de ello.Félix, Jessica, Renata, Melanie e Isabelle. Uno por uno van pasando, solo falta Simón y yo.La máquina monitoriza la respiración, el ritmo cardíaco y el sudor. Un parche en el estómago, uno en el antebrazo y otros en los dedos. Decir que no estoy nerviosa es una mentira. Los nervios me carcomen pero estoy feliz. Ahora todos podríamos vivir nuestras vidas normales. El culpable pagaría por su delito y la muerte de Giselle no quedaría inmune. Al final todos obtendríamos lo que creemo
(Presente, centro psiquiátrico)Renata y yo nos miramos por unos minutos que para mi son una eternidad. No sé si mi presencia la incomoda o le disgusta. Pero no me importa ahora. Avanzó un paso hacia ella. Despacio. Cautelosa, dándole tiempo de huir. Pero lo que hace me descoloca por completo. Renata corre hacia mí y … Me abraza. Solo recuerdo haber compartido con ella tres de estos abrazos. El primero cuando pensé estar embarazada de Orson, el segundo cuando mis padres se divorciaron y el tercero, el día que casi muero de sobredosis.La arrullo durante un rato. Su delgado cuerpo tiembla.—Lo siento, yo no quería hacerlo. —murmura desesperada.—Shh, eso ya no importa —bisbiseo—¿Me van a sacar de aquí? —Pregunta separándose de mi.Miro a Félix, no sé que planes tiene. Pero de lo que si estoy segura es que Renata se viene a Madrid conmigo.—Vendrás con
—¿Por qué creen que haya hecho eso? —Pregunta Eric.Horas después de llegar al hotel, todos nos encontramos reunidos en el salón de la habitación doble. Compartiremos camas, nadie quiere estar solo.Félix me mira, no sabe si puede decirle a mi jefe mi pasado.—Una larga historia. Pero en resumen, en nuestra adolescencia nos culparon de un asesinato, él fue el culpable y estuvo en prisión. —Explico tranquila, después de este día dudo que aun tenga trabajo.—¿Creen que fue por venganza? —Pregunta Jessica.—Imposible, no tiene razones para querer vengarse.—Si, las tiene. Yo me escapé, y ustedes lo dejaron solo cuando estuvo en prisión. Creo que nos guarda rencor por vuestra falta de apoyo.—En ese caso, no creo que sea suficiente para explotar un centro psiquiátrico.Todos estaban de acuerdo. Pero yo sabía que razones los llevaron a
—¿Tú y Jane, tienen algún rollito? —Pregunta Félix tomando asiento al lado de Eric—No.—¿Por qué se besaban?—¿No crees que Jane es lo suficientemente mayor para decidir a quien besa?—Lo sé… soló me preocupó por ella. Ya ha sufrido lo suficiente, no merece todo lo que está pasando. —Confiesa sutemor. A Félix, aunque lo oculte muy bien, se preocupa por Jane como no lo hace con nadie más.—Sé que te preocupas por ella. Pero la Jane que vi hoy, es capaz de acabar con un ejército si se lo propone. Ella es fuerte. —Dice Eric.—También es ágil, muy ágil. —agrega Félix, orgulloso.—Llevo días de conocerla y me doy cuenta del potencial que tiene. Ella es única. No debes preocuparte de ella, porque ella sabe cuidarse. Deberías empezar a cuidarte tú, estoy seguro de que primero acaban contigo que