LuceroMe levanté temprano al día siguiente sintiéndome más tranquila y al mismo tiempo un poco nerviosa por la salida de hoy, igual me duché y cambié vistiendo un jean con una camiseta holgada para estar más cómoda en este clima tan caluroso de Rabat, por supuesto, no podían faltar mis zapatillas ante cualquier emergencia.Tengo entendido, por un mensaje que me había enviado Ali, que mañana llegaría a la ciudad en horas de la tarde, hasta ahora no había podido contarle nada de lo ocurrido, pero igual esperaría hasta su llegada para ponerlo al corriente de la situación, al menos me alegraba que no hubiese tardado tanto con el trabajo, pues muy a pesar de estar acompañada del señor Ahmed, Sharif y Abiud, seguía sintiéndome un poco sola y desubicada en este lugar.Una vez terminé de dar algunos retoques, bajo rápidamente las escaleras hasta el primer piso donde Sharif ya se encuentra cerca de la entrada hablando con Abiud, este último me ve deteniendo la conversación y me regala una son
Lucero Ingresé al lugar hecha todavía un mar de furia, nervios y quizás, pero solo mínimamente, excitada, sin embargo, nada me preparó para lo que había ante mis ojos, el lugar estaba lleno de personas, las mesas eran alargadas con muchos puestos, quizás unas veinte personas cabían perfectamente por mesa, la algarabía era muy fuerte y los meseros iban de un sitio a otro sin descanso, pero a pesar de eso se sentía muy alegre el ambiente. —¿Esperabas un lugar muy lujoso? —No, pero tampoco esperaba esto. —¿Por qué? ¿Muy corriente para tu gusto? —Creo que más bien es al revés, no es un sitio donde te imaginaría comiendo ni mucho menos llevando a alguien —contesté sin salir de mi asombro en lo que veía la decoración tan exquisita y propia del territorio que decoraba el local. —Supongo que no todo es lo que parece —lo miré bastante extrañada ante sus palabras, notando que había un dejo de tristeza en él. —Sí bueno, igual eso no te salva de nada, todavía tengo mucha hambre y no encuen
Lucero Es increíble que hace nada estaba corriendo por mi vida en uno de los hoteles más lujosos de Rabat y ahora me encuentro recorriendo sus calles como si nada, pero más sorprendente, es que sea justo el idiota que se atravesó en mi camino aquella mañana el mismo que me trajo a Marruecos y me ha metido en un problema mayúsculo… como si no tuviera ya uno bastante grande esperándome en España. Igual toda esta situación no apagó mi entusiasmo en las horas recorridas durante la Torre de Hassan, el Mausoleo de Mohammed V y ahora la Rue des Consuls, donde es mucho más cómodo de transitar sin que los vendedores estén atosigando el paso a los turistas, sino que incluso, se les puede ver a algunos sentados jugando en lo que la gente se acerca a sus puestos para comprar, el ritmo es más suave y todas las cosas se pueden apreciar minuciosamente. Entre más puestos pasábamos, más cosas llamaban mi atención, los colores tan vivos en las telas, los vestuarios, diversos diseños en accesorios de
SharifAhora comprendía mejor el por qué me había defendido con tanta determinación frente a mis padres, si es que ella también había pasado por lo mismo que yo estoy viviendo, al menos en términos generales, porque todo lo que sufrió también la dejó sumamente marcada y peor aún, con una muerte encima igual que yo, solo que ella perdió un hijo y yo un amor y eso es algo que no tiene comparativa, pero en ambos casos sigue doliendo la herida con intensidad.Asimismo, traer el recuerdo de aquella tarde en que tuvimos la actuación con Sanem me hizo caer en cuenta de que tenía razón, algo le había ocurrido, solo que me enfrasqué tanto en mí que nunca me atreví a preguntárselo directamente y tampoco tenía la confianza para hacerlo, pero ahora más preguntas abundaban en mi cabeza con toda su historia, preguntas que necesitaban respuesta con urgencia.—Lucero ¿Qué pasaría si ese hombre te encuentra? ¿Acaso crees que pueda lastimarte para conseguir su objetivo?—Ramiro es un hombre demasiado i
Sharif —Debo reconocer que Rabat es impresionante, la cultura, la gente, realmente ha sido un día increíble a pesar de todo. —Y yo debo reconocer que tú me tienes sin palabras después de todo lo que vi y escuché hoy. Volvimos al auto y con ello el atardecer, sabía que debíamos volver a casa, pero en parte no quería hacerlo todavía, me la pasé muy bien hoy, sentí que por primera vez en mucho tiempo mis angustias se alejaban de mi vida y lo que menos deseaba era que terminara el día. —¿A dónde vamos ahora? —preguntó muy entusiasmada, no le veía rastro de estar cansada pese a todo lo que corrimos. —Ya es hora de volver a casa. —¿Acaso tienes quince años? Vamos, debe haber otro lugar interesante para visitar. —No es eso, simplemente no quiero darle ventaja a mi padre y sus hombres. —Sé que nos encontraron en un momento, pero los perdimos de vista y tampoco estamos tan lejos de la casa de tu abuelo… o eso creo. Me quedé viendo el cielo y entonces vino un recuerdo fugaz, uno que se
Lucero Intentaba rezar todo lo que me enseñaron en el convento y hasta lo que no existía cuando Sharif se separó de mí, no sé qué está pasando con mi sentido común que pareciera perderlo cuando él está tan cerca, pero lo peor de todo fue cuando me giré al escuchar la voz de Abiud al otro lado de la línea, no entendía lo que decía con claridad, pero sabía que era él, entonces la cara de Sharif pasó a una de total preocupación, cortó la llamada y tomó mi muñeca con fuerza. —Tenemos que salir de aquí, corre. Nos levantamos en el acto rumbo al auto, nos habíamos apartado bastante y la arena no ayudaba demasiado. —¿Qué ocurre? ¿Otra vez los gorilas de tu padre? —pregunté bastante preocupada sin dejar de correr. —Sí, al parecer nos encontraron y vienen por nosotros. Aceleramos el paso tanto como nos fue posible y al estar a diez metros del parqueadero vemos cómo dos camionetas van ingresando, el problema es que no importa si logramos llegar al auto porque solo hay una vía de escape y
Sharif Estaba desesperado con toda esta situación, ahora no sabía si agradecer o maldecir más el hecho de que nos quedáramos juntos, pero primero debía averiguar qué pretendía mi abuelo con todo esto y no fue sino hasta la quinta llamada que por fin contestó el móvil. —¿En dónde estás y por qué no me dijiste que nos quedaríamos con Amal? —Hola para ti también, yo estoy muy bien gracias —respondió sarcástico. —No te hagas, estoy atrapado en la casa de Amal con Lucero por culpa de los hombres de mi padre ¿y tú confabulas con el universo para que nos quedemos aquí sin que sepamos nada? —Es lo mejor Sharif, hoy fui a hablar con tu padre para intentar una conciliación, pero todo terminó en discusiones y amenazas. —Eso lo comprendo, pero ¿qué tiene que ver con quedarnos aquí? —Que él sabe que me marcharé y será más fácil ingresar con sus hombres en mi ausencia, ya hablé con Abiud para que se quede en otro lugar y ustedes se refugiarán con Amal, además, dijiste que los persiguieron ho
Lucero —Lo que dice es una acusación bastante grave señora Amal. —Lo sé y por eso nunca se lo dije a Ahmed, pero más que nada, porque no tenía pruebas de ello y la única persona que podía decir algo era Defne, además, su prometido había salido del país y fue imposible rastrearlo. —¿Y por qué dice que ellos son los culpables de su muerte? —Defne se comprometió con un hombre de un estatus diferente, no era pobre, pero tampoco provenía de una familia como la de Abiud, siquiera para decir al menos que era “aceptado” ¿Me comprendes? —asentí. —Defne me explicó que este hombre, una semana antes de ella fallecer, le dijo que el compromiso se cancelaba, primero porque no la amaba, pero ella no creía esas palabras a raíz de todo lo que vivieron, entonces lo presionó bastante esos días hasta que él le confesó la verdad… —¿Y cuál es? —Omar y Farehya lo amenazaron con desaparecer a su familia si continuaban con el matrimonio; porque ellos querían casar a Defne con un empresario mucho mayor q